Las pequeñas vacaciones de la familia Grandchester estaban llegando a su final.
En ese tiempo que habían pasado en la cabaña, su rutina fue muy irregular ya que un día podían ir a la montaña y hacer senderismo, otro dar un paseo en bote por la laguna o simplemente no salir de la cama y estar en fachas todo el día.
Anthony decidió no seguir insistiéndole a su hermana para que aceptará de una vez que pensaba mucho en el mejor amigo de su novio. El menor de los Grandchester no quería regresar lleno de hematomas en su cuerpo y que su querida Gabriella pensará mal de él.
Así que los dos hermanos Grandchester decidieron hacer como si nada hubiera pasado y seguir disfrutando de ese agradable tiempo familiar. Después de todos los problemas los estarían esperando cuando llegarán a Londres.
Para Candy era una enorme satisfacción ver a los seres que más amaba en esta tierra, juntos y felices, era como sentirse plena y satisfecha, y ese sentimiento lo albergaba su corazón durante los diecinueve años que realizaron ese viaje, pero ahora había una excepción.
Claro que se sentía feliz al ver en ese instante como su amado Terry y sus hijos jugaban como cuando eran niños y su esposo un treintañero. Pero ahora era como si su corazón le estuviera advirtiendo que algo muy serio pasaría en sus vidas.
La rubia quería callar su corazón y no ponerle importancia a lo que este le decía con mucha insistencia. Los niños estaban muy entretenidos junto a su padre que no se dieron cuenta que la mujer que los trajo al mundo estaba pálida y triste por las especie de visión que estaba teniendo.
Así que movida por su corazón de madre, decidió agradecer y volver a repetir que amaba a su familia, no quería pensar mal y tampoco lo deseaba, pero si algo le llegaba a pasar quería que sus amores tuvieran la certeza que ella los amaba y agradecía por la vida de cada uno de ellos.
—Mis amados hijos, y mi querido Terry, quiero decirles unas palabras antes de que se retiren a dormir —dijo antes de que los jóvenes se retirarán.
Analia y Anthony se sentaron de nuevo en sus asientos y prestaron atención a lo que fuera a decirles su madre.
—Se puede decir que desde pequeña he tenido una vida altamente privilegiada. —Candice empezó a hablar y sus hijos no pudieron contradecir ya que ellos pensaban que su mamá hablaba del privilegio de haber nacido en cuna de oro al igual de ellos.
Sin embargo, Candy hablaba de lo afortunada que había sido al crecer en un hogar en el que si bien habían carencias, nunca le falto amor.
—Pero como muchos, hubo una época en mi vida la cual fue bastante difícil —dijo, y Anthony y Analia se miraron intrigados. ¿Qué pudo haber sido difícil para su madre?
Candy recordó la época en que era rechazada por la mayoría los Andley y acusada de la muerte del primer hijo de su mejor amiga y cuñada.
—No les he querido contar esa parte de mi vida porque aún me duele recordarla, y no quiero que el corazón de ustedes se llene de odio y tristeza por lo que me ocurrió hace más de diecinueve años.
Terrence se acerco a su esposa para colocarle una mano encima de su hombro y trasmitirle todo su apoyo y amor. Mientras los jóvenes seguían intrigados, Analia intuía que algo muy malo le había sucedido en el pasado a su mamá, pero no se atrevía a preguntarle.
—Pero a pesar de todos esos momentos de tristeza y de dolor que pase, no los cambiaría por nada del mundo, ya que gracias a esos momentos nació todo esto, nacieron ustedes, nació mi propia familia. —La rubia se encontraba llorando de mera felicidad—. Quiero agradecerle a Dios y a la vida que me dio la enorme satisfacción de ser su madre. —Candy miro a Terry y le sonrió—. Y de ser tu esposa.
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La heredera de los Grandchester
FanfictionSinopsis: pasados los años, Analia crece como una niña encantadora y feliz. Se convierte en una señorita, que tendrá que aprender a vivir con la carga de las maldades que sus antepasados han causado a gente inocente y no tan inocente. Donato Nowak...