20º CAPÍTULO

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Suna había pasado todo el día pendiente de Oku. La muerte de su madre y su hermana le había afectado bastante, creando un vacío que tuvo que llenar con la responsabilidad de criar a aquel bebe.

Habían pasado dos días desde la partida de Alley y el yautja, sin su amiga cerca para ayudarla, todo se volvía una nueva y desafiante experiencia.

En realidad no era muy complejo el mantener a un bebe, sólo tenía que asearlo, darle de comer, jugar un poco y dejarlo descansar. No se despegaba de él, ni dejaba que nadie más lo sostuviera durante mucho tiempo. Sentía que su mundo se derrumbaría si algo le pasaba a aquel niño, el cual, hace apenas un mes le había parecido un mono.

-Que irónica es la vida- dijo para sí misma al recordarlo.

Aquel planeta donde habían aterrizado era frío y hostil, pero la humanidad se había hecho camino y había creado un hogar cálido de esa roca helada. Y es que verdaderamente hacía mucho frío allí, pues las montañas estaban nevadas a pesar de ser principios de verano.

En las estaciones frías subsistían en las instalaciones subterráneas. Y es que aquel mundo poseía además un intrincado sistema de galerías bajo tierra, dónde también había vida como algas y pequeños animales semejantes a mamíferos y una mezcla entre hongos y anfibios.

Vaum se había interesado bastante en la exploración de estas cavernas, llegando incluso a crear el primer mapa a escala de los túneles. También convenció a Taiana de ser el que liderase un escuadrón de exploración. Se encargó de anotar todos los descubrimientos y de adjuntar también fotos. Él se sentía más vivo que nunca, había hecho buenas amistades también, pero en el fondo estaba algo dolido por ver a su compañera Suna en aquellas circunstancias, también extrañaba a Libra. En ocasiones, si pensaba en ello, le venían imágenes desagradables del cuerpo sin vida de la chica. Su refugio era centrarse en hacer esas tareas de exploración, así no se quedaba a solas pensándolo. Es más, evitaba estar solo a toda costa. Por eso se había vuelto tan extrovertido y amable con el resto de los colonos. Incluso una de las mujeres de su escuadrón le había insinuado cosas, lo que pasa que no pillaba ninguna de las indirectas y la veía como una amiga cercana solo.

Por otro lado estaba Calev, quien había aceptado el mando de aquella pequeña comunidad de nómadas hulú. Era el encargado de supervisar los descubrimientos y de participar en la gestión de la colonia en general, junto con el presidente que ya estaba allí. En realidad no se llevaban muy bien. Para Calev, aquel tipo, llamado Jonna era un engreído, no hacía mal su trabajo, pero tratar con él era engorroso. Y para ojos de Jonna, Calev era un crío sabiondo que no le importaba mucho el resultado de sus decisiones (lo cual, en parte era cierto).

-Gracias a los resultados que obtenga de este test, podremos estar un paso más cerca de acabar con ese cíclope- defendió su tesis el joven de cabello negro.

-Para empezar, no creemos en la verdadera existencia de los cíclopes esos que decís...- rebatió con cara de pocos amigos Jonna mientras se peinaba su barba grisácea.

-Solo necesito esta noche, si me traéis el espécimen número ocho, ese que llamáis rana brillante- Calev mostró una de las fotos que había tomado Vaum -según los biólogos de su colonia, este animal paraliza mentalmente a sus víctimas, que suelen ser unas babosas fluorescentes-

-Si, admito que sin duda es un organismo muy singular pero ese "cíclope" del que hablasteis hacía ataques a escala planetaria, según habíais asegurado...- comentó el presidente de la colonia sin estar del todo convencido.

-Si consigo experimentar con uno de estos animales y con algunas babosas... puede que logre crear un dispositivo que inhiba esos efectos que usa para cazar- expuso el joven.

Más allá de las estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora