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—¿Escuchaste el demo de Adora? Es realmente bueno, seguramente Chris va a amarlo cuando o escuche, y Yoongi-ah, ¿por qué no nos dijiste que venías a Seúl?

—Lo olvidé.

—¡Siempre dices lo mismo, Oppa!

Yoongi rueda los ojos una vez más. Ha perdido la cuenta de las veces que lo ha hecho desde que las mujeres se han subido a su auto. Ellas no han dejado de hablar desde entonces, mientras Yoongi ha sido bastante monótono en sus respuestas. Por supuesto que está contento de verlas, pero ellas son muy parlanchinas a veces.

—¿Al menos has tomado tus medicamentos? —pregunta la mujer que termina de arreglar su labial en el espejo retrovisor.

—Noona, ¿te das cuenta de que soy un adulto responsable?

—Sí, eres un adulto, pero no tienes nada de responsabilidad cuando se trata de ti mismo. La doctora fue muy específica, y no te envío las recetas por correo para nada.

—Lo sé.

La mujer suspira mientras lo observa conducir. Yoongi está pendiente en el camino, con un par de anteojos de sol para no cegarse con el sol de la mañana.

—Jieun-unnie tiene razón, Oppa —una pelirroja se asoma ente los asientos—. A veces no contestabas nuestras llamadas, y aunque no podíamos visitarte, al menos hubieras respondido nuestros correos.

—Gracias, Sera.

—Estaba ocupado, lo siento...

Las mujeres no insisten más. Sera siempre lo dejaba ser, mientras Jieun debía hacerlo a regañadientes. Las productoras eran sus amigas más cercanas de la compañía para la que trabajaba, por lo que cuando Yoongi se mudó a Buk-gu, para trabajar desde casa, ellas tomaron la costumbre de ir a visitarlo por lo menos una vez al mes.

—Ah, por cierto... —luego de estacionar y antes de bajar del auto, Yoongi se inclina hasta abrir la guantera, sacando un par de bolsas—. Aquí está tu sostén... —le pasa la bolsa a Sera, quien ríe al ver el sonrojo en sus mejillas—, y tus medias. ¿No olvidaste nada más la última vez, no?

—No, no. Y gracias por buscarlos. Espero que esto no te haya metido en problemas con alguna chica...

Yoongi rueda los ojos antes de bajar del automóvil. Sus amigas ríen a sus espaldas señalando el claro bochorno en su rostro. Yoongi sostiene la puerta del café para que ellas entren y nota que el lugar no está demasiado concurrido para ser la hora del desayuno.

Yoongi paga en la caja, mientras las chicas buscan una mesa libre para sentarse. Yoongi regresa con la alarma para cuando su orden esté lista. Las chicas están hablando sobre algo del trabajo, pero Yoongi no puede concentrarse demasiado en su conversación.

—¿Oppa... estás bien?

Yoongi levanta su cabeza sin ver a ninguna, sino que prefiere ver el cristal que muestra la concurrida acera. No había reparado en el sudor en las palmas de sus manos hasta ese momento, cuando se sienten frías, así como su espalda. No sabe muy bien cómo empezar, pero estaba dispuesto a soltarlo de una vez. Se lo prometió a sí mismo desde que condujo desde Busan, así como un par de horas atrás al despertar en la habitación de invitados de Hoseok.

—Yo... necesito decirles algo.

—¿Asesinaste a alguien?

—¿Tienes novia?

Ambas preguntan a la vez, y Yoongi suelta una pequeña risa, pues sus rostros están completamente serios mientras lo hacen.

—No... y definitivamente no. Uhm... es algo, no tan malo, ¿sí...? —rasca su nuca con nerviosismo—. Bueno, depende de qué tan abierta sea su mente...

My little quarantineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora