Prólogo

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Soobin se hallaba solo en su cama, su medio hermano había salido, bueno, no lo veía mucho y quería aprovechar ese poco tiempo con él, pero no sabía como acercarse. 

― Supongo que ya fue suficiente, debería intentar algo al menos. 

Soobin tomó su chaqueta y salió, para su sorpresa no tuvo que hacer mucho, su hermano estaba en la banca del parque, con sus audífonos conectados y los ojos cerrados. 

― Oye ―dijo Soobin, quitando uno de los audífonos de su hermano. 

― ¡Maldito! Oh, eres tú ¿Qué haces aquí? ¿Tu mami te envió a buscarme? 

― Sabes que estoy viviendo solo, no te hagas. 

― Y que tu mami está muerta ―Soobin suspiró y se sentó. 

― Bien Beomgyu, tenemos que aclarar unos puntos. 

― ¿Qué puntos? 

― Crees que no me agradas. 

― No te agrado, es así. 

― ¿Por qué piensas eso? Que tu madre haya hecho que mi padre engañara a mi mamá es asunto suyo, tú no eres tu madre. 

― Pero te quité todo. 

― Nah, mi padre ya era así, ustedes fueron una excusa, además ya pasó hace nueve años, no me molesta. 

― Pero tenías cinco cuando pasó, algo de rencor debes tener. 

― Es cierto que muchas veces quise tirar a mi padre y a tu madre por las escaleras, pero no a ti. 

― ¿Y por qué quieres hablarme ahora? 

― Tú te cerraste, pensé que querías tu espacio, digo, es difícil tener que ver a tu hermano que no es tu hermano todo el tiempo. 

― Pero te fuiste, le dijiste a la abuela que te mandara a otro lugar y hasta hiciste que nuestros tíos te adoptaran. 

― Es cierto, fui egoísta, pero no podía ver a mi padre burlándose y cenando con su nueva esposa e hijo frente a las cenizas de mi madre, tengo sentimientos. 

― Me sentí culpable todo este tiempo, ¿acaso eso no importa? 

― No debiste sentirte así, no recibo a mucha gente en mi casa, si no me agradaras te hubiera cerrado la puerta en la cara la primera vez que la abuela exigió que te dejara quedarte, sabes que no soy de los que siguen órdenes sin una razón. 

― La abuela odia a mi madre. 

― Todos en la familia la odiamos, pero a ti no, como dije, tú no eres ella. 

― Siento que no soy parte de esta familia. 

― Ahí está, sabía que lo dirías y déjame decirte que no lo eres, para ellos no eres su familia, solo alguien cercano, te toleran. 

― ¿Qué hay de ti? 

― Eres mi hermano y eso es lo que sé, no me importa si alguien dice que no es así, lo eres, te quiero hermanito. 

― Supongo que yo también te quiero, solo un poco. 

― Está bien, ahora volvamos, ya se está haciendo tarde y si la abuela se entera que salimos cuando no había nadie para cuidarnos me matará. 

― Lo siento. 

― No pasa nada, vamos. 

Ese era Soobin, un chico con una vida rara, pero era feliz. 

Yeonjun por otro lado tenía una vida más común. 

Yeonjun venía de una familia católica, era el menor de la casa y tenía la vida escrita, estudiaría y después conseguiría un buen trabajo, lo más seguro es que en la universidad seguiría derecho o medicina y que algún día se casaría con una mujer buena y hacendosa. Pero Yeonjun no quería eso, cuando tenía cinco años había hecho el berrinche más largo de su vida para que su madre lo pusiera a una academia de baile, de la que había salido cinco años después, a Yeonjun le gustaba cocinar y a pesar de que era el mejor en su clase, estudiar no era algo que le gustara, él prefería cantar, bailar, actuar, cosas que definitivamente no eran para un hombre, en su familia rara y loca, los gustos de Yeonjun no eran tan aceptados. Su madre había intentado "corregirlo", pero vamos, sus colores favoritos eran el rosa y el rojo, era obvio todo desde la primera vez que Yeonjun tomó la mano de otro niño. 

― Ven a lavar los platos ―por suerte la repartición de roles no estaba dirigida por su tía, la machista. 

― Voy. 

Por fuera parecían una familia feliz, los Kim, quien los conociera sentiría envidia por la gran unión familiar de la numerosa familia y tengan en cuenta que repito esta palabra, ya que eso era lo último que yo usaría para definirlos. 

Los Kim eran todo menos unidos, empezando por la abuela, Hana, que era una controladora de primera, había vivido una vida de lujos antes de casarse con su difunto esposo y en el fondo extrañaba eso. 

Después estaba Tayeon, la cuarta hija de Hana, se creía juez y jurado en la familia, no lo era y cada vez que discutían se hacía la víctima, como todos ahí. 

La siguiente era Hyoyeon, la sexta hija de Hana, otra loca controladora, la jefa de familia, parecía ser una tonta que no se daba cuenta de nada, pero en el fondo sabía lo que hacía. 

Tenemos también a Yuri, la séptima hija, una mujer fuerte, pero muy sensible, cegada por el deseo de dinero. 

También está Jin Ki, el octavo hijo de Hana, el padrino de bautizo de Yeonjun y lo más cercano a un padre que Yeonjun tendría por toda su vida. 

Luego tenemos a Joo Hyun, la novena hija de Hana, la madre de Yeonjun, una mujer fuerte, cariñosa, un poco débil con su familia, que una gran madre. 

La última tía es So Jung, la hija menor de Hana, la tía rebelde y el ejemplo a seguir de Yeonjun. 

Después está Seong Hwa, el hijo de Tayeon, el mayor de los cuatro primos que vivían en esa casa, un poco idiota que vive escondido detrás de su mami. 

Le sigue Ryujin, la única mujer entre los cuatro primos, ha tenido mucha presión sobre sus hombros y una vida trágica, es impresionante que siga viva con todo lo que le ha pasado. 

Casi ahí mismo está Yunho, es como el hijo invisible de esta familia, es un buen deportista, el mejor arquero cuando estaba en el colegio, era el segundo mejor estudiante, después de Ryujin, pero siempre era el segundo para todos. 

Por último tenemos a Yeonjun, el pequeño de la casa, el protagonista de esta historia, el niño de las sombras, todo lo escucha, todo lo ve, pero no dice nada hasta que sea el momento. 

Laugh = Mad + Sad | soojunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora