El "Curita"

283 1 0
                                    


Nunca había ido a un boliche así y al llegar me exploto la cabeza, no podía creer las cosas que veía y a nadie le asombraba nada, desde gente bailando desnuda hasta practicando sexo en el medio de la pista como si nada.
Todo me llamaba la atención y confieso que un poco me exitaba ese tipo de libertad.
Mi amigo ya había ido preparado y ni bien entramos se saco toda la ropa quedando nada más con un arnés rojo y un jockstrap de encaje no dejando nada a la imaginación. Confieso que a lo primero me dio un poco de pudor sacarme algo pero llevaba una camisa blanca con un arnés arriba a lo que me saqué la camisa y solo me deje puesto el arnés, eso si no me saqué los pantalones.
Dimos una vuelta y un grupito agarro a mi amigo y ya lo perdí, dio un espectáculo el y los cuatro que lo agarraron. Yo me acerque a la barra y me puse a tomar mientras veía toda la performance que estaban brindando. Ahí lo vi a él.
Recostado en la barra con un whiskey en sus manos observando todo. Inmutable. Era un hombre maduro, muy sexy, su pelo negro y su barba de un par de días parecían descuidadas pero ese descuidado a propósito, sus manos eran robustas, dedos largos y gruesos con muchas venas a la vista. Totalmente vestido. Su ropa era muy formal. Pantalones cargo azules y una camisa prendida hasta arriba a cuadros. Parecía que estuviera puesto ahí contra su voluntad. Tanto sexo y lujuria a su alrededor y él ahí como si nada pasara a su alrededor.
Mis ojos se posaron en el y no existía nada más. Ese hombre tenía algo hipnótico que me atraía.
No pude aguantarme y me le acerque tratando de sacarle charla.
Entre la música que estaba alta y mi torpeza logré sacarle un par de palabras y unas sonrisas.
Ese hombre me tenía donde quería pero no quería hacer nada al parecer, o yo no le interesaba.
La noche llegó a su fin y yo seguía ahí regalándome a ese hombre sin ningún éxito.
Mi amigo me vino a buscar y nos fuimos a casa. En el camino mi amigo me dijo que estaba perdiendo el tiempo con ese señor, que nunca se había ido con nadie y nunca nadie se lo había levantado, le decían el Curita.  Eso solo hizo que me dieran mas ganas de llegar a algo más con él.
Los dias fueron pasando y yo deseaba que fuera domingo otra vez así ir a ese antro solo para verlo. Pero el destino tenía algo pensado para mi y lo hizo aparecerse en mi trabajo.
Ni bien entro nuestras miradas se cruzaron y sentí como mi corazón se aceleraba. Me tocó justó atenderlo a mi, no podía parar de ver sus manos y el lo noto, nuestras miradas se cruzaban y parecía que el disfrutaba verme así nervioso por el.
Antes de irse me agradeció por haberlo atendido tan bien y rozo nuestras manos intencionalmente mientras le devolvía la tarjeta. Con una mirada pícara saco de uno de sus bolsillos una pequeña tarjeta y me la dio. Sin antes ragalarme una guiñada y decirme para lo que necesites. Mi cara se incendió, sentía como el fuego se apoderaba de mi y no podía disimular.
Esa misma noche no dudé en escribirle.
Ahí comenzó nuestra relación por whatsapp, obvio que lo agende como el Curita y nuestras charlas eran de todo el día, desde que nos levantábamos hasta que nos acostábamos, cada vez que yo le tiraba algún centro el me lo esquivaba diciéndome que no hacía esas cosas que se iba a convertir dentro de poco un Sr. de Dios. Yo le seguía el juego y me encantaba. Muchas veces le mandaba alguna foto subida de tono y el siempre me esquivaba diciéndome lo mismo.
Los domingos nos encontrábamos en el boliche y estábamos juntos toda la noche mientras a nuestro alrededor se incendiaba el mundo. Nosotros solo estábamos en nuestro planeta, el jugando a ser un hombre casto y puro y yo a tratar de seducirlo y hacerlo pecar con mi carne.
Ese jueguito nos gustaba y nos tenía en plena tensión sexual sin llegar a nada. Aunque el sabía que me tenía donde quisiera.

Continuará...

Real sexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora