Día 1: Voz

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El primer día en aquel lugar era un nuevo reto que se presentaba tanto para Noni así como para Tanizen. Quedaron en encontrarse en un punto especifico, sin embargo, para el hibrido de vaca le era difícil manejarse: nuevos paisajes, aldeanos, animales. Por cada paso que daba pensaba seriamente en buscar a su jefe a través de gritos, pero ya había tenido problemas para huir de unos zombis que lo dejaron bastante débil.

— ¿Por qué no quiso venir juntos? Claro, siempre dejando al inútil de su empleado atrás.

Noni se quejaba bastante molesto, incluso maldiciendo a Tanizen, pero un ruido en particular hizo que se abriera camino más rápido como si sintiera el llamado de los suyos, de su pequeña "manada".

— ¡Noni hijo de puta! ¡¿Dónde mierda estás?!

Los ojos del mencionado casi brillaron al reconocer la voz de Tanizen, así que no esperó dos veces antes de correr en su dirección.

— ¡Jefe, jefe!

Tanizen se giró y vio a quien era su mejor amigo con el cabello revuelto, agitado por la carrera que hizo para llegar hasta ahí, a pesar de verlo cansado su ceño molesto no se quitó.

— ¿Qué acaso no me escuchabas? ¡Llevo llamándote hace media hora! Te dije que nos reuniéramos aquí, pero nunca me escuchas.

— ¿No era mejor venir aquí juntos?

—Viviremos juntos ¿Acaso tenemos que estar siempre pegados? ¿O qué?

—Sólo era una sugerencia, jefe.

—Puedes meterte tus sugerencias por el...

La discusión acabó cuando un nuevo grupo de zombis se acercaron hacia ellos, lo cual llevó un poco más de tiempo de lo usual acabar con estos, no se parecían para nada a los cuales enfrentaron en su pueblo. Una tarde agotadora llevó a los dos hacia un campamento que encontraron y que Tanizen propuso que se apropiaran, ya que no había nadie cerca.

Noni optó por ir a buscar un poco de comida, además de explorar el lugar, Tanizen lo dejó ir con la indicación que no fuese tan lejos en caso de que le ocurriera algo en el camino.

Durante su tiempo a solas, Tanizen todavía tenía en la cabeza lo sucedido con el profeta y Juan. Su amigo se sacrificó para salvarlos a todos aun cuando los demás destruyeron lo que más amaba: el santuario. No paraba de pensar en eso, la cantidad de recuerdos que quedaron convertidos en memorias y que sólo permanecerían justo ahí.

Lo único que lo consolaba en ese momento era no haber repetido la historia con Noni. La historia con Noni era extensa y en su viaje por los diferentes universos se dio cuenta de que esto no cambiaba en aquellos lugares, siempre se encontraban y permanecían juntos, el verlo morir en aquella ocasión removió varios sentimientos acerca de la importancia de Noni.

Las manadas eran importantes o eso estaba establecido, sin embargo, cada persona en su pueblo parecían ser seres independientes lo cual no estaba mal. Para Tanizen era diferente, ya que él creo una junto a Noni y con Harry, quien tristemente tuvo que morir. Al ser un alfa se convirtió en un mayor apoyo para Noni, quien fue afectado duramente con la muerte de su hijo, aunque no fuese biológico, lo acogió como suyo. Tal vez era el instinto omega del mismo Noni, sea como haya sido, ambos estaban para el otro en sus peores momentos.

Es por ello que la charla con Mayichi lo dejó inquieto, temoroso de lo que pudo pasar en su ausencia. Parte de su interior se sentía herido, herido porque Noni no le mencionó el vínculo que formó con su otra versión.

Intentó no pensar más en eso, pero la reconocible voz de quien era su amigo lo hizo bufar molesto, no podía ocultar su evidente mal humor.

— ¡Jefe, no sabe la cantidad de animales que hay! Ha hecho una excelente elección de este lugar, hasta podríamos abrir una nueva tienda o trasladarlos cuando se reconstruya el pueblo.

Omegacember﹙NONIZEN﹚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora