Mich el Final

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Los meses pasaban y no parábamos de vernos.
Al menos una vez la la semana nos tomábamos un día para pasar la noche juntos, el sexo era maravilloso. Parecía que nuestros cuerpos estaban diseñados para estar uno encima del otro. Solamente el roce de nuestra piel o de nuestros labios ya nos encendía.
Al otro día de mañana ninguno quería separarse del otro.
Pero como todo lo bueno siempre hay algún problema.
Me enganche de él, lo que era una simple relación de diversión me empezó a hacer mal. Las cosas estaban claras desde un principio pero no lo pude evitar.
De repente ya no me alcanzaba con verlo una sola vez a la semana y estar encerrados más de doce horas en un cuarto de hotel. Sacando el sexo el era dulce y bueno conmigo. Imposible que con ese combo no sintiera nada con él.
Lo primero que hice fue tratar de integrarlo en mis salidas pero nunca tenía tiempo o no quería. Nuestras citas siempre eran iguales. El me esperaba en la parada para ir siempre al mismo hotel. No me quejaba por que la pasábamos muy bien pero eso ya no me alcanzaba, no quería ser un secreto.
Creía que él tenía muy claro todo desde un principio por lo cual ni me moleste en hablarlo o intentarlo, sus negativas para mi me lo dejaban muy claro.
Era el día de nuestro encuentro y ya lo tenía decidido iba a ser el último.
Me prepare como todas las semanas, llegue y el me estaba esperando. Me beso la boca y caminamos al hotel. Subimos a la habitación y como siempre en el ascensor nos besamos y manoseamos. Ni bien entramos le arranqué toda su ropa como era de costumbre y bese cada espacio de su cuerpo para recordar a la perfección cada lunar y marca que tenía. Seguimos besándonos pero esta vez de una forma muy romántica, parecía que el supiera que esta iba a ser nuestra última noche. Separamos nuestras bocas, el acarició mi cara y nos vimos a los ojos por un instante, esos ojos y esa boca me hacían perderme totalmente. Baje lentamente recorriendo su cuerpo con mis caricias y besos hasta llegarte a su hombría totalmente descubierta, caliente y dura como una roca. Le empecé q comer la cabeza de a poco saboreando su precum, la deje sin rastro de él y me dispuse a metérmela toda en mi boca. Lo veía retorcerse de placer y más caliente me ponía yo. Estuvimos un buen rato así, yo hacía presión para que pudiera entrar más en mi y el se extasiaba cada vez más.
Inclinó su cuerpo solo para darme un beso en la cabeza. Me arrebató mi manjar de la boca y me beso. Colocó su mano bajo mi mentón y me invitó a pararme. Ya de pie me volvió a besar y a entrelazar nuestros dedos.
Se separo de la pared y me invitó a seguirlo a la cama. Cuando llegamos me hizo sentarme en el borde, me beso y me dio un abrazo. Se separo de mi y me hizo recostar, se arrodilló entre mis piernas y me empezó a saborear mi erreccion, me estaba enloqueciendo nadie sabía hacerlo como él. Estuvo un buen rato dándome placer hasta que casi acababa. Se dio cuenta y se separo de mi entrepierna para ponerse sobre mi y besarme. Nos estuvimos besando un buen rato mientras nuestras manos recorrieran el cuerpo del otro.
Me volteo y beso desde mi cuello hasta mis nalgas, las beso y puso su cara entre ellas. Busco mi entrada con su lengua y empezó a querer entrar en mi con su lengua. Estaba tan exitado que no se le hizo nada difícil. Se detuvo un buen rato ahí preparándome para hundir su verga en mis adentros.
Usando ya estaba listo y bien lubricado paso una pierna a cada lado de mi cuerpo y se posicionó de tal manera que su falo tocaba la puerta de mi entrada. Bastó que hiciera un poco de presión para hacerse pasó en mi y comenzar el vaivén. El cuarto olía a sexo, olía a nosotros y eso me encantaba. El seguía con sus movimientos, con cada estocada su miembro acariciaba mi punto G y de mi boca salía gemidos que hacían eco en todos lados. Sus estocadas fueron en aumento y su respiración igual. Sentía como su sudor caía en mi espalda y la recorría hasta el fin de ella. Gemía como nunca lo había hecho y sentí como regaba con sus frutos mi interior. Mientras su miembro aún latía dentro mío, se dejó caer sobre mi y nos giro en la cama sin salir de mi. Mi cuerpo que do sobre el y mi ereccion apuntando el techo. Se salivó la mano y la dirigió a mi entrepierna. Sus dedos se aferraron a toda la circunferencia de mi pene y me masturbo. No tardo nada en hacerme venir por la calentura que estaba manejando. Mi semilla nos baño a ambos. Me apretó fuertemente hacia el y me susurró al oído te quiero mientras me dio un inocente beso. Mi cabeza comenzó a trabajar pensando si lo había dicho de verdad o solo se había dejado llevar por el momento.
Separo nuestros cuerpos y me abrazo, estuvimos así unos minutos y nos fuimos a duchar juntos. Esta vez sin sexo, solo caricias, besos y risas.
Cenamos algo rápido en la habitación mientras veíamos la tv desnudos y nos fuimos a dormir. Durmió toda la noche abrazándome, aferrándose a mi como si supiera que esta iba a ser la última vez que nuestros cuerpos se disfrutaran. Entre sueños me volvió a repetir que me quería. Yo no pude dormir en toda la noche pensando en si lo que estaba haciendo era lo correcto o si a él le estaba pasando lo mismo. Pero preferí no hablar para no quedar totalmente vulnerable delante de ese hombre que me estaba enamorando día tras día.
En la mañana nos despertamos nos besamos nos abrazamos mucho. Nos volvimos a duchar juntos. Nuestros cuerpos no querían separarse. A la hora de irme me acompaño hasta el umbral, nos abrazamos y nos dimos un beso romántico, sin importar nada y sin escondernos dentro de cuatro paredes. Pero yo sabía que era el fin. El solo quería diversión y yo ya necesitaba más de él, no me alcanzaba esto que teníamos. Nos separamos lentamente y mire sus ojos por última vez. Lo abracé con fuerza y olí su cuello para no olvidar su olor. Nos dimos un piquito y nos separamos. Camine un par de pasos y me gire para verlo una última vez, se veía hermoso recostado en la pared sonriéndome.
Sentí como mi corazón se rompía y mis ojos se llenaban de lagrimas que no pude contener. Volví a girarme, seguí mi camino y no volví a mirar atrás para que no me viera así.
Un par de días después me llamo para vernos pero puse excusas. No me atreví a decirle la verdad. Sus mensajes se hicieron más frecuentes, decía que me extrañaba que quería verme, las citas siempre eran en el mismo lugar por eso yo ponía una excusa diferente cada vez, tenía razón, nuestra relación no iba a llegar a otro lugar.
Un día debido a mis negativas no volvió a llamar, ahí comprendí que siempre tuve razón, siempre iba a ser un secreto y una diversión para él.

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