1

832 60 10
                                    

Rodrigo, que leía un libro, suspiró cuando las luces se apagaron sin ninguna consideración a su alrededor. Negó y volvió la mirada a su esposa sentada a su lado. 

-Cuando nos dijo que era gay nunca espere que sería igual a su hermana al enamorarse-. Gruñó entre dientes. De reojo vio a su hijo escondido entre las cortinas del ventanal viendo seguramente a su muy guapo vecino llegar a casa.

-No es cuestión de orientación sexual, es cuestión de genética ¿crees que he olvidado cómo te escondías en los rincones de la universidad para verme?- la mujer entrada en sus cuarenta sonrió. Ella era aun tan hermosa como cuando se habían conocido.

-Bueno, pero jamás intenté dejar ciegos a mis padres…- giró el rostro para centrarse en su hijo, el cual no les hacía el menor caso- Ilia, deja esta tontería y enciende la luz, estaba leyendo- lo regañó.

De inmediato el muchacho saltó en su sitio y se giró alarmado haciéndole señas para que se callara.

-¡Papá, te va a oír!- lo reprendió en un susurro exaltado.

-¿Y qué me importa que me oiga? Ve y espíalo desde la ventana de tu habitación o ve y salúdalo si tantas ganas tienes de verlo pero enciende la luz y déjame leer- lo volvió a regañar.

-¡Papá!- Ilia golpeó el piso con los pies haciendo una pequeña rabieta, frustrado de que su padre no entendiera sus necesidades- desde mi cuarto no se ve! Si se viera no me pararía aquí,   anda porfa solo un ratito más ¿si?- le rogó asomándose por la ventana para ver a su príncipe azul. Para su decepción Marcos se despidió del amigo con el que estaba y entró a su casa, fuera del rango de visión de Ilia. Enfurruñado, este se desenredó de las cortinas y caminó a los apagadores para encender las luces de mala gana- ¡ya se metió y no lo pude ver bien, papá!

- Tómale una foto si tantas ganas tienes- gruñó el señor volviendo su mirada a su lectura interrumpida. 

-¡No es lo mismo!

-A ver,  te perdoné que te gastaras la tinta de mi impresora en fotos del muchachito este, también fui comprensivo cuando cargaste a la tarjeta complementaria que te di  un cargamento de rosas para felicitarlo en su cumpleaños. ¡Yo creo que lo menos que me merezco es que me dejes leer en paz!

-¡Papá! ¡Te pagué todo lo que gasté!-se quejó.

-¡Solo faltaba que no lo pagaras! Agradece que no te cobré intereses ni te castigue hasta que tu hermana me dé nietos-. Lo cual era difícil cuando la susodicha hermana no tenía novio y estaba muy lejos de tener deseos de tener hijos. 

-Papá ¡tú no me entiendes!- Ilia se quejó sentándose junto a su papá mientras su madre fingía ignorarlos y leer pero estaba escuchando todo con una sonrisa en los labios. 

-Ajá… ¿y entonces?

-Marcos es un prospecto de alto perfil, si quiero acercarme a él tengo que invertir- le explicó.

-Mira niño, en primer lugar no digas estupideces, ¿qué es? ¿un muchacho o un fondo de retiro? Y segundo, es más probable que le hable yo a que le hables tú, solo estas tirando mi dinero a la basura. 

-¿Y si le hablo?

-¿Si le hablas qué?

-¿me vas a seguir prestando dinero para conquistarlo?

-¿Cuándo te he prestado dinero?

-No has bloqueado mi tarjeta, lo tomo como una aprobación.

-No, no la he bloqueado porque quiero darle mi confianza a mi hijo y dejarlo demostrar que puede ser responsable y siempre tenga un recurso en caso de emergencias. Esto no tiene nada que ver con el Don Juan de la casa de al lado.

-¡¡Vamos papá, por favor!!- rogó. Rodrigo dejo su libro a un lado y le miró.

-¿Qué es lo que quieres exactamente?-cuestionó notando que su hijo parecía tener algo específico ya en mente. 

-Hay un reloj deportivo…

-¡No!- Rodrigo sentenció – no vas a sacarme dinero para comprarle un reloj al vecino con el que ni te hablas.

-¡Si le hablo! A veces le digo … buenos días- murmuró.

-Eso no me vale.

-Bueno le hablaría si tuviese ese reloj- intentó negociar.

-No le hablarías ni aunque tuvieses un deportivo para darle.

-¡¡Papá!!- tomó a su papá del brazo y lo comenzó a jalar- ¡por favor! Anda ¡¡por favor!!

-A ver ¿por qué me lo pides a mi? Pídeselo a tu mamá, está aquí al lado- se quejó.

-¡No! Si se lo pido a mamá me va a decir que las relaciones no se fundamentan en los regalos materiales y que tengo que trabajar en relaciones sanas basadas en el respeto y la compatibilidad, que no puedo comprar amor con regalos- se quejó.

-Ah ¿y entonces qué? ¿yo soy más idiota que tu mamá?- preguntó ofendido.

-Papá tu eres feo como yo, tú me comprendes, mamá no nos entiende- se quejó y Rodrigo no supo cómo responder. 

-¿Me acabas de decir feo?- estaba anonadado de la desvergüenza de su hijo.

-Solo un poquito…- murmuró y pensó que quizá habia sido un poco demasiado sincero.

-Olvídalo no te voy a dar ni un centavo- gruñó.

-¡Papá! ¡Por favor por favor! – siguió pidiendo jalando el brazo brazo de su padre con mas fuerzas.

-¿Qué hiciste con la paga de tu trabajo?- cuestionó. Una de las cosas positivas de aquel enamoramiento es que su hijo había buscado trabajos de medio tiempo para sostener su plan de conquista. 

-Mi tarjeta de débito tuvo un movimiento sospechoso y congelaron mi cuenta. Al parecer es un error del banco, dicen que les pasó a varios, lo van a regresar pero no sé cuándo aún- suspiró.

-Bien, te lo prestaré pero con una condición- cedió.

-Lo que sea papá ¿qué quieres? ¿Que limpie el jardín? ¿El patio trasero? ¿Le saco brillo a todos tus zapatos?- preguntó emocionado.

-Tu mamá va a hacer una pequeña celebración navideña para los vecinos, solo invítalo y tráelo como acompañante y te daré el dinero.

-¡Papá!-se quejó.

-¡Nada! Demuéstrame que tienes las pelotas de hacer algo y no solo estar de acosador y te lo daré, es más no te lo presto, te regalo el bendito dinero. 

Ilia apretó los labios y se lo pensó varios segundos contemplando sus opciones. Finalmente tras darse cuenta que no podía pensar en otra fuente de ingresos, asintió. Era solo invitarlo a la fiesta de vecinos, no podía ser tan difícil ¿o si? 

-Bueno, ¡pero no te arrepientas después!- amenazó y casi enseguida subió a su habitación. 

En la planta baja Rodrigo sintió la mirada insistente de su esposa sobre él y aunque intentó ignorarla al final suspiró. 

-Solo quiero que sea hombre y tome acciones- se justificó.

-Eres un padre tan liberal…- se burló. 

-No me molestes…

P.D. Me encantasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora