No había pasado mucho tiempo desde lo ocurrido en el almacén. Algunos estaban cerca del lugar como era el caso de Lucas y Ann. Necesitaban un momento de paz, sintiendo el aire fresco en sus cuerpos de tela y viendo la naturaleza que los rodeaba.
Lucas se mantenía en silencio mientras Ann intentaba contener las lágrimas, pero le era difícil.
—¿Por qué no me lo dijiste antes? —preguntó Lucas, mirando de reojo a su hermana con una decepción notoria en sus ojos cansados.
Ann no fue capaz de decir ni una sola palabra, se agarraba su cabello hecho de hilos sedosos de color castaño.
—No me voy a enfadar, Ann, pero tendrías que habérmelo dicho antes —habló Lucas en un tono más suave, uno poco habitual en él.
—T-Te h-habrías decepcionado c-contigo mismo al saber la verdad —respondió Ann—. Todas esas veces que intentaste s-salvarme, t-todos tus intentos que eran valerosos... ¿C-Cómo te habrías sentido que en verdad no sirvieron de nada? Me habrías odiado, te habrías sentido mal, y no deseaba eso. N-No quería que te vieras como alguien débil.
—Pero te hacías daño, hermana, sacrificabas partes de tu cuerpo para darme vida, ¡y ni siquiera sé por qué olvidé eso! ¿Lo hacías a posta? ¡¿No querías que me enterara de esa verdad?! —preguntó Lucas con la voz entrecortada, quebrandose incluso.
—L-Lucas, nuestra ciudad era un desastre. El rey parecía ser un muñeco sin alma, por lo que era imposible sobrevivir allí si la delincuencia predominaba —explicó Ann mientras agarraba sus manos—. Intentabas salvarme, te sacrificabas, perdiste miles de veces tus extremidades y fuiste perforado en tu estómago. No deseaba quedarme de brazos cruzados, menos cuando descubrí que tenía cierto poder oculto.
Ann recordó bien el momento. En las calles oscuras y mugrientas de su ciudad, donde la luz del sol jamás parecía salir, siempre tenían que escapar de aquellos que no conocían la moral y aprovechaban todo lo que tenían los cuerpos de los seres de tela. En el caso de Lucas y Ann, poseían unas telas que eran ciertamente demandadas, y a muchos no les importaba matar si con ello conseguían su deseada mercancía.
Era una desgracia para Ann ser alguien que poseía una tela exquisita y preciada, por ello Lucas la protegía a pesar del dolor y sufrimiento. Muchas veces lograba protegerla, pero de las veces que no lo conseguía, Ann se ponía en serio.
—¡Ni se te ocurra arrancarle sus brazos! ¡Maldito desgraciado!
No era una experta en el combate, su fuerza era una burla para los asesinos, pero ese día tuvo el privilegio y desgracia de descubrir algo que ocultó demasiado bien
—¿¡Cómo puedes regenerar tu cuerpo?!
Era poco común que en su raza alguien pudiera regenerarse. De normal solían haber enfermeras que cosían el cuerpo del usuario, siendo un método lleno de dolor que parecía ser más una tortura que una salvación, pero en el caso de Ann era algo milagroso. Podía regenerar su cuerpo de las heridas con una aguja que siempre cosía, aunque no podía abusar de ello.
Una opción, una salvación que Ann aprovechó para acabar contra su delincuente a muy duras penas, pero también para algo que fue muy arriesgado.
—Si con eso te mantengo con vida —murmuró Ann, apretando sus dientes mientras agarraba su brazo izquierdo—, entonces lo haré todas las veces que haga falta.
Un poder que fue utilizado para no solo salvarse ella misma, sino que para su hermano también.
Por ello mismo ambos estaban en esta situación. Un secreto que Ann desveló ante las magias de Creni. Uno que no le quedó otra que confesar y que ahora se encontraba frente a su hermano con lágrimas presentes.
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V.II - Saga Juntos o Muertos - Regresemos como héroes [G.O]
Action¿Necesitabas cualquier arma, magia u otro tipo de objetos como muebles, comidas o bebidas? El código 006 era conocido por ser un mercado extrasistema donde todo tipo de razas se reunían para vender sus pertenencias o fabricaciones para conseguir un...