Capítulo 13 "En el lago"

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Los días pasaron y no se volvió a escuchar más asesinatos, no con ese mismo modus operandi

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Los días pasaron y no se volvió a escuchar más asesinatos, no con ese mismo modus operandi. Al parecer Benjamín sí era el asesino.

Becka y Candace se fueron ese mismo día. Después de esa conversación tan acalorada, no se dijeron nada más, simplemente se marcharon. Mich estuvo triste los primeros días, pero después cambió su semblante, al enterarse que Becka se quedaría en la ciudad en casa de un pariente.

No pude ir al funeral de Owen. Los médicos forenses después que haber examinado los cuerpos, se los entregaron a los familiares para que se les hiciera un entierro digno, solo que vivíamos en estados diferentes, por ese motivo no pude hacer acto de presencia. Además, su familia dijo que no querían que yo fuera, según ellos, las personas a mi alrededor estaban expuestos al peligro.

En cambio Candace, ella apenas supo, cogió el primer vuelo y se fue para allá.

Como todo estaba volviendo a la normalidad, decidí ir en las noches a casa de mi amiga Judith. A ella la conocí en la escuela, después que yo me fui al pueblo, poco nos veíamos, luego que nos graduamos cada una tomó caminos diferentes.

Yo, por mi parte, me sentía tranquila porque Benjamín estaba tras las rejas y la zozobra que sentíamos, ya por lo menos se había disipado. Debía admitir que todos esos sucesos marcaron mi vida.

Miré mi reflejo en el espejo. Vestía con un short, una blusa roja holgada de tirantes y unas zapatillas de color negro. Nick y Mich habían organizado un encuentro en un lago a las afueras de la ciudad, ya que muchos universitarios llegaban a pasar vacaciones porque estábamos en una zona conocida por ser turística

Agarré mi teléfono y lo guardé en el bolsillo trasero de mi short. Salí de la habitación, encontrando a Mich en la mitad del pasillo. Me sonrió y extendió su mano hacia mí.

—Pero qué bella se ve mi hermana. —Le dediqué una sonrisa. Y él hizo que diera una vuelta —. ¿Ya le dijiste a papá?

—No, vamos antes que se de cuenta.

—¿Darme cuenta de qué? —Cuando estaba en la universidad podía salir a todas partes porque no me estaban vigilando, pero aquí era diferente. Y la verdad, no quería que yo frecuentara los mismos sitios que Mich, ya que él siempre andaba con su grupo de amigos —. ¿Adónde vas vestida así, América?

—Iré a cine con Mich. —Mi hermano me miró desentendido, así que le di un codazo.

—Eh, sí, papá, llevaré a Ame al cine. Esta tarde darán una buena película —dijo rápidamente y sin equivocarse.

—Hija, a mí no tienes que mentirme. —Papá colocó una de sus manos en mi hombro —. Ya no digo nada si sales, lo que no me gusta es ese atuendo.

—¿Pero qué tiene? —pregunté mirándome —. ¿Tan mal me veo?

—No, es solo que estás enseñando mucha piel.

—Estará conmigo. —Mich rodó los ojos —. Papá, déjala, se nos hace tarde.

Acechada por el mal |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora