Cap.28

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-¿Aseguraste bien el cinturón de Leo? –cuestioné.

-Sí, sí, eso creo –asintió.

-¿Crees?

-Yo...no lo sé, estaba nerviosa y él venía en mi dirección y ya...ya me golpeó y también a usted y yo...tengo miedo –tartamudeó.

Acomodé el retrovisor viendo la silla de Leo y fruncí el ceño tratando de centrarme en eso pero tampoco dejar de ver el camino.

Y no, el cinturón que lo aseguraba a la silla tenía un extremo desabrochado.

-Abróchalo –le ordené –si tengo que frenar bruscamente va a lastimarse.

-Pero...

-Abróchale ese cinturón –musité con dureza.

Desabrochó el suyo y cruzó la mitad de su cuerpo a la parte trasera, me centré en el camino y mantener el vehículo estable.

-Ya está –volvió a su posición.

Pisé el acelerador a fondo esquivando los autos y tratando de llegar a mi objetivo.

-En cuanto lleguemos, vas a bajar y gritar por ayuda ¿queda claro? –cuestioné.

-¿Y si me hace algo? –cuestionó.

-Fuera de la estación hay policías siempre –negué –pero si atraemos la atención el no podrá agredirnos físicamente de nuevo ¿puedes hacer eso? –cuestioné.

-Puedo...yo puedo –creo que se lo aseguraba más a ella misma que a mí.

-Muy bien –dije divisando la comisaría justo frente a nosotras.

Aceleré más y me adentré en la acera cortándole el paso a una patrulla que iba de salida, giré el volante y frené tratando de no ser muy brusca y no chocar contra ninguna pared...o persona.

Quité el seguro.

-¡Ayuda, por favor ayuda! –Dinna corrió a la patrulla a la que le cortamos el paso y tocó sus ventanas con desesperación.

Observé como salían más oficiales por el escándalo y no tardé en bajar yo también.

Escuché a Dinna tratar de explicar que un hombre que nos agredió físicamente nos seguía, y que íbamos con niños en el vehículo y...la verdad no se le entendía muy bien, entre sus lágrimas y sus balbuceos era difícil.

-Es él –señaló un auto.

Me enderecé con Alexa en mis brazos y lo vi.

Observé la forma en la que apretaba el volante y no pude evitar brindarle una pequeña sonrisa.

Voy a hacerte pagar.

-¿Se encuentran bien? –un oficial llegó a mi lado.

Me observó a mí y también lo hizo con Avery y Leo quienes seguían en sus sillas.

-Necesito poner una denuncia –murmuré –y hablar con mi prometido, él...es el capitán –lo vi asentir.

-Déjeme ayudarla –se inclinó sacando a Avery y Leo de sus sillas y haciéndome señas para que lo siquiera.

Así lo hice, lo seguí y por el rabillo del ojo vi a otro oficial tratando de hacer calmar a Dinna.

Atravesé la estación con las miradas de todos sobre nosotros, ya había venido, solo una vez, pero supongo que nos observan por la sangre y no porque me recuerden.

-¿Amelia? –una voz me hizo girar el rostro --¿Qué te pasó?

-Andrea –no dudé en dejar a Alexa en sus brazos --¿puedes cuidarlos un segundo? Debo hablar con tu hermano.

-Por supuesto –asintió

Caminé apresurada a su oficina y abrir sin tocar, interrumpiendo lo que parecía una pequeña reunión, su rostro furioso se deshizo en cuanto me observó.

-¿Qué te pasó? –se apresuró en llegar conmigo y sostener mi rostro.

-Tienes que ayudarme –susurré –él la mató –dije a tropezones –y fue a casa y me golpeó y también sostuvó a Leo y yo...

-Calma, calma –pidió haciéndome que me sentara –no estoy entendiendo nada –la preocupación era notable en su rostro –explícame que fue lo que sucedió, pero despacio.

Asentí tomando una respiración y tratando de calmarme.

-Tienes que ir al hospital –susurré –ellos trataran de deshacerse de la evidencia de forma legal, tienen el suficiente dinero para hacer pasar un asesinato por un suicidio y quedar impunes –traté de explicarme.

Su ceño se frunció.

-¿A quién asesinaron, amor?

-A Lía –mordí mi labio –yo, tengo evidencia de eso, mi teléfono quedó en su casa y por eso supo la existencia del diario, pero...pero debes tener el cuerpo y demostrar que fue un asesinato o no valdrá de nada y...

-Dime donde está el cuerpo –pidió –y la evidencia que tienes.

-El hospital central, el que está a quince minutos de la casa de Lía y el diario está en la jeep en el suelo de los asientos traseros, está en mi joyero –saqué la llave de mis senos –bajo llave –se la tendí y las tomó.

Lo observé salir y empezar a gritar órdenes a diestra y siniestra, movilizando a todo un departamento que empezaban a correr tras recibir órdenes.

La adrenalina me abandonaba y mi cuerpo empezó a resentir todo el dolor que se impidió sentir a sí mismo.

-Cariño –levanté la mirada para observar cómo se arrodillaba frente a mí hasta estar a mi altura –necesito una declaración gravada, pero antes buscaré a alguien que te revise esas heridas –murmuró.

-Declararé primero –negué –yo...necesito hablar antes –rogué –esto no es nada –toqué mi nariz –si estuviera fracturada estaría llorando del dolor.

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