XXI

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Siempre que Rubén se iba a combatir a la guerra, yo combatía con mi peor enemigo: Mis pensamientos. Todo el día y toda la tarde hasta la noche me invadía la incertidumbre de no saber como estaba Rubén. Nunca sabía si volvería a casa vivo o no, y sin exagerar, eso hacía que me cueste hasta respirar.

La noche siguiente a esa bella tarde donde nos prometimos un futuro juntos, escuché como las llaves giraban la cerradura, el cuál se había convertido en mi sonido favorito. Apenas el rubio entró a casa, yo me abalancé a sus brazos sumamente feliz y aliviado de ver que había regresado.

—¡Pato!— Correspondió a mi abrazo con la misma alegría, seguido a un corto beso en los labios que hizo que mis mejillas se enrojecieran —Disculpa si tengo los labios secos...—

—No se preocupe de eso, se sienten bien como de costumbre...— Respondí con un tono de voz meloso —¿Alguna vez lo han recibido con un delicioso plato en la mesa?—

El rubio miró hacia la mesa de madera luego de haber dicho eso. Sus ojos brillaron cuando vio un plato de macarrones con salsa y chorizo.

—Alex, eres magnífico de verdad...— Soltó una risa y caminó hacia la mesa para sentarse a comer —¿Tú haz hecho la cena para ambos?—

—Bueno, no hay mucho para hacer cuando no tiene un teléfono a disposición y una televisión donde no pasen propaganda alemana todo el rato...— Fui a sentarme frente a él —Además, quise recompensar todo el esfuerzo que ha estado haciendo haciendo estos días, no solo por mi.—

Estaba notablemente enternecido por mi pequeño detalle de afecto. Juntó un poco de comida en la cuchara y se la llevó a la boca para degustar.

—¡Hm, están muy buenos!— Halagó luego de haber tragado. —Te lo haz currado, eh.—

Me sorprendió que no se diera cuenta que se me había quemado un poco la salsa, por pendejo.

Le dediqué una tierna sonrisa, y de ahí surgió una bonita cena hablando de cualquier cosa mientras degustabamos la comida. Hace mucho tiempo que no disfrutaba de algo así.

—¿Cómo le ha ido hoy?—

—Pues normal, supongo...— Luego de responder eso, no tardó en retractarse —Quiero decir, Alemania definitivamente ha perdido la guerra. No sabemos si el Führer está en su bunker o si ha sido capturado por los soviéticos, y eso nos tiene a todos con los pelos de puntas.—

Obviamente que no me entristecía porque no simpatizo nada con ese señor, pero debí al menos fingirlo en ese momento.

—Oh, ¿De verdad?—

—Lamentablemente es verdad. Todo se está saliendo de control estos días, tanto que hace unos días se dio a conocer que Mussolini ha sido asesinado y desfigurado en público junto a su esposa. Si él ha terminado así, posiblemente ese sea el final para la nación alemana.—

Hablaba cabizbajo revolviendo los macarrones. No me daba pena por ningún dictador, era por Rubén. A pesar de todo el esfuerzo, se sentía derrotado e inútil por el resultado de la guerra. Inmediatamente empaticé con sus sentimientos, y estiré mi brazo para poder tomar su mano ligeramente herida.

—Ha hecho todo lo que estuvo a su alcance. No olvide como será nuestras vidas después de la guerra, si es que eso le sirve como motivación.— Lo alenté —Realmente lo admiro cuando se pone en su rol de General, no cualquiera puede mandar a mano dura como lo hace usted. Aunque yo apeste como "sargento", puedo reconocer que ha cumplido su rol como debía.—

—Alex...—

—Recuerda: 8 de Mayo. El final está a la vuelta de la esquina.—

El buen ánimo había vuelto para el mayor. Una ligera sonrisa de alivio apareció en su rostro, y asintió como señal de haber entendido el mensaje que quería transmitirle.

Invierno del 45' ; Rubckity Donde viven las historias. Descúbrelo ahora