ᴇʟ ʜᴏᴍʙʀᴇ Qᴜᴇ ᴘʀᴏᴠᴇɴÍᴀ ᴅᴇʟ ᴍᴀʀ [ᴍiɴʙiɴ]

Cartas de ida y vuelta.

Cinco, seis, siete, ocho lunas, y en cada una de ellas Minho extrañó a Changbin.

Durante diez días de los sesenta días que Changbin estaría lejos el clima fue patoso en Dendraia, alcanzando a Lobulalia y parte de Pluvilania, la tierra de clima más tropical.

Llovió como si no fuera a parar nunca, la gente se resguardo en casa con sus familias, y en esas condiciones, Changbin extrañó mucho más al alfa, le faltaba.

El clima era perfecto para pasársela acurrucados entre las mantas, haciendo el amor y durmiendo después en los brazos de su amado.

El omega lloraba y Changbin lo hacía también.

Minho estaba igual, el castillo y sus atractivos no tenían nada de vida sin la sonrisa brillante de Changbin o de sus abultadas mejillas y el largo cabello que deseaba sostener entre sus dedos, el atractivo aroma que emanaba de cada uno de sus poros.

Su alfa le recriminaba el haber dejado que se fuera o no haberlo seguido. La ropa con el aroma del omega casi perdía la dulce fragancia que lo calmaba durante las frías noches en el castillo, su único consuelo era el bien de la familia Hwang y esas camisas de aroma casi imperceptible.

El principe heredero estaba fastidiando demasiado a su mejor amigo, recriminándole sobre el precario cuidado que le dió a su terco omega, culpando al omega en estado por no cuidarse y a sus suegros por enviar a su hombre tan lejos.

Jeongin estaba cada día mejor con el pasar de los días, más después de que estubiera oficialmente casado con el alfa padre de su creatura y que ya no pasaran tanto tiempo lejos de él. Hyunjin más que feliz por qué tendría un mini Jeongin corriendo por su casa dentro de algunos meses, no se había dado cuenta del estado de su omega porque siempre llegaba impregnado del aroma de muchos bebes y niños.

Los Hwang serían muy felices juntos. Minho estaba muy feliz y algo celoso de que su amigo si pudierq estar cerca de su Omega embarazado y él tenga que abstenerse de ir a por el suyo y practicar tener cachorros, para salir de dudas, claro.

Changbin no había podido dar sus clases debido a las fuertes lluvias, lo entendía los niños no pueden salir con semejante tormenta, pero el tampoco podía estar encerrado en una cabañita solo con semejante panorama que le invitaba a llorar y sumergirse en eso que no quería.

— De haber sabido que tendría este clima, me habría quedado en Lobulalia. Aquí, solamente estoy yo...

Antes de seguir lamentándose, el omega decide volver a darle una acomodada a la recámara que es temporalmente su hogar. Una sacudida de polvo por aquí y otra por allá, movió los muebles de modo que pareció una habitación diferente, la casera a nunca le dijo que no podía hacer lo que se le viniera en gana.

— Señor Seo... Kim... Señor Changbin, abra la puerta.— pidió el alfa detrás de la portezuela de madera barnizada.

Asomándose por la ventana vio que alguien tocaba su puerta y que efectivamente era un hombre muy bien parecido, así que inmediatamente abrió la puerta. Afuera aún llovía, el hombre pescaria un catarro.

— ¡Santo cielo! ¿Que hace afuera con este clima? Pasé, le traeré mantas y encenderse el fuego.

El hombre le miró horrorizado. En Pluvilania es mal visto que un omega haga esa clase de cosas en presencia de un alfa.

— No puedo permitirlo, yo encenderse su fuego. ¿Dónde tiene su reserva de leña?

— Me temo que la que ve junto a la chimenea es toda la que me queda.

El reclamado no le dió mayor importancia, pero a su invitado le pareció la cosa de mayor interés, olvidando por completo su principal objetivo.

— No se preocupe, estaré muy bien así.