CAPÍTULO 14

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Un chillido agudo la sobresaltó y se giró hacia la puerta.

García.

Para Emily no supuso una sorpresa que la analista hubiera decidido acercarse hasta Luray. Al fin y al cabo, era Morgan quien estaba en una cama de hospital y Emily estaba bastante segura de que habría ido hasta el fin del mundo por él.

— Shhh... — La silenció en voz baja— García, aún está dormido...

La analista frunció el ceño, y se acercó.

— Querida... A la única que he despertado es a ti— Anunció, y luego se sentó a los pies de la cama.

Sólo entonces, Emily notó la presión en su mano.

Se volvió hacia Morgan, que le sonreía con ternura.

— García, te dije que no hicieras ruido— La reprendió él. Emily lo ignoraba, pero Morgan le había hecho un gesto de advertencia a García, tan pronto la había visto aparecer por la puerta. No había sido lo suficientemente rápido como para detener el entusiasmo de su amiga— Me desperté hace un rato— Añadió, dirigiéndose a Emily, que parecía conmocionada.

— Oh Dios...Creí que...—Jadeó Emily. Las emociones se agolparon en su pecho pero en lugar de reflejarse en palabras, se manifestaron a través de lágrimas repentinas que no pudo contener y que eran producto tanto del alivio como de la tensión y la angustia acumulada durante horas. Avergonzada por la presencia de García, ocultó el rostro entre sus manos, en un sollozo silencioso.

— Pobrecilla...— Se compadeció García. Su primera preocupación había sido Morgan. Sabía que Emily estaba relativamente bien a pesar de lo que debía haber sufrido a manos de Dubois, pero al verla así, tan afectada, no pudo evitar preguntarse cuán horrible debía haber sido aquella experiencia para ambos. García no conocía a nadie que fuera capaz de soportar tanta presión como Emily y por eso le resultaba tan extraña aquella muestra de fragilidad. Se volvió entonces hacia Morgan, y por primera vez reparó en el modo en que éste miraba a la morena. Lo que vio en sus ojos no era sólo amistad, al igual que las lágrimas de Emily tampoco lo parecían— ¿Derek?

Éste se encogió de hombros y le dirigió una sonrisa cómplice antes de comenzar a acariciarle el cabello a la que se había convertido en la mujer con la que quería compartir su futuro.

— Vamos, Emily... No llores... — La consoló Morgan. Al despertar, en lugar de alertarla, había preferido contemplarla mientras dormía— Cálmate...— De pronto, temió que aquel llanto no fuera sólo alivio, sino que ocultara alguna horrible noticia detrás, al fin y al cabo, ¿por qué estaba en una silla de ruedas?— Emily, Emily...— La llamó suavemente— ¿Estás bien?— Miró fugazmente a García, que atónita, comenzaba a comprender que en algún momento dos de sus mejores amigos, habían encontrado el amor el uno en el otro. Morgan era consciente de que tenía una conversación pendiente con ella, pero ahora tenía una preocupación más importante— Em...— Morgan bajó el tono y se enderezó un poco a pesar del dolor— ¿Todo está bien?

Fue el ligero temblor que Emily notó en su voz lo que la hizo reaccionar. Alzó el rostro y se secó las lágrimas, afirmando con la cabeza antes de que ninguna palabra pudiera salir de su boca.

— Sí... Todo está bien...— Dijo. De inmediato, Emily notó el alivio de Morgan— Lo siento... Es que...— Se disculpó torpemente— ¿Cuánto llevas despierto?...

Derek acarició el dorso de su mano con su dedo pulgar, de un modo que no pasó desapercibido para García y que sólo confirmó lo que acababa de descubrir.

— No mucho... No quise despertarte... Debes estar agotada.

Emily sonrió para sí misma.

— Derek, casi mueres allí arriba...— Le recordó. Un estremecimiento la recorrió al tomar consciencia de nuevo de lo cerca que había estado de perderlo. No podía entender cómo Derek había conseguido con paciencia y perseverancia derrumbar los muros que ella había levantado a su alrededor durante años. Nunca se había dado por vencido, nunca había perdido la fe en ella. Querría haberle confesado sus sentimientos, dejarle claro que todo lo que le había prometido mientras él estaba desangrándose en aquella montaña, era real, pero no estaban solos. Adoraba a García, pero su presencia la cohibía. Emily ni siquiera sabía por qué era la única que estaba allí. Apostó a que se había colado en la habitación— Pen, me alegra verte... — Dijo al fin— Creo que no viviré lo suficiente para agradecerte que nos encontraras...

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