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Capítulo dedicado a quienes quieren doble maratón, dejen su emoji favorito aquí 💜

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Yoongi le pidió a su primito que entrara a la casa y cerró la puerta tras él, guardó sus manos hechas puño en el bolsillo de su abrigo.

—¿Cómo supiste dónde vivía?

—Ya me habías dicho el pueblo y una vez me contaste que cuando tu padrastro se mudó junto a su hijo Jungkook, cruzabas la calle e ibas a la biblioteca para escaparte —señaló con un gesto el edificio de la biblioteca pública.

—Lamento que tuvieras que venir hasta acá.

—Yo te seguiría a donde fueras, Yoongi.

—No... no digas eso —se limpió rápidamente una lágrima.

—Es verdad —quiso acercarse pero el mayor se alejó bruscamente.

—No, no lo es, todo es mentira, Taehyung, ¿es que no lo ves? No llegaremos a nada, piensa en cómo iniciamos, estamos condenados al fracaso, yo estoy condenado, pero tú todavía puedes encontrar a alguien bueno para ti, alguien que te merezca.

—Tú eres bueno para mí, Yoongi, y te quiero a ti, tanto como tú a mí, ¿por qué debes decidir por ambos?

—Porque solo hay dolor en nuestro futuro.

—¿Y qué si quiero sentir ese dolor? —dio otro paso y acunó su rostro—, ¿y qué si estoy dispuesto a sufrir con tal de poder estar junto a ti? —su aliento rozó sus labios—, toma mi corazón, mi cuerpo y mi alma, Yoongi, son tuyos.

Taehyung lo besó y sintió al mayor temblar, apenas correspondiéndole el beso.

—No —susurró.

—Te lo ruego —murmuró sobre sus labios.

—No —repitió.

Taehyung se alejó un poco para observar detenidamente su rostro, la pequeña pequita en la mejilla izquierda en la que le gustaba perderse; la naricita de botón que en ese momento se encontraba roja por el frío; sus labios el delgado de arriba y el suave y rellenito del inferior, una boquita pequeña que al hablar formaba inconscientemente un puchero y que tantas veces se había controlado por no besar; finalmente sus ojos, tan pequeños que simulaban a los de un felino, con algunas ojeras que parecían inherentes en el mayor, esos ojos le dijeron que no mentía, que ese chico frente a él no se permitiría ser feliz a su lado, por más que se lo pidiera.

—Dijiste que todos se van —habló finalmente, soltando al mayor y retrocediendo—, que no logras que se queden —apretó la mandíbula—, pues que quede claro que este eres tú dejándome a mí, eres tú obligándome a decirte adiós, no yo, porque yo quiero quedarme, Yoongi, pero es cierto lo que dijiste en tu carta, solo sabes vivir con dolor y soledad, pero eso es porque nunca has estado dispuesto a ser feliz.

Yoongi no respondió, apretándose el corazón para no llorar, para no gritarle a ese hombre que se estaba alejando que nunca había sido tan feliz como esos días a su lado, cerró los ojos y decidió guardar ese momento para siempre recordar que hubo una vez, que hubo una persona, que lo quiso y él lo dejó ir.

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El contrato navideño | TAEGI | COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora