Una falla en el destino

Capítulo 19: La locura de los secuaces

Este capítulo tomó un poco de tiempo para editar. Reescribí casi por completo la tercera escena, incluso cambié la ubicación. Será un lugar interesante en el futuro. . . considera esto como una especie de huevo de Pascua.

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El próximo capítulo se publicará el próximo sábado.

Harry Potter: un error en el destino

La difícil situación del acertijo

VIII. La locura de los secuaces

"Me voy a la biblioteca". dijo Nott, poniéndose de pie. Sus ojos oscuros se dirigieron rápidamente a la mesa del personal a lo largo del frente del Gran Salón, "La señora Pince todavía está comiendo. Tal vez pueda robar un libro o dos de la Sección Prohibida".

Harry asintió, saludando distraídamente la espalda de Nott antes de regresar al bistec que estaba frente a él. El extremo de su tenedor pinchó un trozo bastante grande de carne. Harry se lo llevó lentamente a los labios. Era tierno y jugoso, pero aun así se sentía demasiado para comer. El estómago de Harry gruñó en protesta cuando alcanzó otro bocado.

Puedo agradecer a la tía Petunia por eso. Todavía no estoy acostumbrado a comer tanto.

"Te vas a quedar en Hogwarts durante las vacaciones de invierno, ¿verdad?"

Harry asintió, girándose para mirar a Daphne. Rápidamente tragó su comida antes de responder.

"Hogwarts es mucho mejor que los Dursley. Además, normalmente tengo la sala común para mí solo, ¿a menos que te quedes tú también?"

Ella sacudió su cabeza.

"Astoria". murmuró en voz baja, "Esa es mi hermana. Me... me gustaría pasar las vacaciones con ella. Tracey podría estar allí también".

"Me alegra oír eso." dijo Harry con sinceridad. "Tu hermana, Astoria, pronto vendrá a Hogwarts, ¿no?"

"Ese es el plan." Daphne suspiró, alcanzando su comida nuevamente, "Y hablando de planes, será mejor que te registres para quedarte si eso es lo que planeas hacer".

"Derecha."

Harry se tragó el resto de su comida antes de ponerse de pie, observando cómo el plato dorado desaparecía en el momento en que se levantaba. Esperó un momento mientras Daphne terminaba su tazón de avena antes de levantarse lentamente de la mesa.

"Estará en el vestíbulo de entrada, ¿no?".

Harry asintió.

Efectivamente, un largo rollo de pergamino había sido aplanado en la pared más lejana, una pluma y una botella de tinta descansando justo debajo. Harry mojó la pluma en tinta, levantándola para firmar con su nombre. Sus ojos esmeralda se posaron en tres nombres escritos con una letra igualmente desordenada, y se detuvo, frunciendo el ceño.

Draco Malfoy. Vicente Crabbe. Gregorio Goyle.

"¿Por qué se quedan atrás?" murmuró Harry, con los ojos entrecerrados, "Malfoy nunca deja de decir que nunca haría algo así".

"No estoy seguro." Daphne frunció el ceño, "Pero probablemente tenga algo que ver con ellos".

Un dedo delgado y pálido se elevó para señalar nombres más abajo en el pergamino. Harry siguió su mirada y sintió que su corazón se hundió.