Sentado en el sofá de su casa, veía las noticias de los asesinatos ocasionados por él. La euforia y el éxtasis corrían por todo su cuerpo al saber que estaba intimidando a todos los habitantes de la ciudad, pero, especialmente a los chicos de la universidad. Su vista bajó al cuchillo en sus manos, y sonrió como un loco psicópata. Se recostó en el espaldar del sofá y cerró los ojos soltando un suspiro de satisfacción. Recordó la cara de América cuando descubrió el cuerpo de Zoe detrás de la fuente, esos gritos fueron tan excitantes que quería seguir asesinando, solo que a ella no podía matarla, no todavía, primero la haría sufrir, a tal punto que ella misma le suplicara que acabara con su miserable existencia.
De un solo brinco, se puso de pie, yendo escaleras arriba. Se quitó la ropa, y entró al cuarto de baño. Necesitaba darse una ducha para salir por algo de beber, porque las ganas de seguir asesinando seguían intactas, solo habían pasado tres días desde el asesinato de Zoe, y ya las ansias de ver la sangre correr por su manos, salpicar sus ropas y hasta la máscara que usaba al momento de atacar a sus víctimas, lo embargaban por completo, cegando sus sentidos. Todo él quería estar bañado en sangre. Así que iría a una discoteca, de esas donde había muchas mujeres buscando pasarla bien por una noche.
Salió del cuarto de baño con una toalla alrededor de su cadera. Su teléfono sonó, y lo sostuvo en sus manos, queriendo ver un mensaje de América, no obstante, era solo una notificación de alguna red social. Lo decepcionó mucho ver que ella no se dignó en responderle el mensaje que le había escrito hace algunas horas.
Después de vestirse, subió en su auto rumbo a la discoteca. Algo en su interior le exigía quitar una vida, y eso era lo que haría, pero, primero pediría algo de beber. Se estacionó, y entró al lugar, bajo la mirada de algunas mujeres, quienes lo miraban de forma lasciva. Una sonrisa maquiavélica se plantó en sus labios, cuando sus ojos vieron a Olivia Larson; una rubia de ojos grandes color grises, ella se movían al ritmo de la música en medio de la pista de baile. Olivia tenía puesto un vestido negro a mitad de sus muslos, dejando a la vista sus largas piernas, mientras se movía de forma sensual.
Ella se acercaba a algunos hombres provocándolos, y uno de ellos la sujetó por la mano, llevándose a la parte de atrás. Él con disimulo, los siguió por un pasillo, se colocó la capucha y la máscara para cubrir su rostro. Abrió una puerta que daba a la parte trasera de la discoteca, viendo un callejón oscuro, nada concurrido.
Escuchó los gemidos de una mujer y los gruñidos de un hombre. Eran ellos dos teniendo sexo desenfrenado. El sujeto la tenía cargada, recostándola contra la pared, mientras la embestía con fuerza. Él se sintió asqueado al ver esa escena, tal vez Oliva no conocía a ese hombre y ya le estaba entregando su cuerpo.
A pasos lentos, se acercó a ellos, y los ojos de Olivia se agrandaron de la sorpresa al ver a alguien con una máscara. Él sacó el cuchillo de su chaqueta, y se lo incrustó al sujeto en unos de sus costados, haciendo que ambos cayeran al frío piso, posteriormente, se lanzó sobre él, apuñalándolo sin ninguna contemplación, desgarrando su carne, sintiéndose extasiado al escuchar los gritos de la rubia, cuando vio el cuerpo ahora sin vida del chico que hace un rato le estaba proporcionando placer,
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Acechada por el mal |COMPLETA|
Gizem / GerilimUna serie de eventos comienzan a suceder, llenando de pánico y terror a los habitantes de la ciudad. Las voces de que un asesino serial anda suelto comienzan a difundirse. Él está obsesionado con América, una joven universitaria, querrá volverla lo...