Una falla en el destino

Capítulo 33: Escondido en el armario

Un capítulo que me gusta bastante, particularmente la última escena.

He comenzado una Discordia. Tengo la intención de que sea un servidor pequeño y relajado, nada que imaginar o grandioso. Si tienes alguna pregunta sobre mi escritura, quieres hablar sobre mi trabajo o simplemente quieres pasar el rato, eres más que bienvenido a unirte. El enlace está en mi perfil.

Lea, revise y siéntase libre de señalar cualquier error / inconsistencia.

El próximo capítulo se publicará el próximo sábado.

Harry Potter: Un defecto en el destino

La más negra de las noches

V. Escondido en el armario

"¡Vane, Romilda!"

Harry observó cómo una niña se acercaba al taburete de tres patas en el centro del pasillo. La profesora McGonagall bajó lentamente el Sombrero Seleccionador sobre su cabeza, y los ojos oscuros de la niña desaparecieron de la vista. Su cabello negro rizado presionaba contra su túnica, aplastado por el material viejo y coriáceo del sombrero mismo.

El mundo parpadeó, las paredes del Gran Salón se derrumbaron. Los ladrillos que los hicieron se hundieron en la tierra, formando un camino justo debajo de sus pies. Las antorchas permanecieron en su lugar, pero sus llamas se desvanecieron, reemplazadas por bombillas muggles. Estaba oscuro; Harry se deslizó hacia atrás, su columna vertebral presionando contra la pared de ladrillos detrás de él.

Grieta.

Harry cambió. El agua salpicó justo fuera de la vista, y escuchó el sonido de pasos suaves y delicados trepando por el pavimento muggle. Harry se empujó del suelo, sacando su varita del bolsillo trasero.

"¡Muéstrate!"

Algo se agitó en el callejón frente a él. Harry podía distinguir el débil contorno de una mujer, una con cabello de aspecto salvaje y túnicas largas y andrajosas. Una gota de luz cayó sobre ella mientras daba un paso adelante. El cabello oscuro y rizado brilló ante los ojos de Harry.

"No puedo", hizo un puchero la mujer, inclinándose más cerca en la oscuridad, "Quiero, pero ella dijo que no podía. -"

"¡GRYFFINDOR!"

Harry saltó. Un aplauso atronador sonó en sus oídos, y la chica del cabello negro rizado - Romilda, si recordaba correctamente - alegremente se dirigió hacia la mesa de Gryffindor. Harry miró su forma en retirada, sus ojos se clavaron en la parte posterior de su cabeza.

Bellatrix Lestrange.

La había visto, de vuelta en ese callejón justo después de Magnolia Road. Él también la había visto antes de eso, en realidad, una vez en la tele, y primero en el Espejo de Erised. La mujer en el callejón era ella, estaba seguro de ello. Simplemente no había nadie más que pudiera ser.

Y el Ministerio pensó que vendría aquí, a Hogwarts.

Para mí.

La cabeza de Harry se inclinó incómodamente hacia un lado. Colocó un dedo contra su sien, apoyándose, pero el dolor sordo y adormecedor en su cabeza persistió. Un extracto, uno de un artículo del Daily Prophet que había leído hace años, se repitió en su cabeza una y otra vez.

"El seguidor más poderoso y leal de Lady Voldemort..."

Ella lo encontraría. Ella lo traería a ella por lo menos -