-¿Aseguraste bien el cinturón de Leo? –cuestioné.
-Sí, sí, eso creo –asintió.
-¿Crees?
-Yo...no lo sé, estaba nerviosa y él venía en mi dirección y ya...ya me golpeó y también a usted y yo...tengo miedo –tartamudeó.
Acomodé el retrovisor viendo la silla de Leo y fruncí el ceño tratando de centrarme en eso pero tampoco dejar de ver el camino.
Y no, el cinturón que lo aseguraba a la silla tenía un extremo desabrochado.
-Abróchalo –le ordené –si tengo que frenar bruscamente va a lastimarse.
-Pero...
-Abróchale ese cinturón –musité con dureza.
Desabrochó el suyo y cruzó la mitad de su cuerpo a la parte trasera, me centré en el camino y mantener el vehículo estable.
-Ya está –volvió a su posición.
Pisé el acelerador a fondo esquivando los autos y tratando de llegar a mi objetivo.
-En cuanto lleguemos, vas a bajar y gritar por ayuda ¿queda claro? –cuestioné.
-¿Y si me hace algo? –cuestionó.
-Fuera de la estación hay policías siempre –negué –pero si atraemos la atención el no podrá agredirnos físicamente de nuevo ¿puedes hacer eso? –cuestioné.
-Puedo...yo puedo –creo que se lo aseguraba más a ella misma que a mí.
-Muy bien –dije divisando la comisaría justo frente a nosotras.
Aceleré más y me adentré en la acera cortándole el paso a una patrulla que iba de salida, giré el volante y frené tratando de no ser muy brusca y no chocar contra ninguna pared...o persona.
Quité el seguro.
-¡Ayuda, por favor ayuda! –Dinna corrió a la patrulla a la que le cortamos el paso y tocó sus ventanas con desesperación.
Observé como salían más oficiales por el escándalo y no tardé en bajar yo también.
Escuché a Dinna tratar de explicar que un hombre que nos agredió físicamente nos seguía, y que íbamos con niños en el vehículo y...la verdad no se le entendía muy bien, entre sus lágrimas y sus balbuceos era difícil.
-Es él –señaló un auto.
Me enderecé con Alexa en mis brazos y lo vi.
Observé la forma en la que apretaba el volante y no pude evitar brindarle una pequeña sonrisa.
Voy a hacerte pagar.
-¿Se encuentran bien? –un oficial llegó a mi lado.
Me observó a mí y también lo hizo con Avery y Leo quienes seguían en sus sillas.
-Necesito poner una denuncia –murmuré –y hablar con mi prometido, él...es el capitán –lo vi asentir.
-Déjeme ayudarla –se inclinó sacando a Avery y Leo de sus sillas y haciéndome señas para que lo siquiera.
Así lo hice, lo seguí y por el rabillo del ojo vi a otro oficial tratando de hacer calmar a Dinna.
Atravesé la estación con las miradas de todos sobre nosotros, ya había venido, solo una vez, pero supongo que nos observan por la sangre y no porque me recuerden.
-¿Amelia? –una voz me hizo girar el rostro --¿Qué te pasó?
-Andrea –no dudé en dejar a Alexa en sus brazos --¿puedes cuidarlos un segundo? Debo hablar con tu hermano.
-Por supuesto –asintió
Caminé apresurada a su oficina y abrir sin tocar, interrumpiendo lo que parecía una pequeña reunión, su rostro furioso se deshizo en cuanto me observó.
-¿Qué te pasó? –se apresuró en llegar conmigo y sostener mi rostro.
-Tienes que ayudarme –susurré –él la mató –dije a tropezones –y fue a casa y me golpeó y también sostuvó a Leo y yo...
-Calma, calma –pidió haciéndome que me sentara –no estoy entendiendo nada –la preocupación era notable en su rostro –explícame que fue lo que sucedió, pero despacio.
Asentí tomando una respiración y tratando de calmarme.
-Tienes que ir al hospital –susurré –ellos trataran de deshacerse de la evidencia de forma legal, tienen el suficiente dinero para hacer pasar un asesinato por un suicidio y quedar impunes –traté de explicarme.
Su ceño se frunció.
-¿A quién asesinaron, amor?
-A Lía –mordí mi labio –yo, tengo evidencia de eso, mi teléfono quedó en su casa y por eso supo la existencia del diario, pero...pero debes tener el cuerpo y demostrar que fue un asesinato o no valdrá de nada y...
-Dime donde está el cuerpo –pidió –y la evidencia que tienes.
-El hospital central, el que está a quince minutos de la casa de Lía y el diario está en la jeep en el suelo de los asientos traseros, está en mi joyero –saqué la llave de mis senos –bajo llave –se la tendí y las tomó.
Lo observé salir y empezar a gritar órdenes a diestra y siniestra, movilizando a todo un departamento que empezaban a correr tras recibir órdenes.
La adrenalina me abandonaba y mi cuerpo empezó a resentir todo el dolor que se impidió sentir a sí mismo.
-Cariño –levanté la mirada para observar cómo se arrodillaba frente a mí hasta estar a mi altura –necesito una declaración gravada, pero antes buscaré a alguien que te revise esas heridas –murmuró.
-Declararé primero –negué –yo...necesito hablar antes –rogué –esto no es nada –toqué mi nariz –si estuviera fracturada estaría llorando del dolor.
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EL DIARIO
Short StoryLía tenía muchos problemas, era maltratada física y psicologicamente, pero siempre lo ocultó, vivió por años ese infierno, hasta que no pudo más, y cuando su vida se desvanecía fue capaz de escribirle un mensaje a su mejor amiga pidiéndole que busqu...