Capítulo 12

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/Bad liar/


Aiko Fujimori.

—¿Vas a contarme que ha pasado?— miré al doctor a los ojos, para luego hacer un gesto negativo.

El doctor Abe me miró, seguido de un sonoro suspiro y seguir con su trabajo de anotar todo lo que le decía.

—No voy a darte la charla porque considero que eres ya mayorcita para estas cosas.— tomó asiento junto a mi, manteniendo su distancia para no hacerme sentir incómoda.

"Y aquí vamos otra vez."

—Lo siento, Abe-sensei—. le confesé, verdaderamente arrepentida.

—¿Eres consciente de tu condición, Aiko?— asentí sin ser capaz de verlo a los ojos-Pues deberías de tener más cuidado. Recuerda que no es lo mismo que yo me lastime a que tú te lastimes.

—Sí, Abe-sensei. Lamento no haber sido más cuidadosa—. me incliné ante él a modo de disculpa, sintiéndome algo avergonzada.

El anciano me volvió a mirar, esta vez, con una sonrisa en su rostro.

—Vamos, mujer, no hay que ser tan melodramática, solo ten cuidado para la próxima—. revolvió cariñosamente mis cabellos, sacándome una pequeña sonrisa.

Luego de haberme colocado un cabestrillo para el hombro y comprobar que esa fuera la única lesión importante, me recetó unas simples pastillas para reducir el dolor en la zona afectada, dejándome luego marcharme a casa.

El doctor Abe me conoce desde que tengo 7 años. Mis padres lo contrataron para que fuera mi doctor privado, puesto que era el único genetista de todo el país nipón. Tras la muerte de mis padres, él se ofreció a hospedarme y a llevar mis tratamientos hasta que cumpliera la mayoría de edad, lo cual sucedió dos años después. A día de hoy, lo considero como un abuelo para mí, pues siempre me trató como la nieta que nunca tuvo, con amor, cariño y paciencia.

Dejando de lado mis pensamientos, tomé las llaves del auto de mi pequeño bolso para abrir la puerta de este y acomodarme en el asiento del piloto. En cuanto estuve dentro del auto, solté un suspiro hastiado, estaba cansada de todo y, sobre todo, de todos. Los recuerdos de los acontecimientos ocurridos hace unas horas atrás eran lo único que rondaban por mi mente. En cambio, no estaba ni seguía enfadada como antes de venir a la consulta del doctor Abe. Ahora me encontraba más calmada, tranquila y dejando que la sangre llegara a mi cerebro para hacerme razonar con lógica. Obviamente estoy molesta con ese desgraciado drogadicto pero, gracias a esto, aprendí una valiosa lección: No te juntes con drogadictos, por muy amigos que sean de tu secuestrador. Aún con todo el daño, marcas y lesiones que el pelirrosa me había dejado en la piel, con quién sí estaba verdaderamente enfadada era con el Haitani.

"Prometió tener controlado a ese desgraciado, y si no hubiera sido porque la puerta se derrumbó justo a tiempo, yo no amanecía el día siguiente."

—Jodido Ran, ya no vuelvo a dirigirte la palabra jamás—. me dije a mí misma mientras dejaba salir un suspiro de somnolencia.


Ran Haitani.

"La he cagado, hasta el fondo."

Después de ver cómo la fémina se marchó del lugar declarándome su odio eterno, todo se fue a pique.

Estábamos tan bien, todo iba perfecto durante las primeras semanas, ambos comenzamos a abrirnos al contrario, y ahora sucedía esto. Aiko me odiaba, y eso se había vuelto en una verdad universal.

𝘏𝘢𝘮𝘦𝘵𝘴𝘶 |  •𝘙𝘢𝘯 𝘏𝘢𝘪𝘵𝘢𝘯𝘪 (HIATUS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora