xix.

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Cumplo con mi responsabilidad como escritora avisando que el momento al fin llegó y aquí está, los siguientes dos capítulos contienen escenas +18. Se recomienda discreción y si no desea leerlo, puede ignorar los siguientes dos capítulos sin problema, para aquellos que deseen leerlo, espero les agrade mi intento de escenas subidas de tono.

Dicho esto, disfrute la lectura.

[...]

Isagi atrae al más alto a sus labios de nuevo y ambos se besan un rato más. La música y los gritos de las personas se mantienen en segundo plano y no es algo que les importe.

El de ojos azules puede sentir un tirón en su cabello que consigue separarlo del beso, hay una duda clara reflejada en su expresión junto al pequeño gruñido de dolor que se le escapó debido a la fuerza del agarre en su cabeza. Sin embargo se distrae cuando los labios de Rin recorren desde su mandíbula hasta el costado de su cuello, dejando besos húmedos junto a los roces peligrosos de sus dientes cerca de la yugular y luego posando los labios por largos segundos sobre su manzana de Adán.

Los dedos de Isagi se enganchan en la cinturilla del pantalón de su acompañante, tirando de la misma para dejar el claro que la tela no era más que un estorbo. Una molestia para ambos porque cuando su mano se mueve hasta la parte delantera para hacer presión, puede sentir el gemido de Rin contra su garganta, moviendo la cadera, sin saber si es voluntario o no, pero se mueve por su toque, quiere acercarse más, sentirlo más.

—Me encantaría, pero no podemos hacer esto en un pasillo. —La voz de Isagi suena algo ronca, manteniendo el cuello estirado para permitir los besos de Rin sobre el mismo. Todos sus toques fueron a ciegas, pero no se necesita ser un genio para saber que le gustó a su acompañante.

—No conozco esta casa. —responde en un gruñido molesto, enderezando la espalda. Isagi puede ver las mejillas ligeramente enrojecidas de Rin, su mirada oscurecida y turbada por las sensaciones. Y no tiene dudas de que su aspecto no debe ser muy diferente. —Ni siquiera conozco al dueño. Solo vine porque me arrastraron aquí.

—Recuerdame darle las gracias a quien te arrastró aquí luego. —Yoichi se ríe, agarrando la mano de Rin y entrelazando sus dedos. —Vamos, sé dónde ir.

Esa puede contar como una mentira a medias. Isagi no sabe exactamente dónde ir, mucho menos conoce la casa, pero ha oído suficientes historias de este tipo por parte de sus amigos como para saber qué hacer. No importa quien, pero siempre alguno de ellos termina teniendo un encuentro furtivo en las fiestas de Reo, al parecer, en esta noche, es su turno de ser la burla del grupo cuando se enteren, pero no es como que le moleste, justo ahora, está encantando con la idea de ser la broma recurrente de las siguientes semanas, si consigue llegar hasta el final con Rin.

Isagi lo jala, y ambos caminan a pasos torpes hasta las escaleras que no tardan en subir. Recuerda que, Reo generalmente deja las puertas cerradas para evitar a desconocidos revolcándose en las camas de su familia, pero sus conocidos saben un secreto, sobre el borde de la puerta, se encuentra la llave para poder abrirla. El de ojos azules cruza a la derecha por el pasillo y a la segunda puerta, se pone de puntillas, encontrando por suerte, la llave que estaba buscando. Las manos le tiemblan, sin saber si es la excitación, los nervios o el alcohol en su sistema, pero la puerta se abre, y cuando ambos entran, es cerrada con fuerza cuando la espalda de Yoichi choca contra ella.

Rin lo acorrala contra la misma, con las manos a ambos lados de su cabeza y haciendo alarde de los centímetros de altura que le sobran para mirar a Isagi cómo si fuera un depredador que tiene a su presa justo donde la quería. Pero aún así, Isagi no es una presa, sino también un depredador dispuesto a pelear, así que jala al Itoshi del cuello hasta que sus labios chocan y sus lenguas tienen por fin el atrevimiento de enredarse una contra otra.

Perspectivas. |RinSagi|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora