ii.

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—¿Qué mierda quieren?

Rin no está de humor, su día había sido lo bastante bueno como para tener que arruinarlo ahora con las visitas indeseadas.

Del otro lado de la puerta, Shidou le sonríe junto a Aryu, detrás de ellos, Sae permanece en silencio observando todo y Tokimitsu un poco más atrás, temblando ligeramente en su lugar, abrumado por el choque de personalidades que se desarrollaba frente a él.

Rin está molesto por la inesperada reunión de sus más molestos conocidos.

—¡Vamos a la fiesta! —gritaron Aryu y Shidou.

Sobra decir que Rin cerró la puerta en sus narices, pero Shidou, inesperado e insistente como solo él podría ser, interpuso su pie en la puerta, evitando así el cierre de la misma.

Rin bufó con molestia, sin siquiera hacer el esfuerzo de seguir forcejeando. No tenía ánimos de aguantarse los gritos amenazantes de Shidou y de su hermano si es que le hacía algún daño a su pie con la puerta, y sabiendo por lógica que no podría con la fuerza de tres de los hombres que se encontraban del otro lado (porque era obvio que Sae no se molestaría en empujar también).

Se alejó unos pasos hasta sentarse en el sofá con su actitud impertinente y esquiva. Se cruzó de brazos, retando con sus pesados ojos turquesa a los imbéciles que acababan de entrar por la fuerza a su apartamento.

—¿Para qué mierda quieren arrastrame a esa maldita fiesta? —preguntó con fastidio.

—Porque queremos que te diviertas. —comentó Aryu, antes de ganarse una risa sarcástica por parte de Rin. El de cabello largo bufó, porque ni siquiera creyó en sus propias palabras. —Y porque no hay nadie mejor que tú para tomar fotos en la fiesta.

—¿Es un evento publicitario? —preguntó con una décima más de interés, porque si era algo publicitario, significa que le pagarían por asistir.

—No te emociones demasiado, hermano. No es un evento en toda la regla, la agencia no nos paga por asistir. —Sae cortó su interés a sabiendas de los pensamientos de su hermano menor.

—Entonces no cuenten conmigo. —Rin se levantó, perdiendo completamente el interés. Mejor quedarse en su habitación viendo una maratón de películas de terror, era un descanso bien merecido después de una larga semana de sesiones de fotos e investigaciones para su universidad.

—Yo te pagaré. —dijo Aryu, agitando un par de mechones que le estorbaban en rostro. —Aunque solo sean fotos para mis redes sociales, tienen que ser elegantes y perfectas. No puedo perder la oportunidad de codearme con los cercanos de la familia Mikage.

—¿Y a tí qué te importan los Mikage?

—Me dan igual honestamente pero a su alrededor siempre hay muchas personas influyentes que puedan solicitarme para ser el próximo rostro de alguna marca.

Jyuubei siguió haciendo distintas poses dramáticas que Rin no tardó en ignorar, desviando la vista a su hermano quien se había mantenido mayormente apartado de toda la situación.

—¿Desde cuándo te interesan las fiestas?

—Desde nunca, pero incluso yo tengo derecho a querer salir alguna vez. —respondió el pelirrojo encogiéndose de hombros. Junto a él, Shidou celebró abrazándose de su cintura.

—Mi amor no es un anciano decrépito y aburrido como tú, pestañas. —Ryusei sonrió retador, mirando a su cuñado con superioridad. —Ni siquiera puedes hacer el mínimo esfuerzo de socializar como un ser humano normal de tu edad. Una fiesta es demasiado para tí. Ya sabía que sería una perdida de tiempo venir hasta acá para intentar convencerte.

—¿Entonces por qué mierda hiciste el esfuerzo de venir?

—Porque Sae quiso invitarte y no puedo negarle nada a mi bebé.

—Vuelves a llamarme bebé y yo mismo te haré llorar como uno, maldito imbécil. —Sae amenazó, arrepintiendose a los pocos segundos al ver la sonrisa traviesa junto al sonrojo que abarcó el rostro moreno de su pareja.

—Será un placer que lo hagas, Sae-chan.

—Me dan asco. —Rin se alejó un par de pasos con una mueca de molestia.

Un par de pasos más allá, Aryu lo miraba con una expresión decidida que lo único que demostraba era que le iba a insistir hasta casi enloquecer. Su día ya había sido lo bastante bueno, no había razones para arruinarlo más de lo necesario.

—¿Cuánto vas a pagarme? —preguntó. Y la sonrisa de Aryu se iluminó.

Esperaba no arrepentirse de su decisión.

Perspectivas. |RinSagi|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora