Capítulo 8: ¿Sabes quién eres?

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Andrea no sabía muy bien a donde querían ir, solo caminaban por las calles de Tron-Axt, encontrándose con caminos de piedra que los llevaban al lado de un río extenso. Un sitio que le transmitía una paz extraña.

La corriente era tranquila, el aire fresco movía su cabello con delicadeza, respirando la pureza de la hierba verdosa junto a los pocos árboles que había a su alrededor. Era como si por un momento fuera la niña traviesa donde correteaba con su padre.

Extrañaba esos momentos en los que se la pasaban en el campo, aprendiendo lo que la naturaleza les podía ofrecer, aunque la Andrea de cinco años no hacía mucho caso más que mancharse de barro, recibiendo el enfado de su madre, Alma.

—¡¿Podo saber o que fixeches coa túa roupa?! —¡¿Puedo saber que has hecho con tu ropa?!, le preguntaba Alma, riñéndole mientras que Andrea se reía.

—Nada grave, isto lava sen problema —Nada grave, esto se lava sin problema, aseguró Andrea.

—¡Lavarao coa lingua se é necesario! (¡Lo lavarás tú con la lengua si hace falta!)

—Menos mal que non teño que pasar por iso —Menos mal que yo no tengo que pasar por eso, murmuró Elías con una sonrisa pícara.

—¡Non fales demasiado alto, ti tamén o faras! —¡No hables muy alto que tú también lo harás! contestó Alma, cruzando sus brazos.

Una risa se le escapó por sus adentros, pero pronto desapareció cuando se dio cuenta de dos detalles. El primero era que recién recordaba los nombres de sus padres, y segunda era que hablaba otro idioma aparte del castellano.

«Y lo peor es que me doy cuenta ahora», se dijo, mirando a su alrededor para encontrarse con los demás.

No era la única quien tenía que hacer la prueba, Soleti y Luziette debían hacerla, pero decidieron que Andrea empezara primero ya que desconocían sus capacidades. Andrea no tuvo problema, pero no le gustaba sus miradas intranquilas, en especial en Ann que susurraba palabras en un idioma que no comprendía

«Supongo que es normal...»

Pronto Ann se puso frente suya, mirándola con total seriedad, o eso intentaba porque sus brazos temblaban junto a un rostro que demostraba arrepentimiento.

—D-Dijiste que tu hermana no estaba a tu lado, sino en la biblioteca, ¿no? —preguntó Ann.

La pregunta hizo arquear la ceja, inclinando la cabeza hacia su derecha.

—Sí, ¿puedo saber por qué mencionas tanto a mi hermana?

—Mira... quiero explicarlo de la mejor forma posible, incluso quería que estuviera tu hermana para ponerte a prueba, pero al no estar, dificulta mis ideas y...

Poco a poco las manos temblorosas de Ann mostraron un objeto. No lo enseñó por completo, pero era suficiente para que Andrea se quedara en silencio, como si su alrededor se hubiera paralizado. Las pulsaciones de su corazón se descontrolaban. El sudor recorría sus manos y frente. Y parecía que sus pupilas de habían dilatado tanto que no podía ver nada.

—N-No me odies, Andrea —pidió Ann, tragando saliva con dificultad—, mi idea en verdad era ver como podías ingeniártelas bajo presión junto con tu h-hermana, pues es alguien que aprecias mucho y... y-yo...

—¿Qué le has hecho?

Grave. Una voz tan escalofriante que Ann soltó sin querer el muñeco que tenía en sus manos, dejándose ver el muñeco de Anais.

—Y-Yo no lo hacía a m-malas, de verdad que no —susurró Ann, angustiada—. ¡S-Su idea era ponerte a prueba con lo que tie-

El violento y potente puñetazo que recibió en su pecho provocó que algunas partes de su pecho y brazos se rompieran como si tirara miles de platos contra el suelo; enviándola así contra las paredes del edificio que había a la lejanía.

V.II - Saga Juntos o Muertos - Regresemos como héroes [G.O]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora