El chico de la Tienda II

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Salimos de la plaza de comidas y mientras conversábamos, agarramos un pasillo que iba al estacionamiento cuando de pronto se detiene frente al baño de hombres, de un empujón me mete ahí dentro, cierra la puerta y me dice que me quede tranquilo que acá no hay guardia ni cuidador.
Empezamos con los besos, fuertes, muy apasionados y nuestros cuerpos empiezan a reaccionar. Rozamos nuestras erecciones por el pantalón y estos ya nos empiezan a molestar. Sin despegar nuestras bocas bajo mis manos y le acarició el paquetote que por arriba de la tela y le desprendo el pantalón el hace lo mismo conmigo. Nos acariciamos las erecciones por arriba de la ropa interior y l se agacha, dejando su cara frente a mi masculinidad, acerca su nariz a mis bóxers que ya estaban oídos mojados de la calentura que tenia y se refriega en mi. Abre su boca y trata de meterse mi verga por encima de la tela.
Se aleja un poco y busca la complicidad de mis ojos para liberar a mi pija de su prision, de un tirón baja mis bóxers y se queda mirando como de la punta chorrea el pre-cum. Se pasa la legua por los labios y se abalanza a mi, tragándosela toda de una vez, lo siento ahogarse y tener arcadas pero no se separa de mi.
Cuando por fin decide sacarla puedo ver sus ojos llorosos, le seco la lágrima que le estaba saliendo del ojo y me sonríe y vuelve a comerme. Esta vez la mete toda , se ahoga y la saca. Así esta un buen rato disfrutándome y yo gozando como loco.
De repente se aleja un poco y me toma de las caderas. Me gira rápidamente. Esta vez dejando mis nalgas frente a su cara. Las huele y hunde la nariz en mi raja bajando lentamente hasta mi entrada.  Me golpea las piernas obligándome a que las abra más, para así poder tener una mejor visión y acceso a mi entrada.
Me da una fuerte nalgada que me hace gemir y meter su cara entre mis cachetes, con su lengua saboreando mi entrada y tratando de hacerse espacio en ella. El placer que me estaba proporcionando me hacía estremecer, mis manos se aferraban fuertemente al mármol de la pileta y veía mi cara de placer reflejarse en el espejo.
Su lengua cada vez entraba más en mi y ya mi cuerpo pedía más, lo vi como se hipo un par de dedos y me los fue metiendo, pero tampoco  me era suficiente, quería más.
Se paró a mis espaldas y se tocó su verga que también estaba mojada, se chupo la mano y me beso con su sabor.
Apollo su pija en mi entrada e hizo presión un par de veces intentando entrar así en seco, pero no pudo. Puso su mano dentro de mi boca buscando saliva, la saco y me hizo escupirla, lamió su mano y el también la salivó, solo para poder untarla en su miembro.
Bien lubricado con nuestras salivas entro como si ese fuera su lugar. De una estocada ya estaba toda adentro, echo un gemido de placer y comenzó a bombearme, mientras sus ojos veían los míos por el espejo. Sus movimientos iban en aumento al igual que nuestros gemidos, su verga parecía un fierro ardiente, con sus movimientos tocaba perfectamente mi punto g. Me estaba enloqueciendo, sus movimientos eran más fuertes y yo ya estaba a punto de venirme. Mis gemidos se tornaron más fuertes y mis manos apretaban con más fuerza la mesada. Hice toda la fuerza q pude para aguantarme pero me fue imposible, y salió un chorro disparado con fuerza de mi pija, parecía la erupción de un volcán.
El siguió bombeándome y sintió la presión de mis interiores obligándolo a venirse dentro de mi.
Lo sentí retorcerse de placer y bañar mis interiores con su semilla.
Se quedó dentro de mi y se recostó en mi espalda buscando el contacto de mis ojos por el espejo, cuando por fin normalizamos nuestras respiraciones salió de mi y nos subimos la ropa.
Nos besamos un par de veces más y me dijo que cuando quisiera era más que bien venido a buscarlo al trabajo.
Salimos del baño y me acompaño hasta mi auto.
Nos volvimos a besar y le pregunté si quería que lo arrimara a algún lugar, me dijo que no, que tenía que ir a ver a su novio. En ese momento ya no pudimos contener los personajes y nos largamos a reír.
Le pregunté cómo había estado, si le había gustado el juego de rol y si había cumplido sus expectativas. Se abalanzó a mis brazos y me dijo que le había encantado jugar a ser dos completos desconocidos.

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