Extra-1

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-¿Estás segura de esto? –Preguntó papá –una vez lo hagamos no habrá vuelta atrás –murmuró a mi lado.

-Es lo menos que podemos hacer por Lía.

-Lo sé, pero Lía no lo hubiera querido.

-Porque Lía era la buena de nuestra amistad, ella creí en las segundas oportunidades, las terceras, las cuartas e incluso las quintas –lo miré fijamente –yo no creo en la segunda, tú tampoco lo haces, por eso estás aquí.

-Y sospecho que por eso Lía no te dijo, ni me lo dijo a mí –se rindió –sabe lo que podríamos haber hecho –murmura.

-Yo hubiera matado y tú te hubieras deshecho de las pruebas y el cadáver para que no acabara en la cárcel –terminé por él.

-Eso hubiera pasado –suspiró mirando su reloj.

Nos quedamos en silencio y tras unos minutos tres oficiales trajeron a un hombre esposado de pies y manos.

-¿Quiénes son ustedes? –nos miró.

-Déjennos solos –musitó papá.

-No podemos hacer eso, es un hombre muy...

-Ya lo sabemos, correremos el riesgo, déjennos solos –lo interrumpió.

-Estaremos fuera, grite y de inmediato vendremos a su rescate –termino aceptando.

Suspiré viendo al hombre seguir de pie.

-Hola, diablo –lo miré a los ojos.

-¿Qué diablos quieren? –tomó asiento frente a nosotros como pudo.

-Hacer negocios –hablé antes de que lo hiciera –saqué las fotos de mi cartera y las deslicé frente a él –ella es mi hermana Lía –señalé la primera foto –y él es su padrastro, quién la violó, golpeó, torturó y asesinó –señalé la siguiente foto.

-¿Y eso que tiene que ver conmigo? –me miró mal.

-El será transferido mañana en la mañana a esta cárcel –tomé la foto de Lía guardándola y sacando un sobre poniéndolo en su lugar –quiero que reciba una buena bienvenida –vi como sus ojos brillaban mientras observaba el sobre –y no solo el primer día, tú tienes cadena perpetua, el igual –lo miré y nuestros ojos se encontraron –son cinco mil por la bienvenida –no perdí de vista sus ojos –te daré mil dólares mensuales si le das esa bienvenida cada día –sonreí –puedo asegurarme que te llegué aquí o si quieres que se lo hagamos llegar a alguien fuera de la cárcel –lo tenté –pero él debe sufrir cada cosa que le hizo pasar a Lía, no me importa lo que le hagas, mientras no lo mates, él debe cumplir su sentencia –amplié mi sonrisa –tu dime si aceptas o busco a otra persona que haga el trabajo.

-Maté a mi anterior perra así que me vendría bien una nueva –tomó la foto mirándola con una sonrisa y se mordió el labio –y es muy guapo –suspiró –acepto –dijo finalmente.

Me puse de pie tomando el sobre y metiéndolo entre su ropa sin miedo alguno a que atacara, era lo de menos.

-Nos veremos el próximo mes –lo miré fijamente y sonreí –si incumples nuestro trato tú serás la perra de alguien más y me encargaré personalmente de eso –palmeé su pecho con suavidad viendo como sonreí con cinismo, sonrisa que ignoré –Espero y estés a la altura de todo lo que se dice sobre ti en las calles, Diablo, el señor López debe desear morir, deseo que no se le será permitido.

-Me gusta como hablas.

-Tu perra compartirá celda contigo, de eso me encargo yo –terminé diciendo.

Le eché una última mirada y salí de la sala de visita con papá a mi lado.

-Eso fue aterrador –murmuro cuando finalmente salimos de la cárcel.

Papá suelta una carcajada abrazándome por los hombre.

-Parecías de todo menos aterrada.

-Aprendí del mejor –lo miré.

-Vete a casa con los trillizos, yo iré a la cárcel a la que transferirán a la madre de Lía, yo me encargaré de ella.

-¿Seguro?

-Sí, ya tengo en mente a quién darle ese trabajo.

-Muy bien, nos vemos entonces –dejé un beso en su mejilla.

Hacía más de una semana que no dormía bien, y en mi estado eso no era lo más idóneo, debo dormir aunque sea por doce horas seguidas, Aunque con los trillizos eso será meramente imposible.

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