Una serie de eventos comienzan a suceder, llenando de pánico y terror a los habitantes de la ciudad. Las voces de que un asesino serial anda suelto comienzan a difundirse.
Él está obsesionado con América, una joven universitaria, querrá volverla lo...
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América
Ver las noticias era escalofriante, un nuevo caso se dio a conocer. Esta vez fue una joven pareja la que asesinaron. El asesino los desmembró, convirtiéndolos en obra de arte, eso dijo la reportera, porque dejó los miembros muy bien acomodados, y sus cabezas estaban de lado mientras se miraban, sin los ojos, ya que se los sacó, los dos tenían una sonrisa dibujada con un cuchillo en el rostro. Los médicos forenses, explicaron que les cortaba desde la comisura hasta las mejillas debajo de los pómulos, eso lo hacía después que las torturaba, luego se tomaba la molestia de coserla, junto con los labios formando una enorme sonrisa en todas sus víctimas.
Era el segundo caso en menos de un mes, y la policía ya se estaba alarmando, porque el primer asesinato fue una joven que estudiaba comunicación social en la misma universidad donde yo asisto. El sábado por la madrugada después que salió de una fiesta en casa de su amiga, desapareció, y estuvo perdida por una semana, hasta que la encontraron en un terreno baldío. La chica estaba descuartizada, con los brazos encima de su cabeza, sus piernas formaban una x debajo de su torso.
La ciudad se infundía en terror, las voces de que un asesino andaba acechando a los habitantes empezaron a difundirse.
El capitán de la policía salió a hablar en las noticias, manifestando que darían con el paradero del asesino, y para tranquilizar a las personas, dijeron que estaban haciendo una investigación exhaustiva.
—Deja de mirar eso. —Becka apagó el televisor, situándose frente a mí. —Mejor ve a cambiarte, recuerda que hay una fiesta en casa de Benjamín.
—Esa noticia era importante. —Ella rodó los ojos. —Becka, hay un asesino suelto, y tú estás pensando en ir a una fiesta, sin saber si puede aparecer allí.
—América, tranquila, y deja la paranoia. No podemos dejarnos amedrantar por él. Eso es justamente lo que quiere. —Se sentó a mi lado, colocando una mano en mi hombro. —Vamos a olvidarnos de lo que pasó y a pasarla bien.
—¿Cómo me veo? —Candace bajó de su habitación, con un hermoso vestido color rojo, ajustado a su cuerpo. Sus grandes ojos azules nos miraban confundidas, tal vez porque yo permanecía con mi pijama puesta. —¿No irás? —Se cruzó de brazos esperando una respuesta.
—No tengo ganas.
—Ella tiene miedo del asesino.
—¿Del que deja una sonrisa macabra en el rostro de sus víctimas? —Inquirió sentándose a mi lado derecho.
—Sí, porque la chica que asesinó era Amara Simmons, ella vivía en el campus, solo que se había ido el viernes a pasar el fin de semana a casa de sus padres.
