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En memoria y respeto a cada una de las millones de víctimas del holocausto, judíos, homosexuales, políticos, discapacitados, gitanos y mucho más. Que el más allá sea el lugar de sanación y paz que tanto merecen.

También a vos, quien lucha día en aceptarse a si mismo y su sexualidad. Que nada te prive de mostrar tus coloridas alas y alzarte libremente en el cielo, para que brilles entre todas las estrellas.

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—¿Traes todos los papeles? ¿Los apuntes? ¿El kit de emergencias? ¿Ropa limpia?—

—Mamá, no hacía falta que vengas al aeropuerto...— Miré avergonzado a mi grupo de compañeros quienes estaban hablando o en sus teléfonos —Podría haber venido con Missael en su auto.—

—Ay, déjate de mamadas.— Limpiaba mi polerón grisáceo con su mano —Te llevaré a todos lados con tal de que estés bien. Ya sabes como está la situación, hijo.—

Giré mis ojos y seguí esperando a que mi madre dejara de darme indicaciones de viaje, las cuales sabía perfectamente al ser un adulto responsable. Ya sabes, con la excusa de "uno nunca sabe" como si fuese pendejo.

—Su atención, porfavor. Pasajeros con destino a Berlín, Alemania, dirigirse a la zona de embarque. Muchas gracias.—

Mamá lanzó un dramático suspiro poniendo su mano en su pecho, mientras yo jalaba la manija de mi maleta hacia arriba para poder transportarla.

—Mi pequeño, si no te gusta el viaje, puedes llamarme cuando quieras.—

—Ni que fuera una fiesta de niños. Es un viaje de estudios, nada más.— Una semana sin mi madre no sonaba mal.

—Lo sé, ¿Pero, que tal si te abruma mucho la historia de la Alemania nazi? Uno nunca sab-...—

—Ya, ya mami.— Le di un beso en la mejilla y un abrazo rápido antes de tomar mi maleta como si estuviese escapando de algo, técnicamente de ella —Se me hará tarde.—

—¡Suerte, mi angelito!— Escuché mientras me alejaba de ella y me reunía con mi clase en la zona de embarque.

A decir verdad, estaba bastante nervioso, ya que era mi primer viaje solo sin mi madre. Hacíamos todo juntos, o más bien ella siempre fue de meterse en donde nadie la llama. Es más, las pocas veces que traía una chica que me gustaba a casa, nos espiaba a escondidas y nos interrumpía a cada rato. Cuando se iba, decía que ella es la primer mujer en mi vida y que le ponía celosa. Claro, eso espantaba a las chavas que me gustaban, y luego de eso no volvían a hablarme.

En cuanto a los chicos, no me molestaba demasiado, pero seguía siendo igual de chismosa. Por lo menos con ellos podía cerrar la puerta de mi cuarto y jugar videojuegos tranquilo. Pero las sospechas de mi madre acerca de mi orientación sexual, no están del todo equivocadas.

En fila y bien organizados, fuimos entrando al avión poco a poco, escuchando a las azafatas darlos la bienvenida. Veía a mis compañeras acomodar sus ochenta maletas en los estantes de arriba, pero yo ni bien subí busqué mi asiento y me acomodé plácidamente luego de horas de espera.

Iba a cerrar mis ojos, hasta que Borja Luzuriaga, o "Luzu" como le dice todo el mundo, pasó por el pasillo del avión. Mi mirada siguió su silueta, hasta tuve que voltearme para seguir viéndolo ir a su asiento, el cual estaba mucho más atrás que el mio.

—¿Sigues con esa fantasía, Alex?— Apareció mi mejor amigo, sentándose junto a mi.

—Agh, Missa, tú no entiendes.— Volví a darme la vuelta para apoyar mi espalda en el asiento —Luzu se sentará muy atrás. No podré verlo en todo el viaje.—

—Eres el chico más fiel del mundo.— Dijo con un tono burlón —Aunque te ignore 24/7, sigues enamorado de él como el primer año de la uni. Ya cabrón, superalo.—

—¡Hm!— Me quejé de esa tonta frase — Aún tengo esperanzas con él.—

—Esa vez que hicieron la exposición juntos y tuvieron que hacerlo en tu casa, no quiere decir nada.—

—¡Casi nos besamos!— Exclamé en voz baja para que no nos escuche nadie —Lo recuerdo tan bien, su respiración, su aroma... Hasta que mi madre abre la pinche puerta.—

—Pasó hace tiempo, ya no se hablan.— Parecía que quería que dejemos de hablar de amores fallidos —Así que porfavor, no me hables de él en las próximas 12 horas.—

Claro, para un chico que esta hace más de 10 años en pareja, ¿Qué le importa los fracasos amorosos de su mejor amigo?

Se colocó el almohadón de viaje en su cuello seguido de sus audífonos negros, y yo solo me digné a mirar la ventanilla, apoyándo mi barbilla en la palma de mi mano. Todavía ni habíamos despegado, y ya había empezado a pensar en Luzu otra vez. Ni yo lograba entender como estaba tan enamorado de un chico el cual solo compartimos un proyecto final el año pasado, tal vez extrañaba mucho su voz cuando decía mi nombre o cuando nos reuníamos en la cafetería "Coffe Kingdom" para trabajar juntos. Su concentración y sus aportes lo hacían ver inteligente y super atractivo, ni hablar cuando nuestras miradas se cruzaban, y de los nervios yo solo reía y pedía perdón, cosa que a él en vez de molestarle le hacía mucha gracia.

Mis pensamientos se vieron obstruidos por el fuerte despegue, y ni los chicles impedían que se me taparan los oídos. Era un sentimiento que detestaba la carrera de turismo, viajar y tal, pero valía la pena por los resultados.

Eso sí, los viajes largos no son mi pasión. Soy alguien bastante inquieto, y siempre quiero hacer algo. Analicé cada cosa que traía en mi mochila, jugué los aburridos juegos que traían las pantallas del avión, miré el catalogo de películas y series, y lo más entretenido que hice en el avión fue mirar tres capítulos de "La princesita Sofía." Realmente era lo único prometedor de esa lista. Y por supuesto, la caminata hacía el baño era una gloria para mis piernas (y más atrás) las cuáles comenzaban a doler.

Cuando iba al baño, pasaba por al lado del asiento de Luzu. Estaba dormido, pero no podía sacar mi mirada de él, por más que fueron unos pocos segundos donde pasé a su lado. Su cuerpo se veía tan abrazable, y su cara bien besable. Estúpido Alex romanticón, ¿Tan difícil es superar a un supuesto heterosexual? Por lo menos, es la única persona quién me saca una sonrisa con tan solo existir, y no creo que nadie más haga ese efecto en mi.

Al volver a mi asiento, tenía que evitar gritar silenciosamente de la emoción. Dios mío, la sangre se me subía a la cabeza y mis mejillas ardían al recordarlo o simplemente verlo desde lejos. Admirarlo de esta no tardó en entristecerme, pero no podía hacer nada contra mis exagerados sentimientos.

Invierno del 45' ; Rubckity Donde viven las historias. Descúbrelo ahora