24º CAPÍTULO

7 2 0
                                    

Libra había logrado llegar hasta las ruinas que le habían dicho el día anterior. Estaba cansada y hambrienta pero su curiosidad era más grande. Con mucho sigilo y cuidado, se adentró en lo que parecía una antigua casa de piedra. Se preguntó quienes vivieron en ese lugar y por que ya no estaban.

Un esqueleto extraño y roto apareció en una de las estancias en penumbra de ese sitio. No era humano ni tampoco algo que ella pudiera reconocer, más allá de que tenía unas seis extremidades y medía aproximadamente su altura.

-¡Vaya!- se maravilló la chica al pasar del montón de huesos y fijarse en una robusta lanza caída en el suelo. Era antigua pero se le había dado muy poco uso.

Tener un arma más contundente que unas flechas era un avance, pero la chica sabía bien que una confrontación directa solo le traería la muerte. Chasqueó su lengua con molestia. Todos los planes e ideas que había tenido para acabar con un xenomorfo acaban con ella siendo asesinada por uno. Empezaba a estar harta del tema.

-Maldita sea solo quiero dormir todo el día- se quejó con verdaderas ganas de llorar. Aparte del cansancio y el hambre, su tripa le había empezado a doler, muy posiblemente también por el agua que había bebido.

-Debí haberla hervido primero... pero estaba tan sedienta...- se lamentaba en su mente.

Necesitaba tiempo pero con cada minuto que pasaba, sus probabilidades de sobrevivir disminuían exponencialmente.

Regresó la vista al cadáver ¿acabaría ella igual? lo único que esperaba es que fuera rápido e indoloro.

-¡Maldita sea!- lanzó una patada al aire. Ella no quería morir pero todo era tan complejo.

-¿Qué haría Alley ahora?- se preguntó en voz baja.

-Buscaría más recursos... usaría el entorno... tendría una espada a prueba de ácido- miró la lanza con desdén. No parecía que le fuera muy útil después de todo.

Finalmente optó por buscar más cosas en aquella casa, alguna herramienta o objeto que le sirviera de armadura. Comida estaba claro que no iba a encontrar... pero aún así no descartó la posibilidad.

Tras unos largos minutos, había conseguido lo que parecían unas bobinas de alambres estropeados pero resistentes, dos piedras para hacer fuego, una tela grande y desgastada de color granate y una botella cuyo contenido era una especie de licor fuerte y añejo.

Una bombilla imaginaria se encendió sobre la cabeza de la chica: podía preparar un cóctel molotov de esos que había visto en películas y videojuegos. Sabía bien la teoría pero temía que en la práctica la cosa se complicara.

Pero era mejor que nada, de tal forma que arrancó una tira larga de la tela e introdujo un extremo anudado en el interior de la botella, dejando otro extremo de la tela fuera.

Unos sonidos de gruñidos y golpes se escucharon desde el exterior. Libra se quedó estática sin respirar siquiera ¿era uno de esos bichos? tomó aire y se armó de valor para asomarse por una de las ventanas.

Efectivamente era un xenomorfo luchando contra uno de los yautja jóvenes que también había asistido a la prueba. Este tenía la piel azulada con rayas grisáceas, no se le veía muy bien pues la mitad de su cara chorreaba sangre verde.

Libra se mordió el labio por dentro con ansiedad ¿iba a presenciar una muerte sangrienta de nuevo? esperaba que ese yautja no muriera. Le hubiera gustado ayudarle pero había dos grandes razones por las cuales no intervenir: una era que ella podía morir y la otra era que no podía ir e interrumpir la batalla ya que entonces no se consideraría honorable.

Al final el yautja logró matar al xenomorfo con ayuda de sus garras retráctiles que llevaba incorporadas en sus antebrazos.

-Wow- soltó aliviada a la chica.

Más allá de las estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora