Capítulo 4: Sal de ahí.

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Anais no había logrado dormir nada bien a diferencia de su hermana, quien caminaba a un ritmo ligero por el puente que siempre debían cruzar. Despejaba sus ojos cansados, intentando dejar a un lado las preocupaciones, pero era imposible.

Si pudiera, habría aprovechado esa noche para buscar información en su móvil, pero no tenía cobertura ni batería, siquiera tenía datos y todo porque, según sus tíos, todo lo que había en el mercado, daba sustento a la ciudad, y por ello, era como si las anomalías hubieran destrozado en parte la ciudad.

No iba a mentir de que le carecía de sentido que Tron-Axt no tuviera algo tan importante como eso, ¿solo el mercado poseía los lujos más actuales? ¿Por qué no se preocuparon en mejorar la ciudad?

—Anais, ¿estás despierta o en modo automático?

La voz de Andrea logró que Anais despertara de sus pensamientos y mirara su alrededor. Ya habían llegado al centro.

—Sí, perdón, estaba dándole vueltas a todo —murmuró Anais.

—¿Puedo saber el qué?

—Lo de ayer.

Andrea rascó un poco su cabeza mientras miraba a otro lado con sus ojos.

—No eres la única. Si soy honesta, cada vez que lo pienso, siento que nada tiene sentido y que hay algo oculto. Debemos saber que ocurre, pero es mejor que sea después de esta clase, sabes que nos toca ahora clases de enseñanza de poder y defensa personal, va a durar muchas horas —recordó Andrea.

Anais sintió una gran tensión en sus hombros al saber que muy posiblemente no iba a tener nada especial.

—Cierto. —Anais suspiró con pesadez—. Vamos, no perdamos más tiempo.

Poco a poco se dirigieron al gran gimnasio donde los colores azules marinos las rodearían a excepción del techo que era de madera. Su alrededor era acompañado por varios de los alumnos que pudieron conocer en el primer día.

El barullo hizo que Andrea cubriera sus oídos por un momento, cerrando sus ojos para luego giró su cabeza y reconocer a uno de los chicos que logró proteger en la pelea.

—¿No era Lucas? El muy cabrón salió huyendo en vez de ayudarme —murmuró Andrea mientras le miraba—. Ya me puede dar las gracias.

—No le tomes importancia, Andrea —pidió Anais.

—Lo que sea.

Pronto el ruido terminó ante la presencia de dos profesores. El primero tenía un aspecto rudo, grande y alto. Observaba a todos por encima de su hombro. Tenía tres brazos, este último escondido en su espalda. Se hacía llamar Eion. El segundo, si bien era de un aspecto similar, parecía ser mucho más amable y calmado. Se llamaba Uin.

—Bien, todos sabéis de qué va esto. El primer día se explicó todo con lujo de detalles para que a nadie le sorprendiera, pero por si acaso algún despistado no atendió o alguien faltó ese día, se repetirá la intención de esta asignatura —explicó Eion.

Mientras explicaba, Anais pudo sentir una presencia a sus espaldas que la obligó a girarse.

—Oh, ¡Jame! ¿Qué tal? —preguntó Anais.

—Nervioso, no sé cómo voy hacerlo en estas pruebas —admitió mientras se rascaba la cabeza. Cerca de él apareció una chica de mirada intimidante con los brazos cruzados—. Oh, perdón. Yaina, ella es Anais. Anais, ella es Yaina, mi mejor amiga.

Tenía una apariencia similar a Jame. Su cabello era rizado y castaño, piel morena, a excepción de sus brazos un poco más blancos de los cuales tenía unas pulseras brillantes que no paraban de cambiar de color rojo y amarillo.

V.II - Saga Juntos o Muertos - Regresemos como héroes [G.O]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora