XIX

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Rubén:

Mi coche se había averiado en medio de la larga ruta, por lo que había llegado tarde al trabajo. 25 minutos tarde, y eso para mi era muchísimo. Entré corriendo al cuartel para ya tomar mis armas y todo lo que necesitaría en ese exhaustivo día de trabajo, pues la guerra no parecía tener fin.

Al entrar no le presté mucha atención a mi alrededor, pero algo me había sorprendido. Mientras revolvía en mi cajón personal, un silencio se había apoderado de la sala, lo que hizo voltear a mirar a todos mis compañeros, incluidos Samuel, Alejandro y David.

—¿Qué?— Solté con una risa —¿Qué pasa, que han visto al mismisimo Mussolini o qué?—

—Tú...— David miró a Alexby con demasiada confusión.

No le salían las palabras a ninguno de los combatientes que estaban ahí. No entendía nada de lo que estaba sucediendo, creía que era una broma que me estaban gastando para mejorar de alguna manera los tiempos de guerra.

—¿Qué cojones pasa aquí?— Pregunté otra vez.

—Rubius, pensamos que habías muerto.—

—¿Cómo? ¿Qué dices, Samuel?—

—Su casa, General.— Un soldado joven se asomó —Explotó la noche anterior.—

Un vacío enorme se hizo presente en mi interior. Mis labios se separaron levemente con la noticia y mi expresión era de sorpresa y decepción. No podía creerlo, la mayoría de mis cosas valiosas habían quedado allí ya que pensaba que volvería a vivir en mi casa, pero eso ya no iba a ser posible.

—Todos creímos que estaba usted allí, por lo que nos llegó la noticia de su fallecimiento.— Siguió el soldado —Algunos compañeros fueron a buscar su cuerpo de hecho.—

—E-Entiendo...— Fue lo único que pude decir mientras mi vista se iba a otra parte. —Notificadles que estoy bien, gracias. No estuve en mi casa anoche, supongo que he tenido suerte.—

—¿Donde haz estado entonces?— Preguntó Alexby totalmente desconcertado —Tío, de verdad...—

—Yo...— No podía decirles la verdad, debía inventar algo ahí en el momento para que no sospecharan de mi —Es-estuve con una novia anoche.—

De repente el ambiente había dejado de ser tenso y serio. Algunos hicieron ruidos burlescos, silbaban, aplaudían y se reían, todo porque estaba con una supuesta chica la cual no existía, más bien era un chico. Samuel sonrió aliviado mientras que mis dos amigos se miraban aún preocupados.

—Qué si, que si...— Les dije a mis demás compañeros soltando una risa nerviosa.

—¡Preséntela!—

—¡Vaya, vaya!—

—¡Buena campeón!—

—¡Ya estuvo bien, ya!— Alexby no se estaba divirtiendo para nada y se notó por la forma en la que calló a los soldados. Dejó de mirarlos para luego mirarme a mi de la forma más despectiva. —Habernos avisado, cabrón. El susto que nos diste fue horrible, que no se vuelva a repetir.—

—De haber sabido que pensaban que fallecí, lo habría hecho, pero lo importante es que estoy bien, y estoy sano.—

Volví a cargar mi arma y di unos pasos hacía los soldados. Quería dejar atrás esa noticia y marchar hacia donde debíamos de estar.

—¡Soldados, a la formación!— Exclamé con voz firme. Todos en orden me han hecho caso y yo los seguí detrás, listos para otro día más.

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Invierno del 45' ; Rubckity Donde viven las historias. Descúbrelo ahora