CAPÍTULO 1

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Emily tenía que admitir que Morgan había escogido bien el lugar. Habían aprovechado uno de los pocos fines de semana que tenían libres para alquilar una cabaña en la zona del Parque Shenandoah. La cabaña en cuestión estaba relativamente aislada en una zona privada, a salvo de miradas indiscretas y encuentros casuales no deseados. La dueña de la propiedad, una mujer de expresión risueña que rondaba los sesenta años, los había acompañado el primer día, y les había explicado lo imprescindible para que se instalaran, sugiriéndoles algunas de las rutas más hermosas de la zona.

Era sábado. Habían llegado el día anterior por la tarde, y tenían la reserva hecha hasta el domingo por la mañana.

Si hubiera sido por Emily se habría quedado en la cama durante todo ese tiempo, pero Morgan había visto al llegar un sendero que subía montaña arriba, y quería explorarlo. No es que tuviera nada en contra de seguir recorriendo el cuerpo de Emily centímetro a centímetro tal y como había estado haciendo durante las últimas horas, pero el carácter secreto de su relación los obligaba a permanecer casi todo el tiempo escondidos y le apetecía compartir experiencias con ella más allá del dormitorio. Consideró que un paseo por aquel lugar encantado, sería no sólo algo diferente sino también romántico.

— Vamos, Em... O nos pillarán las horas más calurosas durante la subida.

Derek ya se había vestido con ropa apropiada para una caminata y preparaba la mochila con todo lo necesario mientras Emily aún remoloneaba en la cama.

Se volteó quedándose boca abajo con la cabeza apoyada en las palmas de las manos.

— ¿No puedo hacer nada para convencerte?

Morgan la miró fugazmente, y contuvo el aliento, resistiéndose a la hermosa morena que, desnuda en la cama, se mordisqueaba el labio inferior de una forma tan pecaminosa que debería haber estado prohibida.

— Estoy seguro de que sí, pero... — Tomó varias prendas de vestir, incluida ropa interior y se la lanzó— Hoy no te vas a salir con la tuya... Vístete, nos vamos de excursión.

De espaldas a ella, sonrió para sí mismo cuando la escuchó resoplar, aceptando su destino.

Llevaban poco más de cuatro meses de relación, pero Morgan tenía la sensación de que habían pasado muchos más desde que habían confesado sus sentimientos el uno por el otro. La ausencia de Emily durante el tiempo en que habían tenido que fingir su muerte, había sido una revelación no sólo para él, sino también para ella.

Había sucedido sin pretenderlo. Una noche en la que ella había tenido una mala cita y se había quedado tirada con el coche en un barrio poco recomendable. Morgan había ido a buscarla, y luego la había llevado a su apartamento. En agradecimiento, Emily lo había invitado a subir simplemente para compartir una copa. La copa, dio lugar a una serie de confidencias y, antes de darse cuenta estaban besándose en el salón.

Ninguno de los dos había hecho absolutamente nada por detener aquello que a todas luces era un error. Una vez rota la primera barrera, sus sentimientos fueron como una locomotora imparable, y así habían llegado hasta el momento en que se encontraban.

Una vez que se pusieron en marcha, Emily no se arrepintió. La zona era realmente hermosa. Gran parte del camino discurría bajo la sombra de los árboles, un bosque con tintes mágicos donde habrían podido vivir perfectamente las hadas si hubieran existido. A media que ascendían, se iba despejando, dejando a su alrededor unas vistas increíbles surcadas de más árboles, montañas, ríos y valles.

Por desgracia, su forma física no era la de un año atrás. Su úlcera aún le seguía dando molestias de vez en cuando y allí estaba de nuevo, para recordarle que no podría deshacerse de Doyle simplemente borrando el tatuaje de su pecho.

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