| Segunda parte: No olvides tu mayor error |

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Seremos los mismos condenados de siempre, pero con distintos seres, géneros y apariencias.

Seremos los mismos condenados de siempre, pero con distintos seres, géneros y apariencias

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Jamás se había sentido tan solo y perdido. Bueno, en verdad, si lo había estado. En sí, había tenido que actuar durante tantísimos años en una soledad violenta por cumplir las órdenes de alguien que le decía siempre lo mismo.

Esto es por un pasado injusto. Esto es por vuestro bien.

Ponía las manos en su cabeza y gritaba desde lo más profundo de su corazón. ¿Tenía uno? Bueno, desde su perspectiva sí lo tenía, aunque todos los seres que existían en el núcleo le decían lo contrario.

Una anomalía. Una aberración. Un desastre. Un fallo. Todos los apodos más despectivos que sabía que se merecía, después de todo, ellos actuaban sin medir sus acciones. Destruían, mataban y contaminaban. Lo disfrutaban y con ello reían como nunca, creyendo que alcanzaban esa gloria que les había prometido.

—Tres veces —mustió entre risas nerviosas junto a lágrimas blancas que caían sin descanso—. Tres malditas veces. Tres veces te obedecí. Un intento. Dos intentos. Tres intentos. Esta es la cuarta. Ya no estoy de tu lado.

Miró por un momento su mano derecha y chilló desesperado. ¡Por los Errores! De pensar que iba a pedir la ayuda que todas las anomalías y virus temía. ¿¡De verdad iba hacerlo!? ¡Sí!

Aunque pensarlo no era lo mismo que hacerlo. Para nada. Lloraba desesperado y sentía que, a pesar de estar en el cuerpo de Andrea, esos ojos consumidos por la locura lo estaban observando.

¿¡Por qué no había sido castigado?! ¿Por qué no había muerto bajo horribles sufrimientos?

¿A qué estaba jugando?

Recordar no era agradable. Ver el Mercado Extra-Sistema revolvió su estómago, o al menos una forma de decirlo porque en verdad era como si su existencia desvaneciera en medio de un agujero negro donde no sabía ni el tiempo, ni el espacio. Nada. Solo la espera de una muerte en la que posiblemente no sería ni consciente.

No deseaba eso. No. Estaba muy harto de repetir tantas veces. De intentarlo tantas veces...

¿Por qué no podía cubrir su boca con su mano derecha? Solo era una vez. La única para saber que tan cierto era lo que decían los mitos.

—Sí puedo hacerlo —susurró, girando su cabeza hacia la derecha con las lágrimas aun presentes—, pero necesito abrir la caja azul de Andrea.

—Sí puedo hacerlo —susurró, girando su cabeza hacia la derecha con las lágrimas aun presentes—, pero necesito abrir la caja azul de Andrea

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V.II - Saga Juntos o Muertos - Regresemos como héroes [G.O]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora