EXTRA: Cicatrices

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; Viktoria D'Mevius
13 de Noviembre de 2019

Dos años y diez meses atrás

El sol de otoño comienza a caer, dando la sensación de que cada vez oscurece más. Aunque en realidad, teníamos la vista del atardecer más encantador frente a nosotros.

Es la primera vez (en mucho tiempo) que viajamos todos reunidos en familia.
El otoño está por terminar y el frío invierno comienza a hacerse presente. A nosotros no nos importó tener poco tiempo para disfrutar la tarde.
Papá dio la idea de hacer un maratón de juegos aprovechando que la marea comenzaba a bajar.
Por más que sólo quedaban pocas horas para que el sol comience a bajar y la noche traiga consigo la fiesta de mi cumpleaños, aceptamos venir. Ya que todos nos hemos puesto de acuerdo en que, cuando a Vittorio no le sale como desea alguna situación, lo mejor es hacerle caso para que no se ponga peor.
Ahora, estamos jugando en la arena. Mamá, papá, Vincent, Venedic y yo.

Vincent lleva los lentes puestos, tirado en la arena cómo si fuera una foca. Mirándonos y riéndose a carcajadas cada vez que Venedic y yo nos caemos.
Como si fuese lo suficientemente gracioso como para poder tentarse por eso.
Mamá y papá jugaban con nosotros. Era un dos contra dos. Y por más que a veces intercambiábamos para ser el equipo con papá, Venedic no dejaba de ser mejor jugador de vóley.

— ¡Eh, Vik! ¡Más arriba! — Gritó Vincent. Ahora sentado. Con los pies estirados, como si estuviera realmente descansando de todo. Pero burlándose y exigiendo como si esto se tratase de un partido y él el entrenador.

— ¡Mueve el culo de la arena y enséñame! — Papá me pellizcó la costilla, haciendo que me de cosquillas y riera. A él le da gracia que insulte sin pensar, pero no le gusta que mamá se enoje luego de escucharme. Ya que Florencia suele recordarme todos los días de mi existencia que decir cosas vulgares no me hacen ver como una señorita.

Horas más tarde, falta poco tiempo para que el reloj marque las 00:00hs. Mi cumpleaños número veintidós está a punto de terminar.

Mamá se encargó de organizar mi cumpleaños con una gran gala. Rodeada de amigos, entre ellos: empresarios, políticos, millonarios, famosos y gente muy importante.
Tanto del mundo político, empresarial y el influyente.

La fiesta aún continúa. Toda la gente bailaba, bebía y dialogaban entre ellos. Muchos hombres se encuentran afuera, bebiendo, fumando o simplemente tomando aire. No era una fiesta escandalosa, pero tampoco era lo suficientemente aburrida cómo para decir que, al ser gente "elegante" no sabían divertirse.
Se notaba en sus rostros que lo estaban disfrutando.

Caminaba por los jardines de la gran mansión, iluminado con faroles de una luz amarilla al rededor de las plantas. Acompañada de la luz natural que nos obsequia el brillo de la luna. A lo lejos, vi a un grupo de hombres que estaban en ronda. Hablando seriamente con el que parecía ser Riccio. La mano derecha de Vincent.
Fruncí levemente el ceño y me frené para observarlos durante unos segundos, que en mi cabeza se sintieron como minutos.
Cómo si mi curiosidad fuera más fuerte que mi cuerpo y me impidiera alejarme para respetar la privacidad que al parecer debía darles, ya que más que una conversación normal parecía un secreto.

— ¿Te interesa lo que ves, cariño? — Pegué un leve salto al escuchar esa voz masculina. Tan grave, tan seductora, tan... tan intimidante y ronca. Me giré hacia él y tuve que elevar el mentón para mirarlo a los ojos.

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