Cierro el diario viendo los tres sobres que cayeron en mi escritorio en cuanto abrí el diario.
Cierro el diario y lo dejo en mi escritorio aún sin digerir muy bien lo que había leído
¿Por qué...?
¿Por qué no siento absolutamente nada?
¿Qué está mal conmigo?
Escucho los gritos de la sirvienta de la casa y unos pasos acercarse furiosos por el pasillo, aunque los había escuchado eso no impidió que saltara del susto cuando vi la manija de mi puerta moviéndose con violencia y los golpes sobre la madera me sobresaltó.
-Abre la puerta –esa voz.
Me echo hacia atrás y meto el diario junto a las cartas en mi joyero poniéndole llave y escondiéndola en mi sostén.
Escuché el crujido de la madera resonar y contuve el aliento mientras me apresuraba en llegar a la cama y girar la caja sobre ella tirando todo el contenido sobre esta y esparciendo todo en la misma.
Otro estruendo sonó, solo que está vez la puerta fue básicamente hecha pedazos.
Un tirón de mi cabello me mantuvo en mi sitio impidiéndome girarme.
-¿Qué cree que hace? –me quejo sintiendo mi cuero cabelludo arder.
-¿Dónde está? –cuestionó aterradoramente calmado.
-¿De qué diablos habla? –jadeo adolorida.
-Señorita, lo lamento, no pude evitar que... oiga ¿Qué hace? Si no la suelta llamaré a la policía.
La presión en mi cabello disminuye un poco pero no lo suficiente como para poder liberarme y entonces, sucedió...un potente llanto inundó la estancia.
Contuve la respiración alarmada
-Ve a calmarlo –le ordené a la mujer frente a mí.
Vi el moretón en su pómulo izquierdo y el miedo empezó a inundarme, pero no era miedo por mí.
-No la dejaré sola con este señor –lo miró de arriba abajo.
-Ve, ahora –supongo que vio el pánico en mi mirada porque terminó asintiendo.
-En un minuto llamaré a la policía –lo miró –y si sigue aquí para cuando llegue tendrá un problema muy grande.
Observé como se iba a paso apresurado.
-¿Hay un bebé aquí? Quiero verlo –demandó.
-No sé qué diablo busca, ni que hace aquí, pero claramente no está en sus cincos sentido, no lo quiero cerca de mi hijo –demandó.
-¿Tuyo? –Cuestionó con cierta burla --¿crees que soy idiota?
Él sabe del diario.
Pero si tuviera certeza de lo del bebé yo no lo tendría, hubiera venido por él hace tiempo, así que solo está haciendo conjeturas a ciegas, debe de estar uniendo puntos.
-¿De quién sería si no? –contesto con brusquedad –y contestando su última pregunta, sí, creo que es un idiota ¿sabe por qué? Porque está agrediéndome, hay testigos, golpeó a una trabajadora, y por mucho dinero que usted tenga no podría ocultar o desestimar una orden mía en su contra ¿sabe por qué? –No lo dejé contestar –porque yo tengo mucho más, mi padre tiene mucho más, mi madre tiene mucho más, mi hermano tiene mucho más –me reí –mi apellido tiene poder, el de usted también, pero ¿Cuál cree que tiene más peso?
-Quiero verlo –volvió a ordenar
Su mano bajó a la parte trasera de mi cuello en tan solo segundos y luego sentí el intenso dolor en mi rostro, que se intensificaba mucho más en mi nariz.
Gemí dolorosamente y traté de atajar nuevamente el golpe en mi cara cuando intentó volver a estallar mi cabeza contra la base de mi cama.
Sentí algo caliente deslizarse por mi frente y nariz, tosí en busca de aire.
Dejé de sentir su tacto contra mi piel y lo sentí ponerse de pie mientras yo trataba inútilmente de sostenerme sobre mis rodillas.
Lo vi saliendo de la habitación a paso lento y como pude me puse de pie tomando el jarrón que estaba sobre mi buró, tiré el agua y las rosas y me apresuré en llegar a la habitación de los niños.
La escena me heló la sangre, el sostenía a Leo y lo admiraba con adoración. Miré a la mujer quién tenía a Alexa contra su pecho, me miró completamente aterrada y en cuanto vio el jarrón en mis manos temblorosas dejó a Alexa en su cuna.
-Deme al niño –pidió de forma temblorosa.
-Es igual a ella, es igual a mi Lía –sus palabras me dieron ganas de vomitar.
Sin perder tiempo me acerqué estallando el jarrón en su cabeza con todas mis fuerzas, observé a Dinna tomar a Leo antes de que él cayera con ese...hombre.
-Señorita –me miró sollozando.
-No...no, no tenemos tiempo –tartamudeé acercándome a las cunas y tomando a Alexa y Avery en brazos.
-No –miré como trataba de levantarse del suelo –son míos.
-No lo son –miré a Dinna con Leo y me apresuré en salir de la habitación con ella siguiendo mis pasos –en mi mesita de noche, trae mi joyero –pedí y la perdí de vista --¿Papá? ¿Mamá? –grité empezando a creer lo peor
-Están en el hospital –contestó Dinna.
Iba a preguntar pero solo empecé a caminar con ella detrás de mí.
Haciendo malabares tomé las llaves de la jeep y me apresuré en asegurar a Alexa y Avery a sus sillitas mientras vi a una Dinna temblorosa hacer lo mismo con Leo.
-¡Oye! –lo vi saliendo de la casa.
-Mierda –mascullé terminando de poner el seguro y subiéndome a la jeep.
-¡Listo! –Dinna subió justo cuando él llegó hasta donde estábamos.
Coloqué el seguro y no tardé en encenderla y arrancar.
Por el retrovisor lo vi subiendo a su coche y empezar a seguirnos.
-Llama a la policía –le pedí a Dinna tratando de mantener la calma.
-No tengo un celular –tartamudeó –yo...se me dañó hace dos días, no eh tenido tiempo de comprar siquiera una barato para poder llamar, yo, ni siquiera eh podido hablar con mi madre, ni mis hermanos ¡hay Dios! Que mala hija soy –empezó a llorar –y ahora podríamos morir y yo...no quiero morir, soy muy joven, yo...me caso en tres meses, no puedo morir –incrementó su llanto asustando a los niños –lo siento, shu, shu, no lloren –incrementó su llanto y ellos lo hicieron con ella.
Palpé mis bolsillos sin quitar la vista del camino, intentando buscar mi celular, cuando volví a casa no lo traía, no lo dejé en la casa de Lía, o sí...eso explica que sabía del diario y...yo borré los mensajes de Lía que mencionaban a los bebés, ni siquiera sé porque lo hice, pero ya era una costumbre.
-Gracias Lía por obligarme a ser tan paranoia –sonreí sin poder evitarlo.
-¡Se está acercando! ¡Se está acercando! –gritó Dinna entre lágrimas.
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EL DIARIO
Short StoryLía tenía muchos problemas, era maltratada física y psicologicamente, pero siempre lo ocultó, vivió por años ese infierno, hasta que no pudo más, y cuando su vida se desvanecía fue capaz de escribirle un mensaje a su mejor amiga pidiéndole que busqu...