Rodrigo, que leía un libro, suspiró cuando las luces se apagaron sin ninguna consideración a su alrededor. Negó y volvió la mirada a su esposa sentada a su lado.
-Cuando nos dijo que era gay nunca espere que sería igual a su hermana al enamorarse-. Gruñó entre dientes. De reojo vio a su hijo escondido entre las cortinas del ventanal viendo seguramente a su muy guapo vecino llegar a casa.
-No es cuestión de orientación sexual, es cuestión de genética ¿crees que he olvidado cómo te escondías en los rincones de la universidad para verme?- la mujer entrada en sus cuarenta sonrió. Ella era aun tan hermosa como cuando se habían conocido.
-Bueno, pero jamás intenté dejar ciegos a mis padres…- giró el rostro para centrarse en su hijo, el cual no les hacía el menor caso- Ilia, deja esta tontería y enciende la luz, estaba leyendo- lo regañó.
De inmediato el muchacho saltó en su sitio y se giró alarmado haciéndole señas para que se callara.
-¡Papá, te va a oír!- lo reprendió en un susurro exaltado.
-¿Y qué me importa que me oiga? Ve y espíalo desde la ventana de tu habitación o ve y salúdalo si tantas ganas tienes de verlo pero enciende la luz y déjame leer- lo volvió a regañar.
-¡Papá!- Ilia golpeó el piso con los pies haciendo una pequeña rabieta, frustrado de que su padre no entendiera sus necesidades- desde mi cuarto no se ve! Si se viera no me pararía aquí, anda porfa solo un ratito más ¿si?- le rogó asomándose por la ventana para ver a su príncipe azul. Para su decepción Marcos se despidió del amigo con el que estaba y entró a su casa, fuera del rango de visión de Ilia. Enfurruñado, este se desenredó de las cortinas y caminó a los apagadores para encender las luces de mala gana- ¡ya se metió y no lo pude ver bien, papá!
- Tómale una foto si tantas ganas tienes- gruñó el señor volviendo su mirada a su lectura interrumpida.
-¡No es lo mismo!
-A ver, te perdoné que te gastaras la tinta de mi impresora en fotos del muchachito este, también fui comprensivo cuando cargaste a la tarjeta complementaria que te di un cargamento de rosas para felicitarlo en su cumpleaños. ¡Yo creo que lo menos que me merezco es que me dejes leer en paz!
-¡Papá! ¡Te pagué todo lo que gasté!-se quejó.
-¡Solo faltaba que no lo pagaras! Agradece que no te cobré intereses ni te castigue hasta que tu hermana me dé nietos-. Lo cual era difícil cuando la susodicha hermana no tenía novio y estaba muy lejos de tener deseos de tener hijos.
-Papá ¡tú no me entiendes!- Ilia se quejó sentándose junto a su papá mientras su madre fingía ignorarlos y leer pero estaba escuchando todo con una sonrisa en los labios.
-Ajá… ¿y entonces?
-Marcos es un prospecto de alto perfil, si quiero acercarme a él tengo que invertir- le explicó.
-Mira niño, en primer lugar no digas estupideces, ¿qué es? ¿un muchacho o un fondo de retiro? Y segundo, es más probable que le hable yo a que le hables tú, solo estas tirando mi dinero a la basura.
-¿Y si le hablo?
-¿Si le hablas qué?
-¿me vas a seguir prestando dinero para conquistarlo?
-¿Cuándo te he prestado dinero?
-No has bloqueado mi tarjeta, lo tomo como una aprobación.
-No, no la he bloqueado porque quiero darle mi confianza a mi hijo y dejarlo demostrar que puede ser responsable y siempre tenga un recurso en caso de emergencias. Esto no tiene nada que ver con el Don Juan de la casa de al lado.
-¡¡Vamos papá, por favor!!- rogó. Rodrigo dejo su libro a un lado y le miró.
-¿Qué es lo que quieres exactamente?-cuestionó notando que su hijo parecía tener algo específico ya en mente.
-Hay un reloj deportivo…
-¡No!- Rodrigo sentenció – no vas a sacarme dinero para comprarle un reloj al vecino con el que ni te hablas.
-¡Si le hablo! A veces le digo … buenos días- murmuró.
-Eso no me vale.
-Bueno le hablaría si tuviese ese reloj- intentó negociar.
-No le hablarías ni aunque tuvieses un deportivo para darle.
-¡¡Papá!!- tomó a su papá del brazo y lo comenzó a jalar- ¡por favor! Anda ¡¡por favor!!
-A ver ¿por qué me lo pides a mi? Pídeselo a tu mamá, está aquí al lado- se quejó.
-¡No! Si se lo pido a mamá me va a decir que las relaciones no se fundamentan en los regalos materiales y que tengo que trabajar en relaciones sanas basadas en el respeto y la compatibilidad, que no puedo comprar amor con regalos- se quejó.
-Ah ¿y entonces qué? ¿yo soy más idiota que tu mamá?- preguntó ofendido.
-Papá tu eres feo como yo, tú me comprendes, mamá no nos entiende- se quejó y Rodrigo no supo cómo responder.
-¿Me acabas de decir feo?- estaba anonadado de la desvergüenza de su hijo.
-Solo un poquito…- murmuró y pensó que quizá habia sido un poco demasiado sincero.
-Olvídalo no te voy a dar ni un centavo- gruñó.
-¡Papá! ¡Por favor por favor! – siguió pidiendo jalando el brazo brazo de su padre con mas fuerzas.
-¿Qué hiciste con la paga de tu trabajo?- cuestionó. Una de las cosas positivas de aquel enamoramiento es que su hijo había buscado trabajos de medio tiempo para sostener su plan de conquista.
-Mi tarjeta de débito tuvo un movimiento sospechoso y congelaron mi cuenta. Al parecer es un error del banco, dicen que les pasó a varios, lo van a regresar pero no sé cuándo aún- suspiró.
-Bien, te lo prestaré pero con una condición- cedió.
-Lo que sea papá ¿qué quieres? ¿Que limpie el jardín? ¿El patio trasero? ¿Le saco brillo a todos tus zapatos?- preguntó emocionado.
-Tu mamá va a hacer una pequeña celebración navideña para los vecinos, solo invítalo y tráelo como acompañante y te daré el dinero.
-¡Papá!-se quejó.
-¡Nada! Demuéstrame que tienes las pelotas de hacer algo y no solo estar de acosador y te lo daré, es más no te lo presto, te regalo el bendito dinero.
Ilia apretó los labios y se lo pensó varios segundos contemplando sus opciones. Finalmente tras darse cuenta que no podía pensar en otra fuente de ingresos, asintió. Era solo invitarlo a la fiesta de vecinos, no podía ser tan difícil ¿o si?
-Bueno, ¡pero no te arrepientas después!- amenazó y casi enseguida subió a su habitación.
En la planta baja Rodrigo sintió la mirada insistente de su esposa sobre él y aunque intentó ignorarla al final suspiró.
-Solo quiero que sea hombre y tome acciones- se justificó.
-Eres un padre tan liberal…- se burló.
-No me molestes…