21º CAPÍTULO

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La nave nodriza de los nómadas hulú fue invadida por una gigantesca nave de procedencia desconocida. Eran esos seres de un solo ojo, que venían a secuestrar a todos los que habían quedado después del primer ataque.

Los humanos eran conscientes de esa posibilidad. Los cíclopes eran rápidos y letales, se abrieron paso por las primeras defensas y pronto acabaron por someter a todos. Uno a uno fueron durmiendo a los humanos prisioneros, para poder llevarlos. La plaza sol se llenó de gente enfilada. Muchos estaban desorientados y temían su muerte por eso acataban cada orden que esos seres les decía. Unos pocos corrían despavoridos pero su huida se veía frenada en seco, pues los cíclopes hacían que su cabeza estallara en menos de un segundo, con simplemente mirarlos.

La jerarca había sido también llevada hasta allí, junto a su hijo Shinki, quien se había quedado para proteger a su madre y a todos los que aún permanecían en la nave. Estaban los dos juntos, uno al lado del otro.

-¿Todos los guardias han caído?- le preguntó su madre aún débil apoyándose sobre el soporte del gotero.

-Todos- respondió Shinki con el mismo tono de voz. Tenía la cara manchada de salpicaduras de sangre, posiblemente presenció muy de cerca cómo habían matado a uno de sus compañeros. Pero él sabía que esas cosas podrían pasar. desde muy joven había aprendido los peligros del espacio. También conocía la importancia de luchar por la supervivencia, la sangre... Y la muerte estaban más cerca de lo que muchos creían.

-No podemos permitir que vivan madre- el joven vio cómo se empezaban a llevar a varias nómadas, amontonados como cadáveres, aunque en ese momento solo estaban dormidos.

-Aún queda el protocolo 99- recordó su madre con voz seria.

Shinki la miró serio y con los ojos muy abiertos.

-Es la única manera- anunció al descartar todas sus posibilidades -nos quedamos aquí para sanar nuestras heridas por el ataque, confiamos ciegamente en que no seríamos atacados de nuevo, pero ellos conocían bien nuestra posición...-

Uno de los cíclopes miró en dirección a la jerarca y su hijo.

-Entonces, que así sea- Shinki tomó la mano de su madre y esta empezó a gritar con todas sus fuerzas -¡Aquí Samara jerarca de la comunidad hulú, pongo en marcha el protocolo 99-3!-

La nave se torno con una envolvente luz azul, entonces se escuchó la voz del ordenador central, que era como el cerebro de la nave -Ha solicitado iniciar el protocolo 99-3, se precisa clave para iniciarlo- contestó con voz robótica femenina el sistema.

-La clave es 43LORN2087- respondió Samara letra por letra y número por número. El agarre de su hijo se vio intensificado por el inicio de la cuenta atrás. Eran tan solo 10 segundos, antes de que todo saltara por los aires y se viera reducido a cenizas.

-Estoy orgullosa de ti Shinki, fuiste un hijo y una persona ejemplar- le expresó su madre antes de darle un cálido abrazo de despedida.

-Te quiero mamá- fueron las últimas palabras de Shinki, justo después, la cuenta atrás llegó a cero. Y en menos de un segundo pronto dejaron atrás todo ese sufrimiento y dolor, para ser libres, para ser parte del espacio.

Los cíclopes no esperaban esa estrategia. Todos murieron, incluso las naves invasoras de alrededor se vieron muy afectadas. Los humanos habían ganado... ¿o no?.


Libra había quedado fascinada por los movimientos de combate de Zaha'ri. Le sorprendía ver lo rápida, silenciosa y letal que era. Le había quedado muy claro ayer, cuando habían ido siguiendo el rastro de un animal que ellos llamaban Lentar. El ser en cuestión era parecido a una serpiente gigante con cara insectoide, que a Libra le recordaban a las mantis religiosas, también tenía dos grandes y mortales tenazas a cada lado de la boca, provistas además de un veneno mortal. Pero nada de eso había hecho frenar a Zaha'ri, quien con un salto se había encaramado a lo alto de la criatura y le había empezado a clavar salvajemente la lanza en los ojos. El Lentar emitía unos ruidos muy desagradables de dolor, mientras intentaba apartar a la cazadora con sus tenazas. Pero ella las esquivó y se dirigió hasta lo que podría ser el cuello de la criatura. Y con un movimiento muy bien estudiado, se deslizó por su cuerpo, provocándole con la lanza una gigantesca herida, de la que salieron desparramándose todos los órganos internos del Lentar. La criatura se desplomó derrotada.

Más allá de las estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora