xxii.

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—De acuerdo.

Hay un estremecimiento que recorre el cuerpo de Rin, porque la respuesta de Isagi no es más que una confirmación de que esas palabras salieron de sus labios, que realmente él dijo eso, y no tiene idea de dónde nació el valor para hablar, o para tan siquiera atreverse a sentir de esa forma.

Porque no es que el Itoshi sea alguien reservado, si no más bien, que Rin niega sus sentimientos incluso a sí mismo hasta que ya es demasiado tarde. Pero durante toda esta noche ha sido demasiado tarde porque ni siquiera piensa cuando ya está hablando, halagando y hasta alabando el cuerpo de Yoichi, el cual no tiene nada extraordinario por sobre el resto de las personas que ha conocido a lo largo de su vida, pero que de cierta forma consigue remover su corazón de forma diferente.

Isagi en viva imagen no es nada fuera de este mundo, pero hace que Rin se sienta lejos de la tierra. Y eso es una mierda jodidamente estúpida y empieza a creer que es una enorme confirmación de su ebriedad, porque no es posible sentir tanto en tan poco tiempo.

El fotógrafo recoje la cámara de su lugar, aún le cuesta leer las letras pero aún así, hace un esfuerzo para ajustar el flash y lo demás. Sus pasos son suaves mientras rodea la cama, desde distintos lugares y ángulos, Rin observa a Isagi mientras gira, gira y gira, revoloteando a su alrededor para encontrar la iluminación, la postura y el momento perfecto.

—Espera...

—Vaya, veo que no solo en el sexo te haces de rogar. —comenta el de ojos turquesa en tono sarcástico. Isagi, por en cambio, en lugar de lucir retador, se mantiene algo apenado al momento de responder.

—Solo puedes tomar una foto.

—¿Solo una? Soy bueno pero acostumbro a tomar más para...

—Solo puedes tomar una fotografía, Rin. No más. Toda la noche me has pedido permiso para todo, y has cumplido, así que por favor. Cumple esto también.

Isagi lo pide con total seriedad, mientras cubre la parte inferior de su cuerpo con la sábana, su piel empieza a enrojecer en los lugares que Rin recorrió con sus labios y es tan...

—Está bien, pero tú no podrás verla.

—¿Por qué no?

—Porque si es la única foto que tendré, no quiero que me hagas borrarla. Ambos vamos a aceptar el resultado sea cual sea y pienso que será más fácil para tí de esa forma. —explica el fotógrafo, porque ve en Yoichi ese tipo de timidez e inseguridad que es común para aquellos que no acostumbran a ser fotografiados, personas que no se dan cuenta de su propia belleza cuando es mostrada por alguien más.

Isagi calla, pero en medio de su silencio asiente. Y Rin sigue caminando a su alrededor mientras que intenta conseguir la imágen perfecta, y su modelo no deja de mirarlo también, ambos se observan el uno al otro, se analizan y se aprecian, sin buscar una razón más allá de solo verse.

El flash ilumina la habitación por un par de segundos, Isagi se sorprende, estremeciéndose en su lugar junto a un jadeo de sorpresa.

—Es perfecto. —La voz de Rin suena feliz y encantada por el resultado. Algo dentro de él solo quiere tomar otra foto, otra, otra, otra más, y no parar porque cuando consigues una imagen tan preciosa es difícil parar y ahogar ese éxtasis que nace en su interior, pero una promesa debe cumplirse así que contra los deseos de su alma, Itoshi apaga la cámara y la deja sobre su camisa que aún se mantiene en el piso.

Rin es descuidado al momento de dejarse caer sobre la cama, puede escuchar un jadeo combinado con un gemido de dolor por parte de Isagi, así que se acerca hasta quedar sobre él una vez más, en esta ocasión, no hay ningún instinto sexual controlando sus acciones sino más bien, un instinto más profundo y con el cuál se siente más conectado. Aquel que le hace saber cuándo, cómo y dónde debe tomar una fotografía.

Rin acaricia con suavidad las mejillas del chico bajo su cuerpo, tocando la humedad de la zona y contemplando con sorpresa en medio del mareo la preciosidad de sus llorosos ojos azules.

E Isagi respira con pesadez, una de sus manos rasguña la escapula de su acompañante cuando lo sujeta por la espalda, mientras que abre la boca intentando recuperar el aire perdido, sintiendose avergonzado, y atacado por un montón de sentimientos que le cuesta procesar. Intenta traer algo de cordura a su mente borrosa, pero no puede. Porque cada que observa los ojos turquesa sobre él, brillantes, temblorosos y llenos de éxtasis, vuelve a dejarse caer en sus emociones y sus imaginaciones, contemplando en su mente la forma en que podría trazar las facciones de Rin sobre el papel.

En ese momentos se miran y ambos caen en los ojos del otro, perdiéndose en su color, hundiéndose en su profundidad y olvidándose de la oscuridad a su alrededor.

Porque aunque la negrura predomina sobre el resto, en ese preciso momento para Rin solo existe el azul y para Isagi solo existe el turquesa cuando cierran los ojos y vuelven a besarse porque han conectado de una forma que no pueden comprender porque es más allá de ellos y más dentro de lo que un artista siente al encontrar a la inspiración de sus obras.

Perspectivas. |RinSagi|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora