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Seokjin maneja sin pensar mucho en el número de carros que ha sobrepasado hasta ese momento. El GPS le indica que aún le faltan treinta minutos de recorrido para llegar a su destino, por lo que no le queda de otra que mantenerse al límite de velocidad permitido. No quiere terminar con una infracción, o peor, involucrado en un accidente.

Su nerviosismo hace que ponga su vista muchas veces en la pantalla del teléfono que le indica la ruta. Tratando de no ser muy imprudente, le habla al ayudante de su teléfono para no distraerse del camino. Un mal presentimiento le dice que no ha sido la mejor idea del mundo hacer este viaje sin compañía, pero de todas formas ignora la molestia en su estómago.

—Llamar a Min Yoongi.

llamando a Min Yoongi...

Dos, tres cuatro veces... ¿Cuántas fueron en total? Ha perdido la cuenta desde hace un rato, y entonces comienza a preocuparse aún más. En el fondo, sabe que podría arrepentirse mucho de conducir hasta la casa del hombre a esta hora del día. Pero no puede estar tranquilo ahora, mucho menos con la insistencia de sus amigos.

—¡Joder! —Maldice para sí mismo cuando una vez más su llamada es desviada al buzón de voz—. Espero que estés muriendo al menos, o juro que te termino de matar yo mismo.

Llega a la zona de los suburbios unos veinte minutos después, donde las calles se vuelven más estrechas y menos concurridas por automóviles. Aún le impresiona que Yoongi haya terminado viviendo en una zona de este tipo: tan hogareña, un lugar ideal para asentarse y formar una familia. Yoongi no es de ese tipo de persona, para nada, ¿o es que Seokjin nunca terminó de conocerlo realmente?

Al llegar a la supuesta dirección—la que Hoseok le había enviado más temprano—, el asistente de su celular se lo hace saber. Seokjin aparca el auto en la entrada, junto al auto que supone le pertenece a Yoongi. Le parece extraño que lo haya dejado afuera en pleno invierno. Había un garaje perfecto, y cree casi imposible que Yoongi tuviera más de un auto, y aunque así fuera, el garaje es grande, dos autos caben sin problema.

Camina hacia la entrada, un pequeño porche con macetas llenas de plantas artificiales. Por supuesto. Los vecinos de Yoongi tienen jardines delanteros preciosos, mientras que el suyo parece no recibir mucho mantenimiento. No pierde mucho tiempo y toca la puerta principal con sus nudillos. También toca el timbre y espía a través de las ventanas, pero no recibe respuesta alguna. No hay señales de Min Yoongi. Las luces adentro están apagadas y Seokjin comienza a desesperarse, porque sabe que sus amigos le van a hacer la vida imposible hasta no recibir una actualización del estado del hombre.

—Deben estar por algún lado... —Seokjin piensa en voz alta mientras su mirada recorre el lugar analíticamente.

Finamente, alza su mano para revisar sobre el marco de la puerta. Voilá. Ahí está la bendita llave. Seokjin sonríe, pensando en lo estúpido que es Min Yoongi por ser tan predecible. Tiene mucha suerte de vivir en un barrio de gente acomodada y desinteresada de la vida de los demás, pero los niños igualmente pueden ser muy traviesos.

Sin perder el tiempo, Seokjin inserta la llave en la manija y celebra internamente al verla desbloquearse. Entonces se adentra a la casa, cerrando la puerta a sus espadas con más fuerza de la adecuada para avisar sobre su presencia. Sin embargo, todo el lugar permanece en silencio. Seokjin enciende las luces del pasillo principal, y el aspecto sombrío de la casa le da un escalofrío.

No es que hubiera algo aterrador, pero se siente tan vacía. Las paredes blancas no hacen más que darle un aspecto grande que ni siquiera necesita, cuando ni siquiera hay tantos muebles como se supone que deberían haber. Seokjin camina hasta la sala principal, encontrándose con los ventanales, que son prácticamente una pared de cristal, tapados por las grandes cortinas color crema. Hay un pequeño sofá. Una televisión que luce lamentable en el gran espacio sobre la chimenea decorativa. Lo que resalta es la sábana que cubre lo que sabe que es un piano de cola. Incluso el enorme instrumento se ve pequeño en la amplitud del espacio.

My little quarantineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora