Capítulo 21 "Una decisión"

375 40 22
                                    

Se me era imposible creer lo que Ángelo me había dicho

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Se me era imposible creer lo que Ángelo me había dicho. Lo miré por unos segundos, segundos que parecieron eternos.

¿Asesino?

Sentí miedo. Él lo había confesado. Como consecuencia mi estómago se contrajo, las piernas la sentía entumecidas, quise huir; sin embargo, mi cuerpo no conectaba con mi cerebro.

A lo lejos vi a mi hermano, que estaba en compañía de Becka, ellos lucían felices mientras se besaban.

—¿Qué pasa? —Ángelo rio con amargura—. Ya. Me tienes miedo, ¿no es así? ¿Para eso querías que te dijera la verdad? —Regresé la vista a él. Sus ojos eran fríos, me miraba con detenimiento, él se quitó el cinturón de seguridad y buscó un cigarro, posteriormente, lo encendió para llevárselo a los labios. —Si no vas a decir nada más, sal del auto.

—Ángelo. —Sentí mi lengua pesada. En mi voz sonaba temerosa, por lo que decidí aclarar la garganta—. ¿A quién asesinaste?

Sus ojos se clavaron en mí, mirándome con dureza. Dio otra calada y se recostó en el espaldar del asiento. Con su mano derecha empezó a repiquetear los dedos en el volante. Permanecimos en silencio tal vez dos minutos, hasta que él decidió enterrumpirlo.

—Durante dos años trabajé con mi tío Mark, él es narcotraficante. La paga era buena, me hacía cargo de uno de sus negocios, eran un lugar de peleas clandestinas. —Dio otra calada al cigarro—. Un día me pidió que lo ayudara a interrogar a alguien, recuerdo que imaginé que lo tenían en una oficina, sentado, no sé, así como en los programas de televisión.

—¿Sabías a qué se dedicaba?

—No exactamente, se escuchaban rumores, pero nunca lo demostraron, él tenía influencias. —Me miró unos segundos, luego volvió su mirada al frente—. Cuando entré a ese cuarto, lo tenían atado a una silla, dos hombres apuntaban a él. Mi tío dijo que esa noche iba a enseñarme cómo se trabajaba en su mundo.

—¿Accediste?

—Me negué, pero de nada valió. —Apretó el volante con fuerza—. Me amenazó, dijo que si no lo hacía delataría a mi padre, pues él es quien lo ayuda a limpiar todo su expediente. Y ahí fue donde me confesó lo que era.

—¿Lo hiciste? —pregunté en voz baja.

—Sí, no tenía otra alternativa. Después de eso me enseñaron a usar armas, y a mí era a quien le tocaba sacarle información a las personas que Mark ordenaba. Estuve en su organización dedicándome a es alrededor de un año.

—¿Ya no lo estás? —Me aferré al cinturón de seguridad. Ángelo se dio cuenta, por lo que sonrió y desvió la mirada.

—No, lo dejé cuando conocí a Molly. No quería que ella supiera la clase de monstruo que era.

—No eres un monstruo. —Ángelo me dedicó una rápida mirada—. ¿Tus padres saben lo que hiciste?

—No, ellos nunca lo supieron. Aunque debieron sospecharlo. Mark dijo que podía irme, que si más adelante necesitaba de su ayuda, que lo contactara.

Acechada por el mal |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora