i.

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—¡Bachi, apresúrate!

—¡Ya voy!

El de ojos amarillos apareció detrás de la puerta de su cuarto, saltando sobre un pie mientras intentaba ponerse con rapidez el zapato izquierdo.

—No es necesario apresurarse tanto. —Meguru intentó restarle importancia, mientras se agachaba para atar sus cordones. Isagi quien estaba junto a la puerta con los brazos cruzados, no parecía pensar lo mismo.

—Lo es, porque Kunigami es quien va a llevarnos en su auto. Y sabes que odia llegar tarde. —respondió el pelinegro como si fuera lo más obvio del mundo. —¿Traes tu llave?

—¿Por qué preguntas? ¿Planeas volver sin mí? —Bachira parpadeó varias veces, haciendo una mueca triste. Isagi bufó.

—Nunca se sabe lo que puedes hacer en las fiestas. Así que mejor prevenir, no quiero que me estés molestando cuando yo esté durmiendo.

—¡Oh, vamos Isagi! Nunca se sabe lo que tú puedes hacer en una fiesta. —bromeó, acercándose cuando terminó de atarse los zapatos. Bachira se colgó de los hombros de su mejor amigo, juntando mucho sus caras entre risas.

—Yo no hago la gran cosa. No como tú.

—¿Y quién dice que no es hoy el momento de hacer una locura a lo grande? Una decisión apresurada y una idea loca son capaces de cambiar por completo el rumbo de nuestras vidas. Para bien o para mal.

—No me gusta pensar que toda mi vida depende de un segundo. —comentó Yoichi con algo de ahogo, debido a la fuerte presión en su cuello por culpa del brazo de su mejor amigo.

—Lo sé, pero así son las cosas. Es algo que no podemos cambiar, pero aún así. No hay que ver siempre el lado malo, como dije, una decisión apresurada y muy loca puede ser el inicio de algo grande, de las mejores cosas de tu vida. —dijo el de ojos dorados, abriendo la puerta. Ambos salieron, y empezaron a bajar con calma las escaleras hasta la entrada del edificio donde Chigiri y Kunigami los esperaban en el auto del segundo. —Toma como ejemplo, la primera vez que tomaste un pincel. ¿Acaso no es esa una pequeña decisión que dió paso a tu desbordante pasión por el arte?

—Pues sí pero...

—Y ahora eres muy feliz, no solo pintando, sino haciendo casi cualquier forma de arte. ¿Y si yo no hubiera decidido de forma deliberada manchar con algo de pintura tu cuadro en ese concurso en la preparatoria? ¡Ahora mismo no seríamos amigos!

—Aunque en ese momento quise golpearte...

—¡Pero no lo hiciste! A eso a lo que me refiero, peque...

—Sí, sí, Bachira, lo entiendo. Pequeñas decisiones que definen el rumbo de nuestras vidas.

—Al principio pueden carecer de sentido, pero en algún punto, todas las piezas del rompecabezas terminan por encajar.

Hay una sonrisa enigmática en los labios de Bachira, junto a él, Isagi lo mira con curiosidad, no es la primera vez que terminan hablando de temas profundos, filosóficos e intrincados de la nada. Porque así es Meguru, y su forma de ser siempre ha sido una de las cosas favoritas de Yoichi.

—Al final, hablas del destino ¿No? Y todo esto se trata de que, sin darte cuenta, incluso las decisiones locas que parecen carecer de importancia, solo son un paso en el complicado plan del destino. —comentó Isagi, intentando resumir las ideas de todo lo que su mejor amigo dijo.

—Si así quieres verlo, entonces sí, puedes llamarlo destino.



Perspectivas. |RinSagi|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora