Capítulo 28: Ser un héroe.

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En una casa humilde donde se respiraba paz, se encontraba Lania, sentada en el suelo de su habitación con las piernas cruzadas, juntando sus manos mientras su cabeza apuntaba al suelo.

Trataba de no dejar que las lágrimas la inundaran al igual que las palabras de su hermano que fueron miles de flechas clavadas en su corazón. Intentaba no mostrar debilidad, pero era imposible, más con las acciones que estaba tomando.

Sabía que era arriesgado, que sus manos realizaban gestos que no podía usar, pero que sí las sabía era porque siempre se había fijado en Zarik cuando luchaba en combate. Respiraba con dificultad mientras las ejecutaba, moviendo su brazo izquierdo y hacerse sangre en su mano.

La peor idea que pudo tener cuando de pronto se vio en el interior de un pasillo enladrillado donde los fuegos flotantes la rodeaban creando un circulo a su alrededor. El color azul era solo un engaño, una forma de expresar la tristeza. Una forma de burlarse de los más débiles.

—¿Qué estoy viendo? Hacía años que no me encontraba con algo igual. Un cazador del Ueimo adentrándose en mi lugar preferido.

Cuando la voz apareció, Lania sintió como la agarraban de su brazo izquierdo, sujetándola de tal forma que se suspendía en el aire y sin poder moverse. No se alteró, más bien abrió los ojos desafiante, moviendo su mano derecha hacia su boca.

Un gesto tan osado del que solo pudo hacerle reír al contrario.

—Uno de los Cuatro Cardinales eres, pero no sé si eres el Norte, Sur, Este u Oeste. Sea quien sea, ¡deja en paz a mi hermano! ¡Deja de consumirle como si fuerais buitres! ¡Él ya dejó todo eso a un lado!

Su risa resonó en los pasillos y las luces desaparecieron por completo. En medio de la oscuridad, Lania se mantuvo valiente al recordar cómo de agresiva podía ser ese poder en su galaxia, como tomaba una forma que reconocía. Antes de que pudiera hacer algo, sintió como la empujaban, alejándola del pasillo para encontrarse en medio de una grandiosa sala tenebrosa, como si fuera la sala del trono de un castillo cuyos colores predominantes eran los oscuros.

Se pudo levantar y al mirar a su alrededor, pudo ver a los Cardinales. Norte. Sur. Oeste...

«¿Dónde está el Este?», se preguntó Lania.

—Deja de intentarlo, Lania. Tendrías que haberte unido a nosotros cuando tuviste la oportunidad. Ahora mismo estás sola, nadie te puede salvar. Te has metido en la boca del lobo.

Lania sabía que se había adentrado en el peor lugar posible, pero no le importaba si con ello obtenía respuestas. Y las estaba consiguiendo. Más de lo que pensaba.

—No voy a permitirlo —murmuró Lania, tratando de mantenerse en pie, pero le fue imposible ante la presencia de aquellos que se burlaban de sus intentos.

—Los cazadores Ueimos no entienden que su destino está perdido junto al Invierno y el Verano —continuó hablando. lania sabía que era el Norte por como caminaba y hablaba con soberbia—. Moriréis y no tenéis nada que hacer ante nosotros. Conseguiremos nuestro objetivo, nosotros podremos acabar con esa miseria que nos rodea, pero que no queréis ver.

Lania, con dificultad, se levantó, mirándolos con unos ojos aun desafiantes.

—¿Ah... sí? —preguntó Lania, manteniendo una sonrisa que logró sorprender a los presentes—. ¿Saben? Soy alguien que no tengo mala memoria... y que yo sepa, no erais tres, sino cuatro.

El silencio se hizo en la sala. Norte se mantuvo firme ladeando la cabeza hacia la izquierda. Lania no se dejó intimidar.

—El Este se encuentra en el Norte. —Lania abrió sus ojos con angustia—. Yo soy el Este.

V.II - Saga Juntos o Muertos - Regresemos como héroes [G.O]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora