2 - ¡Oh, sorpresa!

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; Nicholas Dellacroce
30 de Agosto de 2022

— ¿Por qué tengo la sensación de que ya te he visto antes?

Los ojos celestes de la chica se entrecerraron igual que los míos. Tiene el tipo de mirada que te hipnotiza, que te deja pegado a sus ojos como si realmente fuera inevitable despegar la mirada de la suya. Su cabello azabache hacía buen contraste con su piel pálida, y lo que realmente me llamó la atención, fueron la lluvia de estrellas a penas visibles que le pintaban la nariz y un poco las mejillas.
Cuando la vi entrar por aquella puerta del bar, supe inmediatamente que era la primera vez que lo hacía. También supe que no se trataba de una mujer cualquiera, sino que era la mujer con la que un hombre sueña por tener.

Cuando la vi caminar, supe que se trataba de una persona exitosa, moviendo las caderas como si tuviera los pies bien puestos sobre la tierra. Y joder... cuando se sentó en la barra y la mirada de todos la atacaban como si fuera un puto pedazo de carne sin que ella lo note, me volvió loco. Deseé que el vestido negro que llevaba puesto, no ocultara esa hermosa espalda femenina que tan ansioso estaba por ver. Mi cuerpo obedecía como un metal a un imán en cada paso que daba hasta llegar a su lado. Y cuando la vi de perfil, quedé completamente idiotizado ante la presencia de la divinidad femenina que tenía al frente.
No sabía si su nombre era Ariadna, podía creer que sí, pero después de todo no confiaba en nadie, ¿por qué confiaría en ella? Estaba completamente confundido entre creer si se trataba de un ángel de ojos cielos o el mismísimo lucifer condenándome por cada uno de los karmas que debía.

Aún podía notar mis palpitaciones aceleradas.

Desde el primer momento en que la vi, de espaldas y luego de perfil, supe que sería una mujer hermosa. Supe desde el primer instante que nunca había pisado esta zona, al menos no mientras yo estuviese presente. Sus facciones estaban muy marcadas pero no había rastro de cirugía facial, a penas llevaba algo de maquillaje y tenía un look muy natural. Aunque vestía elegante y con ropa realmente cara.
El tipo de estilo lujoso y silencioso. Ella no era de aquí. Puede que se haya esforzado en disimular, y posiblemente, si otro idiota se acerca con la intención de coquetearle, estoy seguro de que se creería cada palabra que formule esa lengua envenenada. Pero yo no. Desde luego que no.

El teléfono en mi bolsillo comenzó a sonar justo cuando vi como sus labios se entreabrieron para contestar a mi pregunta.
Parpadeé con lentitud e hice una mueca antes de sacar el teléfono del bolsillo delantero.

— D'Mevius está en la mira. Está solo y Eros se acaba de alejar de él hace a penas unos segundos antes de llamarte. Dime el plan.

— El plan nunca ha cambiado, Rojo. En realidad, estaba un poco ocupado socializando. Pero, si dices que el mismísimo D'Mevius está en la mira, me sería imposible seguir esperando —. Escuché la risa ronca de mi compañero detrás de la línea y sonreí levemente sintiendo como el momento más esperado de la noche bailaba en mis venas. Colgué a penas alejé el teléfono de la oreja y me levanté mientras guardaba el celular otra vez —. Si me disculpas, Ari, tengo unos asuntos pendientes. Fue un placer conocerte, espero volver a verte pronto —. Tomé su mano con suavidad. Era delicada y muy femenina. De piel suave, pálida y muy fría. Los anillos delicados que decoraban sus dedos largos la hacían lucir más preciosa aún. Deposité un beso suave sobre su piel casi congelada y luego de eso me separé dejando su mano en su regazo nuevamente, con mi sonrisa más atractiva.

Era una mujer magnética. De esas que solo te encuentras una vez en la vida. Por supuesto que me esforzaría en volver a encontrarla, pero tenía objetivos más importantes en mente.
Tener la sangre D'Mevius en mis manos era el centro de cada uno de mis pensamientos. Y nunca había estado tan cerca de cumplir aquel capricho.

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