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—Respira conmigo, ¿por favor? Uno, dos, tres... —Hoseok observa a Yoongi permanecer quieto, su mirada perdida en algún lugar de la habitación con el rostro más pálido de lo normal—. ¡Yoongi, no me estás escuchando!

—Esto no está pasando, no está pasando. Voy a despertar, voy a despertar... —balbucea mientras cierra los ojos. Al abrirlos nuevamente se encuentra con Hoseok viéndolo preocupado—. ¿Por qué sigues aquí?

Los ojos del otro están llenos de pena y una de las cosas que más odia en el mundo es la condescendencia. Hay un pequeño burbujeo en su pecho a punto de salir y explotar, sin embargo, logra calmarse antes de terminar gritándole a su amigo. Su buen amigo que ha corrido a su habitación con preocupación luego de que despertara y notara que se había quedado dormido sobre su computadora. No recordaba haber gritado, pero seguramente lo hizo al darse cuenta de lo que había hecho.

—Yoongi, mírame —Hoseok se acuclilla frente a él, tomando sus manos entre las suyas—. ¿Qué sucede? Háblame, por favor. Quiero ayudarte.

Su estómago se siente pesado por la culpa de tener a su amigo con auténtica preocupación esparcida en su rostro. Hoseok acaricia el dorso de sus manos mientras trata de obtener una respuesta, pero Yoongi no sabe cómo explicarlo sin soltarse a llorar. Estaba logrando ordenar las palabras en su mente para hablar, pero termina sollozando antes de poder hacerlo. Hoseok se une a él en la cama y lo abraza mientras Yoongi llora audiblemente. Hoseok se apoya en su hombro y lo deja hacerlo por lo que parece una eternidad, pero quizá no han sido más de diez minutos. Sus ojos arden y siente el sabor de sus lágrimas en sus labios. Hoseok se separa un poco cuando finalmente se ha calmado, pero trata de ser cuidadoso con sus palabras.

—¿Quieres hablar?

Quizá ahora que ha llorado y logrado calmarse, ya no parece ser un gran asunto. Quizá sólo ha sobre-reaccionado, pero Hoseok no es del tipo de personas que lo juzgaría por algo así. Él es paciente, y su sóla presencia es reconfortante. Yoongi se abraza de nuevo a él, aunque esta vez no llora. Aún no sabe muy bien cómo explicar su actitud y el drama que ha hecho desde tan temprano, pero las caricias del otro logran alejarlo de los pensamientos auto-destructivos con los que su cerebro lo ataca cada vez que comete un error. Hay un tono de voz especial en su mente para ellos; odia pensar en lo bien que puede recordar la voz de su padre aún después de no verlo por años.

—Deberíamos desayunar y hablarlo luego de que hayamos comido, si es lo que quieres. Puedo esperar, pero recuerda que tienes que comer para tomar tus medicinas.

Yoongi asiente, sorbiendo por su nariz que está seguramente rojiza e irritada. Hoseok deja un beso en una de sus sienes y toma su mano para ir a la cocina. Había estado sirviéndose el café cuando había corrido hacia la habitación de invitados, para encontrarse a Yoongi teniendo un ataque de pánico.

Hoseok le pide que tome asiento mientras prepara el desayuno para ambos. Decide calentar agua para hacer té, ya que no es una buena idea que Yoongi tome café ahora. Hoseok nota como Yoongi lleva sus dedos a su boca para morder sus uñas, pero siente un pequeño pinchazo en su corazón al verlo ponerlas bajo sus muslos para no hacerlo.

A la mitad del desayuno, cuando Yoongi finalmente ha tomado más de un par de bocados, finalmente habla.

—Lo siento.

—No, cielo. No tienes que disculparte, ¿sí? Ni conmigo ni con nadie. No tienes que sentirte mal por lo que sientes.

Sus ojos se mantienen sobre el infusionador, sintiéndose indispuesto a ver a Hoseok a los ojos después de haberlo hecho pasar por una angustia tan temprano a la mañana. Sabe que no son más de las siete, ya que Hoseok aún sigue en su pijama.

My little quarantineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora