vi.

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—Te ves tan falso. —comentó Rin con expresión aburrida mientras fotografiaba a Aryu recostado contra una pared.

—¡¿Entonces para qué mierda me dices que pose así?! —chilló simplemente exhausto por las críticas del Itoshi.

—Creí que te verías mejor, pero tal parece que no es así. —respondió con indiferencia. —¿Se supone que estás en una fiesta o en una sesión de fotos? Hace un rato que olvidé el punto de todo esto.

—¡Ambas cosas, Rin! Debo verme bien sin parecer que me estoy esforzando demasiado. —gruñó Jyuubei con molestia, junto a él, Tokimitsu intentaba calmarlo pidiéndole que respire.

—Uhm... —Rin hizo un sonido desde el fondo de su garganta, mientras que miraba las fotografías que ya había tomado en la pequeña pantalla de la cámara. Según su propia opinión, la postura del cuerpo de Aryu lucía un poco forzada, y no muy natural, pero ya estaba aburrido y realmente no se veía tan mal. —Ven a ver.

El hombre más alto se acercó porque claramente Rin no le confiaría su cámara, aún cuando no era de las más profesionales y costosas que tenía, seguía siendo importante. Para él, todas lo eran porque le permitían expresar su arte.

Rin conocía lo suficiente el estilo de Aryu, y sabía que le gustarían las fotos porque a fin de cuentas, tenían las sombras y la iluminación correcta.

—No entiendo porqué haces tanto drama al respecto. ¡Me veo glamoroso en cada una de esas fotografías! —El castaño sacudió su cabello con soberbia, junto a él, el pelinegro rodó los ojos.

—Por supuesto. No puedes esperar menos de mi trabajo, inútil.  —contestó con indiferencia. Y antes de que Aryu se atreviera a acercar sus manos a la cámara, el Itoshi menor la alejó, mirándolo con el ceño fruncido. —¿Quieres tus fotografías? Pues págame primero.

—Pero...

—Sin pago, no hay fotos.

Aryu lo miró mal antes de sacar su teléfono del bolsillo, gruñendo un par de insultos por lo bajo al sentirse ofendido por la desconfianza. Rin a su lado, sonreía con burla, disfrutando el hecho de molestarlo.

—Ya. ¿Estás feliz? —Jyuubei le mostró la pantalla del celular con el comprobante de la transacción bancaria, el de ojos turquesa asintió, antes de sacar la pequeña memoria de la cámara y entregársela al más alto. —¿Ni siquiera un gracias?

—El que debe agradecer eres tu. Gracias a mí luces glamuroso en tus fotografías. —respondió el pelinegro con ironía, mientras colocaba una nueva memoria en la cámara. —Debes devolverme la memoria dentro de los próximos tres días. Y sí la pierdes, me la pagarás, idiota.

Había traído dos memorias, aquella que le daría a Aryu y la suya. Era algo común para él después de todo, porque era un asco tener las fotografías de trabajo y las fotografías hechas por placer mezcladas en un mismo lugar. Era desastroso y poco profesional. Así que nunca salía de casa sin minino dos memorias, e incluso tenía un par de repuesto en el auto. Sae decía que era paranoico de su parte y Rin simplemente opinaba que él como modelo, no podía entenderlo del todo.

Rin se colgó la cámara del cuello, ignorando a los dos idiotas a sus espaldas que intentaban colocar la memoria dentro del celular. Dirigió sus pasos sin llevar un rumbo fijo, había perdido de vista a su hermano y a la cucaracha desde el momento que Aryu lo arrastró casi al otro lado de la casa para tomarse unas fotografías junto a unas esculturas en el patio trasero.

Rin se acercó a las orillas de la piscina, no había nadie dentro lo cual le sorprendió, aunque al ver la hora de su reloj, notó que aún era demasiado temprano como para haber iniciado alguna locura como zambullirse en la piscina en una noche tan fría como esa.

Suspiró con fastidio al sentirse aburrido. No entendía la insistencia de los imbéciles que tenía como conocidos para traerlo hasta aquí. No le gustaban las fiestas, le parecían una perdida de tiempo y un esfuerzo innecesario.

Pensó seriamente en mandar todo a la mierda, llamar a un taxi e irse a casa, porque después de todo, ya había hecho lo que debía hacer. Las fotografías estaban tomadas y el pago hecho. Sería tan sencillo ir a casa...

Escuchó unas risas venir desde la casa, su vista se elevó y lo único que vió fue a un par de sujetos que no le interesaban hablando de un tema que no llegó a escuchar entre risas.

—Si ya vine, más vale que saque algo bueno de esto.

Después de todo, un par de fotografías extra de un ambiente tan libertino cómo el de una fiesta quedarían perfectas en el portafolio de Rin.

Perspectivas. |RinSagi|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora