; Viktoria D'Mevius
02 de Octubre de 2022Despierto un domingo por la mañana. Entre unas sábanas blancas con un impecable olor a perfume. Al abrir los ojos reconozco inmediatamente la habitación. Era la habitación de mi madre, junto al desorden escandaloso de ropa que siempre la acompaña.
No recuerdo como acabé con el pijama puesto, solo recuerdo haber pasado horas y horas sola durante toda la noche, bebiendo una botella de dudosa procedencia yo sola (no tengo ni maldita idea sobre bebidas alcohólicas, solo sé que esa tenía un gusto soportable), en la habitación donde dejan los objetos perdidos del crucero. Hasta que Marcus me encuentra y me lleva como a una muñeca de trapo hasta la habitación de mamá. Recuerdo haber quedado dormida en el trayecto y luego de eso, me encuentro aquí. Con un espantoso dolor de cabeza que no me permite seguir durmiendo, pero maravillosamente me encuentro sola y el lado de la cama se encuentra tibio. Dormí con Florencia la noche anterior.
Me levanto de la cama y lo primero que hago es ir al baño a asearme, pero como no tengo mi cepillo de dientes, consigo hacer lo que puedo despertándome con agua y enjuagando mi boca con la misma. Me peino con el cepillo de mamá y me recojo el cabello en un moño alto. Descalza y con el pijama de cebras de mamá, tomo la tarjeta de acceso a mi habitación (que también es la de Nicholas) y salgo de la habitación dirigiéndome hacia la misma. De salida, me encuentro con Marcus y no me sorprende. Le sonrío cuando me da los buenos días y sigo hacia adelante, sin importar que en la puerta de su habitación se encuentre Rojo.
El cual, descaradamente, me analiza de abajo hacia arriba con una mirada lasciva y unos pensamientos extremadamente perversos. No puedo evitar colocar mi mayor cara de disgusto.— Buenos días, señorita D'Mevius.
— Buen día.
Alzo el brazo para colocar la tarjeta y así poder acceder a la habitación, pero el moreno toma mi muñeca con delicadeza pero precisión sin despegar sus ojos de los míos, obteniendo toda mi atención.
— ¿Se le perdió algo?
— Sí. Todas mis pertenencias están allí, también es mi habitación. Así que, amablemente, le voy a pedir que retire su mano de mi muñeca o lo va a lamentar.
— Joder, eres malévola —. Sonríe pícaramente y me suelta. Pero vuelve a interrumpirme —. ¿Tiene una historia de amor con cada guardaespaldas que contrata?
— ¿Perdona?
— Bueno, primero el chiquitín que siempre está detrás de ti. Ahora el rubio y el de rizos y anteriormente el tal Ramiro. ¿Me he perdido de otro más?
Entrecierro los ojos, porque no hay posibilidad de que él sepa lo de Luke y Riccio. No existe la posibilidad de que haya investigado nada, porque no existe registro de que nos involucre amorosamente, ¡porque jamás ha pasado nada! A menos que nos haya visto ayer y haya malinterpretado las cosas. De lo que estoy cien por ciento segura.
¿Rojo me estaba persiguiendo?— ¿Me estás espiando?
— Bueno, te encantaría escuchar que sí, pero en realidad fue una simple suposición.
— No lo creo.
— Nicholas se confundió al decir que eres una culebra. Mintió, tu veneno es mucho peor que eso.
— ¿Qué quieres? — Lo enfrento.
— Mi deber es proteger a los Dellacroce, es todo.
ESTÁS LEYENDO
Desear lo Prohibido
Любовные романыLos D'Mevius son conocidos por ser una de las familias más poderosas del continente europeo y su riqueza es incontable. La más joven del clan D'Mevius, Viktoria, es la más rica de su familia con un capital que crece de la mano de su marca de maquil...