x.

2.6K 353 106
                                    

Rin se siente mareado.

Sabe que el haberse tomado casi una botella completa de un licor desconocido fue una mala idea. Lo sabe muy bien, pero aún así se dejó llevar por el calor del momento y el enojo que corría por sus venas.

Observa a Shidou empinarse también una botella que alcanza a leer que es vodka. Aún puede leer, así que es una buena señal sobre su estado de ebriedad.

Cuando la botella de la cucaracha golpea la mesa, hay aplausos, gente vitoreando y otros animándole a dar el siguiente paso pero no hace ningún movimiento.

Rin y Ryusei simplemente se miran el uno al otro, despreciandose en silencio. Es casi simultáneo el momento en que cada uno vuelve a sujetar la botella correspondiente y empinarsela en la boca.

Ninguno consigue beber más de dos sorbos después de eso, porque Sae llega, furioso por la idiotez de ambos, arrebatando las botellas de sus manos y dejándolas caer sobre la mesa con un ruido sordo.

—¿Qué mierda están pensado ustedes dos? —La voz de Sae es dura e imponente, las personas a su alrededor callan pero Rin y Ryusei simplemente le devuelven la mirada en silencio.

—¿Qué mierda estás pensando tú? ¿Realmente te crees con el derecho a regañarme? —pregunta el menor, inclinando la cabeza a un costado. Su mano tiembla y está muy seguro de que es por la rabia y no por el alcohol. —¿No querías que viniera a divertirme? ¿A beber y a disfrutar, uh? Pues aquí me tienes. Bebiendo y mostrándole a tu puto novio quien realmente tiene mejor resistencia al alcohol.

—En tus malditos sueños tienes mejor resistencia al alcohol que yo. —Shidou le responde con burla, y Rin ni siquiera piensa a profundidad antes de contestar:

—Por supuesto que la tengo, maldita cucaracha. Si no fuera porque gastas toda tu ebriedad bailando y cogiendo con mi hermano hasta quedar sobrio de nuevo, sabrías lo que realmente es resistir el estado etílico en su máxima expresión.

Rin ni siquiera está seguro de que sus palabras tuvieran sentido, pero la ofensa estaba marcada en la vulgaridad de sus palabras. Las personas a su alrededor apoyan lo que dijo entre risas y sonidos de burla, Shidou aprieta el puño y su sonrisa cae hasta convertirse en una mueca de labios apretados y ceño fruncido. Sae tiene que respirar profundo para no hacer algo de lo que pueda arrepentirse luego.

—Rin, entiendo que estés molesto pero...

—¡No! ¡Tu no entiendes una mierda, Sae! —El Itoshi menor sacude su brazo con violencia para alejar a su hermano mientras lo observa con molestia. —Nunca entiendes lo que haces.

Así que Rin se levanta, agarrando la botella que había estado bebiendo y empujando a su hermano para abrirse paso entre las personas y así alejarse lo más posible.

Rin se siente mareado pero no deja de caminar hasta llegar a una habitación nueva dónde nadie parece haberse enterado de la estúpida discusión que acaba de acontecer.

Hay un par de personas bailando, el resto se mantienen sentadas en pequeños grupos mientras conversan sin mayor importancia. El pelinegro aún siente el enojo burbujeante en su interior así que decide hacer lo que siempre hace, liberar sus sentimientos a través del arte.

Rin toma un trago largo de la botella una vez más antes de abandonarla en el piso sin cuidado, descuelga la cámara de su cuello y ni siquiera le presta atención al enfoque, ni al flash, ni a la nivelación que tiene programada en ese momento y simplemente empieza a sacar fotografías sin cuidado.

Una aquí, y otra allá, una para esas personas y una para esas otras. Como si no existiera, las personas lo ignoran y solo voltean a mirar hasta después de haber sido golpeados por el flash, y aún así, vuelven a ignorarlo.

Rin se siente molesto y herido, por toda la mierda que Shidou dijo, aún cuando le importaba una mierda lo que él tuviera que opinar sobre su vida, le duele la mirada de Sae, lo que piensa Sae, lo que pudo haberle dicho Sae a la maldita cucaracha rastrera, duele la lástima que vió en sus ojos.

Maldice entre dientes por haber abandonado la botella un poco más atrás aunque sabe que es lo correcto, aún no llega pero no ha de tardar el golpe etílico porque nunca antes había bebido tanto licor de una sola vez, y aunque la verdad es que su resistencia al alcohol no era tan mala, esa decisión de mierda le pasaría factura en cualquier momento.

De pronto, la iluminación del lugar se atenuó mientras que algunas luces de colores empezaron a brillar, podía reconocer la neblina de las máquinas de humo y ahora la música es más fuerte y más movida.

Las personas se levantan a montones, lo cual le hace sentir incómodo, Rin aprovecha para acercarse un sillón individual y sentarse por un momento.

El pelinegro suspira con suavidad, recostandose contra el espaldar y pensando que verdaderamente debería volver a casa, que ya no tiene sentido quedarse aquí, sintiendose humillado y miserable.

La cámara descansa en su regazo, aún encendida y Rin está dispuesto a apagarla para irse lo nota, en la última fotografía que tomó sin cuidado hay un chico que lo ve, y que observa directamente a la cámara con sus enormes ojos azules.

Y hay algo que se remueve dentro de Rin y no sabe qué mierda es ese sentimiento probablemente provocado por el alcohol, cuando levanta la vista, lo ve de nuevo, el mismo chico pero ahora real, frente a él sin estar a mucha distancia bailando, y ese chico de ojos azules levantan la mirada, viéndolo directamente y le sonríe.

Rin no sabe qué es ese sentimiento aunque puede compararlo con la sensación de eureka.

Rin no quiere quedarse pero... Lo hace.

Así que no piensa demasiado, simplemente sujeta la cámara, ajusta el enfoque, el balance y el flash. Y Rin toma otra foto de ese chico.

Perspectivas. |RinSagi|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora