xv.

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—Déjame ver si entendí... ¿Conociste a Niko en la calle?

—Sí lo dices así, suena mal... —comentó Kurona, tomando un trago de su vaso.

—No es malo, es lindo, suena como el principio de una película de romance. —comentó Bachira con una sonrisa ladeada. —Estabas cantando en la calle, y de pronto un chico patea por accidente tu estuche dónde estaba el dinero mientras corre y de pronto empiezas a perseguirlo...

—Sigue sonando mal. El dinero que me dan cuando canto no es lo que me importa, no lo necesito...

—¿Por qué cantas en la calle, Kurona? Nunca te lo había preguntado. —Isagi habló. Se supone que iba a ir a buscar al fotógrafo pero la curiosidad era mucho más grande cuando se enteró quien era el chico que le gustaba al pelirrosa y ahora estaba ahí, terminando de reunir valor mientras tomaba otro de esos tragos raros.

—Ayuda a tener más confianza en el escenario y más presencia con el público. Nunca sabes con qué clase de gente puedes encontrarte por ahí, algunos llegan a ser bastante crueles. Si aprendes a manejar eso, puedes con lo que sea. —respondió Ranze sin darle real importancia, sus amigos sabían que él era cantante y su forma de hacer las cosas no era algo que le avergüence. —Y si te lo preguntabas, dejo el estuche abierto porque así es más fácil guardar la guitarra y escapar cuando algún policía cree que lo que hago cuenta como "disturbio en una zona pública". Las personas algunas veces dejan dinero ahí, ni idea de porqué, siempre se lo doy a alguna persona que lo necesite.

—¿Cómo los vagabundos?

—¡Bachi!

—¿Qué? Quiero ver si estoy entendiendo, me distraje por un segundo... —contestó, con los ojos amarillos algo nebulosos y un poco perdidos. Ya llevaba al menos cuatro shots de esas bebidas mezcladas que hizo el pelirrosa y ya parecía estar pasándole factura.

—¿Y entonces...?

—Isagi ¿Me estás usando como excusa para no ir a buscar al fotógrafo? —Ranze remarcó lo obvio, mientras terminaba de servir el trago.

—Por supuesto que lo está haciendo. —responde Meguru junto a un bufido.

—No es... Sí es verdad. —Yoichi aceptó que realmente solo estaba atrasando el momento pues aún se sentía algo nervioso. Llevaba un par de shots en su sistema, sentía la mente algo adormilada, y el estómago le ardía ligeramente, pero mantenía la suficiente cordura como para seguir dudando si realmente ir era una buena idea.

—Isagi, amigo, ya hablamos de esto. Eres guapo, eres inteligente y eres talentoso. —Bachira enumeró lo que decía, aunque por un momento se equivocó mostrando cuatro dedos en lugar de tres, pero se dió cuenta y lo cambió con una risa divertida. —Además ese chico mostró interés en tí. ¿Sabes lo que significa eso?

—Que quiere acostarse contigo. —respondió el de ojos rosas con total seguridad.

—¡Kurona!

—¿Qué? —El mencionado se hizo el desentendido. —Tú dijiste que ese chico te miró de arriba a abajo y luego se lamió los labios. No hay que ser un genio en el lenguaje corporal como para entender ese gesto.

—¡Te quiere comer a besos! —chilló Bachira con emoción.

—O a mordiscos. Depende de fetiches. —comentó Ranze con burla.

—Nah, es Isagi el que muerde.

—¡Solo te mordí una vez! ¡Una sola vez, Bachira! Y lo hice cuando teníamos diecisiete, porque me estabas cubriendo la boca mientras peleabamos.

—Mi sexto sentido de mejor amigo del mundo me dice que eso fue algo más profundo que una simple casualidad. —acusó el de ojos amarillos, escuchando las risas del pelirosa de fondo. Giró sobre sus pies para ahora mirarlo a él con curiosidad. —Y ahora que lo pienso, tus mordidas deben ser peores...

—¿Lo dices por el filo? —comentó abriendo la boca para mostrar sus dientes afilados y rozar el colmillo con su dedo. —Realmente no lo son tanto, aparentan más de lo que realmente son.

—Seguramente la marca debe ser más profunda.

—¿Quieres intentar? Realmente nunca me he fijado en la marca después de morder.

—¡Hay que hacerlo!

—Necesito conseguirme amigos más normales. —Se lamentó el pelinegro, recibiendo las risas de los otros dos como respuesta.

—No tendrías con quién divertirte tanto. —dijo Kurona.

—Ya tienes a Kunigami y a Chigiri, así que no puedes quejarte demasiado. —contestó Bachira. —Y aún así prefieres estar aquí con nosotros porque somos mucho más divertidos, obviamente.

Ranze y Meguru chocaron los puños con diversión, viendo cómo Yoichi rodaba los ojos.

—Aunque igual, lárgate.

—¿Perdón? —El pelinegro vió confundido al chico de cabello rosa, quien lo empujó ligeramente con sus manos.

—He dicho que te largues. —respondió el pelirosa, dejando un par de vasos en las manos de Isagi. —Voy a ir a bailar con Bachira, y tú, irás a buscar al guapo fotógrafo. Y si no lo encuentras, vas a ir e intentarás coquetear con alguien más ¿Sabes porqué? Porque eres guapo, y ya es la doceava vez que te lo digo esta noche, así que más vale que te lo creas y consigas alguien, aunque sea por solo una noche.

—Eso, Isagi. —Bachira lo hizo girar por los hombros y le dió un ligero empujón fuera de la cocina. —¡Haznos sentir orgullosos!

Yoichi vió al par de locos alejarse en dirección contraria mientras sonreían y levantaban los pulgares en señal de apoyo. El pelinegro tembló en su lugar, sin saber si se trataba de nervios o de molestia por haber sido abandonado a su suerte.

De pronto escucha un pequeño bullicio junto al sonido de una puerta cerrandose, debió ser lanzada con demasiada fuerza como para poder oírla por encima de la música. Cuando se acerca con curiosidad, ve personas murmurando mientras miran en dirección a la entrada de la puerta, y es apenas en un segundo que Yoichi logra captar el mismo tono de color azul de la camisa del fotógrafo.

Su corazón late entre los nervios y el miedo, porque si el fotógrafo caminaba en dirección a la puerta, había una gran probabilidad de que se fuera y si se iba, perdería completamente la oportunidad de poder acercarse a él. Así que tiene que tomar una decisión y reunir todo el valor necesario en un segundo, Isagi respira profundo, apreta un poco los vasos que aún se mantienen en sus manos y camina a paso firme hasta la puerta.

Es un todo o nada” piensa.

Si cuando sale, el fotógrafo sigue ahí, está dispuesto a quedarse, está dispuesto a hablar y a llegar hasta donde pudiera llegar porque Isagi Yoichi no era un cobarde.

Y como Bachira había dicho antes, si no tomaba la oportunidad podría perderla y eso no era lo que quería, por supuesto que no.

Así que cuando llega a la puerta, se detiene por un segundo y respira una vez más, acerca su mano con cuidado de no derramar el contenido del vaso y sale al exterior.

La brisa fría le golpea el rostro y enseguida lo ve, sentado en los escalones de la entrada mientras se cubre el rostro con la mano. Hay un nudo momentáneo en la garganta de Isagi, pero aún así de alguna forma milagrosa consigue articular un par de palabras:

—¿Necesitas un trago?

El fotógrafo levanta la vista con rapidez y el ceño fruncido, parece molesto por alguna razón y dispuesto a gritarle. Eso es lo que Yoichi se espera pero en lugar de eso, sus ojos turquesa lo observan con sorpresa y algo que parece ser reconocimiento, sus hombros se relajan un poco. Y algo muy dentro de Isagi le hace pensar que a partir de ahora, las cosas irán bien.

Perspectivas. |RinSagi|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora