Capítulo 2

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/Kidnapped/

৳Aiko Fujimori.

Esto es mi culpa. Sabía de que ese loco me estaba siguiendo, que me espiaba todos los días, averiguando mis gustos, mi lugar de trabajo y los lugares que frecuento. Intenté hacer que tirase la toalla cuando me pasé un mes entero sin salir de casa. Grande fue mi sorpresa cuando vi que eso solo lo motivaba a seguir. Ahí ya supe que no tendría escapatoria. Ese loco de Ran Haitani, o como quiera llamarse, había logrado su objetivo. Sin embargo, y por mucho que me espiara y supiera cosas sin importancias de mi, no averiguó mi secreto mejor guardado.

"Siempre me ha gustado jugar con fuego y, a diferencia de él, yo no tengo miedo a arder."

¿Lo mejor de todo? Que creo que es estúpido. Esa fachada de carisma y seguridad en sí mismo se derrumbó en cuanto le dije que no sabía quién era, lo cuál me da una ventaja sobre él: la más leve crítica le afecta. Por consiguiente, tengo armas a mi favor, pero son de doble filo. Si lo enfado demasiado, podría hacerlo llegar al límite y, quién sabe, a lo mejor me mata, o algo peor. De momento, tengo la más valiosa de las informaciones. Su nombre. Si tanto se glorifica a sí mismo es porque es alguien importante o peligroso, por lo tanto, con poner su nombre en cualquier buscador de Internet, me aparecerá muchísima información.

Dejo mis pensamientos aparte en cuanto noto como me tumban en una superficie acolchada. ¿Una cama? ¿Ya llegamos a su casa?

—Puedes abrir los ojos, sé que estás despierta.— su petición dada en un susurro me trae cierta seguridad a hacerlo y esperar que no fuera otro lugar distinto.

Y así como pensaba, estaba en un cuarto el cual gritaba a voces una palabra: lujo.

Los muebles plateados tenían característicos detalles hechos a mano, con formas excepcionalmente dibujadas en cada una de sus partes, decorando así las mesitas de noche, la cama e incluso los armarios. Algo que también llamaba especialmente mi atención era lo espacioso que eran los muebles, tanto camas como armarios contaban con un espacio ridículamente enorme para ser un cuarto habitado por solo una persona.

Objetos como pequeños cálices adornaban las mesillas de noche, haciendo de estos unos elegantes complementos para el cuarto. Al igual que resaltaba en estos objetos la elegancia, también lo hacía la fragilidad. Por lo tanto, me abstuve de tocarlos por temor a romper algo que probablemente, si lo vendiera, me resolvería la vida entera.

—Tierra llamando a Aiko, ¿sigues ahí?— salí de mi ensimismamiento en cuanto vi su palma sacudiéndose en el aire frente a mí.

—¿Este cuarto es tuyo?— genial, Aiko. Vaya pregunta más tonta acabas de hacer.

—Nuestro, querida. ¿O acaso crees que esta cama es solo para ti?

—¿Quieres que te diga lo que pienso o ya lo dedujiste?

—Ya lo deduje. Sin embargo, cumpliré con mi parte del trato y no te haré nada. 

—Igualmente tengo condiciones. 

—¿Condiciones? ¿Acaso quieres que te recuerde en qué lugar estás?— su mirada arrogante y de superioridad comenzaba a aflorar en su rostro, obviamente siendo ocultados por su ladina sonrisa.

—Sí, sé donde estoy. Estoy en una casa en la que todos los trabajadores y guardias se han ido porque han cumplido su jornada laboral. Por lo tanto, estamos tú y yo solos. Teniendo en cuenta que tienes unas fachas de criminal ridículamente notorias, lo más probable es que haya armas dispersas por todos lados como, por ejemplo...—metí la mano en el cajón de la mesita de noche, sacando así un pequeño revolver cargado— aquí. Por último, tengo un oído muy fino y, por ende, sé en que parte exacta se localiza tu mansión con respecto a la ciudad, lo que no me haría difícil el escapar de ti, dar tus datos, localización y hacer que te arresten. Así que sí, sé cuál es mi posición.

𝘏𝘢𝘮𝘦𝘵𝘴𝘶 |  •𝘙𝘢𝘯 𝘏𝘢𝘪𝘵𝘢𝘯𝘪 (HIATUS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora