𝙾𝚗𝚌𝚎| 𝙲𝚎𝚗𝚊

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|Waine Stone|

Fruncí el ceño ante la insistencia de alguien tras la puerta de mi habitación. Abrí los ojos, ardían.

-¿Quién? -pregunté adormilada y con la garganta seca.

-Tu maldito hermano, abre ya la puerta, Waine Stone. -respondió Nolan con tono molesto desde el otro lado de la puerta.

Gruñí contra la almohada, obligué a mi cuerpo a sentarme sobre lo orilla de la cama. Tallé mis ojos y los abrí con dificultad. Giré la cabeza hacia mi derecha para lograr ver la hora en el despertador, 8:45 p.m.
Había dormido cuatro horas después de la escuela, estaba despreocupada, mañana sería Sábado.

-¿Debo entrar por ti? -insistió de nuevo.

-Cierra la boca un momento, por favor -me quejé, mientras habría la puerta. La luz del pasillo lastimó mis ojos, los cerré con molestia-. ¿Qué? -pregunté para que me dijera la razón de su insistencia, ya que se había quedado parado mirándome.

-Tardaste veinte minutos en abrirme -expuso abriendo toda la puerta y examinando la habitación con la mirada.

¿Creía que estaba con alguien en mi habitación?

-Estaba dormida, papá -ironicé al darme cuenta de lo que pretendía

-¿Qué hacías?

-Planchaba la vajilla.

Rodó los ojos ante la ironía constante de mi parte. -Hablo en serio, no pudiste no escucharme por tanto tiempo.

-Pues así fue -alcé las cejas-. ¿Algo más?

Me miró con desconfianza y también a mí habitación. -Mamá quiere que bajes, hay invitados - dijo finalmente.

Solté un quejido. Visitas, ahora.

-¿Soy necesaria allá abajo?

-Mamá quiere que bajes -repitió con pesadez-. No tardes, loca -dio la vuelta y desapareció conforme avanzaba en el pasillo.

Cerré la puerta y encendí la luz esta vez. Solté aire al ver el desorden que mi habitación era. Tenía ropa puesta, sólo debía preocuparme por el maquillaje corrido que traía debajo de los ojos, haciéndome parecer una bruja o mapache.

Luego de arreglarme y verme aceptable, bajé a la sala. Podía escuchar la risa de mi madre y alguna otra persona. Los invitados.

Caminé hacia el ruido, el primero en entrar en mi zona visual fue Nolan, quién reía muy falsamente, pues le habían preguntado sobre cómo se sentía ser capitán del equipo de americano.

Mamá me vio de reojo, y luego sus ojos se posaron en mí con molestia. También sabía que había tardado mucho. Me encogí de hombros y me acerqué un poco más.

-¡Waine! Qué bueno que bajas -exlcamó mamá.

Reí minúsculamente ante su falsa reacción, ya que ya se había percatado de mi presencia. Relamí mis labios, sonreí un poco más y asentí.

Mis ojos buscaron a los presuntos invitados. Mi cuerpo dio un vuelco, al ver quiénes eran.
Los Langdon. Tate, su hermana y su madre. Langdon.

The eyes never lieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora