Capítulo 6: Itliebto y Ueimo.

44 11 41
                                    

Iba a ser imposible para Lania olvidar ese día en el que se separaron por caminos distintos, lloraba por dentro mientras sus flechas se dirigían hacia él para liberar esa oscuridad peligrosa, escuchándose los gritos de un monstruo que deseaba ser libre.

Pensó que al estar en Tron-Axt, las cosas serían más fáciles para él. Deshacerse del camino del Itliebto sería fácil, ya que si quiera estaba en su propia galaxia, pero se equivocaba, y ahora solo podía lamentarse de las decisiones que ambos tomaron.

Ese momento donde vio desaparecer a su hermano en el gran árbol central de Hueia.

—¡Zarik! —chilló Lania con desespero, siendo agarrada por sus padres—. ¡¿Por qué lo haces!? ¡Sabes que son solo puras mentiras!

En medio de esos gritos llenos de traición, Lania vio como por última vez su hermano le miraba, siendo consumido por la oscuridad de aquella galaxia. Sonrió divertido y le dio la espalda.

—Jamás dije que quería estar en el camino del Ueimo, Lania. Jamás quise estar a vuestro lado —pronunció con severidad estas palabras para luego desaparecer.

Creyó que jamás podría verle para ese entonces, pero la insistencia y valor de Lania pasaron a un nivel que su familia jamás pensó. Una cazadora del bien, dispuesta ir a Itliebhto, donde sobrevivir ahí era muy difícil. Rumores decían que los Cuatro Cardinales no dejaban que sus cazadores vivieran en paz, sino que siempre lucharan contra las adversidades que sus ciudades tenían. Un mundo donde el caos era presente.

Muchos de los cazadores del bien le dijeron a Lania que no fuera a tal sitio. Todos se negaban a ello. Al final, si se dirigió allí, fue porque tenía la bendición de la Cazadora Divina de Ueimo. Wayra, la vigilante de la naturaleza y cazadora del invierno y otoño.

—Encontrarte con tu hermano no será fácil, Lania. Solo recuerda que, si vas allí, deberás purificarle. Esa es la única misión que te encomiendo.

Una frase que en la actualidad resonaba, y que, desde su interior, Lania se seguía negando a cumplir.

¿Perder a su hermano? Jamás.

Creía que venir a Extra-Sistema iba a salvar a su hermano, pero no era el caso. Los Cuatro Cardinales eran conscientes y no iban a dejarle ni un solo descanso. Aun si estaba a cientos de años luz, iban a torturarlo de alguna forma u otra. Después de todo, el mal era presente.

Aunque en esta galaxia... sentía que la oscuridad era muy distinta a la de otros lados.

—¡Mikuro, debes lanzar elementos que relacionen a la luz! —explicó Lania sin quitar los ojos de su hermano—. ¡La electricidad o el hielo podrían servir!

—¡Recibido!

Iba a ser difícil, alrededor de Zarik se movía una serpiente de grandiosa boca sin ojos. Lania lo reconocía, eran las jebvietge de la ciudad del Norte. Bestias de unos veinte metros de largura que lograban sacudir la tierra y matar al enemigo con tan solo comérselos. El color que poseía la serpiente de Zarik, era de colores oscuros, la representación de su poder.

Tenía muy claro que debían ser cuidadosas con sus movimientos. Un ataque de esa bestia era igual a una muerte segura, aunque eso no parecía tomarlo en cuenta Mikuro por como iba en su dirección sin temor alguno. Lania la apoyó desde la distancia, disparando varias flechas para retener a Zarik.

«Aunque perdieras tu cuerpo, sigues teniendo la misma valentía en tus acciones», pensó Lania, viendo como su compañera se movía con ligereza, esquivando los ataques de la espada-látigo de Zarik. En uno de esos cortes, Mikuro se movió con rapidez para tratar de cortarle con sus tijeras, pero esto solo hizo que los dos chocaran sus armas.

V.II - Saga Juntos o Muertos - Regresemos como héroes [G.O]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora