4 - Ruleta rusa

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; Viktoria D'Mevius
6 de Septiembre de 2022

La segunda noche sin papá, se sintió más dolorosa que el primer día.

El primer día me costó asimilarlo. Estuve todo el tiempo con él, incluso donde no me permitían el acceso, me las ingenié para poder entrar.
El primer día se sintió como un "hasta luego" o "dentro de unas horas". El primer día hablé con él, lo abracé y lo acaricié durante mucho tiempo.

El segundo día no.
La primer noche sin mi papá después de lo ocurrido, no dormí.
En realidad, no dormí más de tres horas durante meses.
Porque cada vez que lo intentaba, cerraba los ojos y mi mente me llevaba al mismo lugar. Cuando intentaba revivir a mi papá inútilmente.

La noche se sintió más fría y vacía de lo normal. Por primera vez, no había recibido un beso de buenas noches de su parte. Ni tampoco me había despertado con el desayuno a la mañana siguiente.
Ese fue uno de los motivos principales por el cual Venedic y yo nos mudamos de casa. Juntos.

Mi mamá decidió que sería la mejor opción tenernos como apoyo el uno con el otro.
Nuestra ascienda familiar no está a la venta, pero nadie vive allí. Ni tampoco vamos a visitar la casa.

Venedic y yo compramos una hacienda igual de grande que la anterior, sólo que esta sería para nosotros dos.
Al principio, me comporté como una malcriada poniéndole mil excusas y críticas.
Con el tiempo comencé a amar mi casa, mi habitación, mi sala.

Vincent, en cambio, vive solo.
Creo que eso también lo ayudó a conocerse más a sí mismo, aunque no haya cambiado tanto.
Mamá se la pasa viajando para no dormir en la cama matrimonial que compartía con mi papá.
Cuando vuelve a Roma, suele hospedarse unos días en casa de sus amigas, familiares y hasta en casa de nosotros.
Pero hasta donde tengo entendido, ella no volvió a pisar nuestra casa.
Ninguno de nosotros lo hizo.

Me costó meses de ayuda psicológica y tratamiento psiquiátrico entender que él estaba muerto. Que no iba a volver jamás y que lo único que me quedaban eran nuestros recuerdos.
Quizás hubiese sido menos traumatizante para mí si no hubiese visto como la vida de la persona que más amaba en este mundo se desvanecía entre mis brazos.
Que mi papá, el hombre que más amaba y la persona que más me quería, ya no volvería a abrazarme. Que no volvería a escuchar su risa.
Que no volvería a escuchar el sonido de su voz.

Me costó años... Y cuando por fin lo entendí, aprendí a vivir con el dolor.
No quiero mentir, me sigue doliendo con todo mi ser.
Estoy segura que ese dolor nunca se va a ir.
El dolor en el pecho que siento cuando escucho su nombre, me muestran alguna foto o una pertenencia de él.
El nudo en la garganta cuando me preguntan por él y lo que siento en su ausencia. Cuando recuerdo momentos en los que viví junto a él.

La primera vez después de muchos meses que volví a televisión. Y una entrevistadora minimizó lo que sentía con la pérdida de mi papá expresando el proceso de superación con el suyo.
Ese día quedé muda, no dije absolutamente nada. Marcus fue quien pidió llevar el programa a una pausa para averiguar si estaba bien, y en cuanto le confirmé que comenzaba a sentirme mal, no dudó en llevarme lejos de allí.

La primera vez después de un año y medio que volví a grabar un video para mis seguidores. Donde me maquillaba, y habían más comentarios hablando de mi manera de temblar mientras lo hacía y comentarios sobre la muerte de mi papá en vez de mensajes de apoyo.

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