Capítulo 37: Aire puro.

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No tenía claro cuántas horas habían pasado desde lo ocurrido, pero el silencio en la sala hacía que Andrea sintiera una gran tensión encima. Sus manos tocaban unas sábanas ásperas, logrando que sus sentidos se pusieran en alerta y abriera sus ojos. Se sentó en la cama, mirando a su alrededor, encontrándose en una habitación de colores grises y blancos con apenas unos muebles dispersos, los justos para poder dejar algunos objetos o unas sillas que no se veían muy cómodas.

—Hospitales, no. Por favor te pido —murmuró Andrea, mirando de un lado a otro, ignorando el ligero dolor que tenía en su estómago—. Dime que no es un hospi-

De pronto, la puerta de la habitación, que se encontraba la derecha, sería abierta, encontrándose con Anais con unas pocas vendas en sus brazos al igual que su rostro. Cuando sus ojos se encontraron, las lágrimas aparecieron.

—¡Andrea! —gritó Anais con gran ilusión.

La pequeña no dudó ni un segundo en correr hacia su hermana, abrazándola con todas sus fuerzas sin que Andrea pudiera levantarse de la cama. Tal recibimiento hizo que soltara lágrimas sin querer, abrazando y acariciando el cabello de Anais con una gran sonrisa dibujada en su rostro. Tal escena sería presenciada por Mikuro, mirándolas con una sonrisa cariñosa.

—Estás bien, menos mal —murmuró Mikuro con un suspiro mientras se acercaba.

Andrea dejó de abrazar a su hermana para acercarse a Mikuro y abrazarla con fuerza, un gesto que tomó por sorpresa, pero no dijo nada al respecto y correspondió.

Mima, me duele un montón la espalda, ¿cuánto tiempo estuve durmiendo? —preguntó Andrea poniendo sus manos en sus caderas mientras estiraba.

—Cerca de cuatro días en Tron-Axt —respondió Mikuro.

—¿¡Eh?! ¿¡Tanto?!

Mikuro soltó una risa suave al ver el rostro de Andrea.

—¿Te acuerdas de lo que ocurrió? —preguntó Mikuro.

—E-Eh... no.

Con un suspiro suave, Mikuro empezó a explicar todo lo ocurrido. La admiración se notaba en sus palabras ante la pelea que tuvo contra el virus.

—Cuando acabaste con el virus, los demás pudieron llegar y crearon una nueva norma, la eliminación de las anomalías en el código —explicó Mikuro.

Aquello puso en alerta a Andrea, tocando su cuerpo mientras se miraba, unos gestos que le hicieron gracia a Anais y Mikuro.

—A excepción de las tuyas, Andrea —añadió Anais—. Sabíamos que esas anomalías eran parte de ti, que son las únicas que parecen estar de nuestro lado.

Andrea soltó un suspiro largo lleno de alivio, sonriendo con calma mientras las miraba. Al menos sabía que ellos dos estaban bien, aunque no le habían respondido a su llamada, por lo que supuso que estaban dormidos.

—Ambas anomalías hicieron un gran trabajo —admitió Mikuro—. En el tiempo que estaba cuidándote, ellas estaban sanando tus heridas.

Mikuro giró su cabeza hacia la derecha, viéndose que la espada estaba encima de la mesa que Andrea había visto por encima. Una vez más soltó un suspiro de alivio.

—Dicho esto, al crear las normas, nos pusimos en marcha con los demás, intentar curarlos —murmuró Mikuro con cierta pena—. P-Por desgracia hubo bajas.

Escuchó bien la pelea que habían tenido los demás contra Zarik o como Anais explicaba que Lucas y Ann habían muerto, aunque se mantenían aún como pequeños muñecos que podían llevarse como un llavero. Aquello le dolió a Andrea, más al pensar sobre cómo reaccionaron los demás ante lo sucedido o como se tomó la pérdida de Zarik para Lania.

V.II - Saga Juntos o Muertos - Regresemos como héroes [G.O]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora